martes, 26 de abril de 2011

¿Los humildes hablan mucho?

Leyendo al genio de Chesterton me encontré con esta frase, en “El hombre que fue jueves”:

Y ya se sabe: los humildes siempre hablan mucho; los orgullosos se vigilan siempre de muy cerca.

¿Cómo es eso? Así como se las presento, fuera de contexto, llama más aún la atención. “El humilde es más bien callado”, me dirá alguno sin esperar. “El orgulloso parece ser el más propenso a hablar”. Y yo estoy de acuerdo.

Basta leer un poco para confirmar la idea. Por ejemplo:

La falta de humildad se muestra en la susceptibilidad, quiere ser el centro de la atención en las conversaciones, le molesta en extremo que a otra la aprecien más que a ella, se siente desplazada si no la atienden. La falta de humildad hace hablar mucho por el gusto de oírse y que los demás le oigan, siempre tiene algo que decir, que corregir. [Fuente]

O también:

Si buscamos una roca firme para edificar en nosotros la humildad, cada día encontraremos incontables ocasiones para ejercitarla, como por ejemplo: hablar solo lo necesario – o mejor un poco menos – de nosotros mismos; ser agradecidos por los pequeños favores recibidos; rechazar los pensamiento inútiles de vanidad o vanagloria; dejarse ayudar; pedir consejo; ser muy sincero con uno mismo. [Fuente]

Entonces, ¿cómo es eso que dice Chesterton? El inglés es famoso por sus ideas ingeniosas y juegos con las palabras, cosas que necesitan una buena traducción. Pero no creo que este sea el caso. El texto es sencillo y la traducción parece buena (edición de Losada de 1997 con traducción de Alfonso Reyes; ver texto original en nota al pie).

Demos un poco más de contexto, entonces:

Syme la condujo a un banco en el rincón del jardín, y siguió exponiendo sus opiniones con facundia. Era un hombre sincero, y, a pesar de sus gracias y aires superficiales, en el fondo era muy humilde. Y ya se sabe: los humildes siempre hablan mucho; los orgullosos se vigilan siempre de muy cerca.

Creo que el asunto es así: El humilde no tiene miedo en decir lo que piensa. Porque es sencillo y, con prudencia, dice aquello de lo que está convencido. Con sinceridad dice lo que sabe y puede estar equivocado. Pero no tiene miedo a equivocarse.

El orgulloso sí tiene, en cambio, miedo a equivocarse. O quizás a tomar partido. Y entonces no dice todo. Se guarda siempre algo, que le permita luego cambiar su dirección, ponerse del lado que le conviene. O simplemente quedar como el que tenía razón y nunca se equivoca. Ese problema no lo tiene el humilde, a quien no le importa si su posición fue acertada o errada. Porque tiene un solo partido que tomar, el de la verdad.

Nota: Texto original: “Syme strolled with her to a seat in the corner of the garden, and continued to pour out his opinions. For he was a sincere man, and in spite of his superficial airs and graces, at root a humble one. And it is always the humble man who talks too much; the proud man watches himself too closely”.

martes, 19 de abril de 2011

María al pie de la cruz

Una reflexión para estos momentos. La tomo del blog ¡Vivificar! y el autor es el Padre Nicolás Schwizer, a quien no conozco pero se puede leer su historia en Zenit (es de Schoenstatt).

Primero dejo un fragmento del pasaje bíblico (es el que se lee este Viernes Santo) y después el fragmento final de la reflexión mencionada.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn. 19, 25-27)

(…) Ya desde la antigüedad, los cristianos han visto en Juan a toda la humanidad representada y, más en concreto, a la Iglesia naciente. Es a esta Iglesia y a esta humanidad a quienes se les da una madre espiritual. Es esta Virgen, envejecida por los años y los dolores, la que, repentinamente, vuelve a sentir su seno lleno de fecundidad.
Ese es el gran legado que Cristo concede desde la cruz a la humanidad. Esa es la gran tarea que, a la hora de la gran verdad, se encomienda a María. Es como una segunda anunciación. Hace treinta años - ella lo recuerda bien - un ángel la invitó a ser la madre de Dios. Ahora, no ya un ángel, sino su propio hijo, le anuncia una tarea más empinada si cabe: recibir como hijos de su alma a quienes son los asesinos de su primogénito.
Y ella acepta. Aceptó, hace ya treinta años, cuando dijo aquel “fiat”, que era una total entrega en las manos de la voluntad de Dios. De ahí que el olor a sangre del Calvario comience extrañamente a tener un sabor de recién nacido. De ahí que sea difícil saber si ahora es más lo que muere o lo que nace. De ahí que no sepamos si estamos asistiendo a una agonía o a un parto. ¡Hay tanto olor a madre y a engendramiento en esta dramática tarde...!

viernes, 15 de abril de 2011

Rue des souvenirs

Saliendo a la mañana para el colegio. Se abre como siempre la puerta y a través de la reja del portón se ve la calle. Y esta vez él se detuvo un rato, mirando la calle. Y yo pensé: “Este será el barrio de sus recuerdos de niño”. A mí me gusta porque es el de mi nueva vida, pero a él le gustará más aún, porque habrá sido el de su niñez.

Y justamente hace unos instantes decidí buscar la letra de esa canción algo sentimental que escuchábamos el otro día. Se llama Rue des souvenirs (Calle de los recuerdos) y es de un grupo quebequés llamado Les Cowboys Fringants (Los Vaqueros Apuestos). La sorpresa fue el tema del que trataba, pero más aún la última estrofa.



Rue des souvenirs (Calle de los recuerdos)

Quand je remets les pieds / Cuando vuelvo a poner los pies
Dans ce quartier de banlieue / En el barrio de las afueras
Où j'ai longtemps habité / Donde yo viví hace mucho tiempo
Avec mes vieux / Con mis viejos

Les arbres ont grandi / Los árboles crecieron
On ne voit plus le devant / No se ven más los frentes
Des maisons un peu défraîchies / De las casas un poco deslucidas
Par le temps / Por el tiempo

Un adolescent / Un adolescente
Marche dans la rue / Camina por la calle
Dernier resident / Último residente
D'une époque révolue / De una época pasada

Car l'arrondissement / Porque el distrito
Vieux de 35 ans / Viejo de 35 años
Est maintenant peuplé / Está ahora poblado
De gentils retraités / De amables jubilados

Il n'y a plus de morveux qui jouent à la cachette / No hay más mocosos que juegan a las escondidas
Plus de flos qui shootent dans leur net / No más chicos que tiran al arco (a la red, es hockey)
Ceux-ci sont dev'nus grand et ont fait des enfants / Estos se hicieron grandes y tuvieron hijos
Qu'ec'qu'part dans les nouveaux développements / Que se fueron a los nuevos desarrollos

Adieu le Pique-Vite / Adiós el Pique-Vite
Ce merveilleux restaurant / Ese maravilloso restaurante
Où on mangeait des frites / Donde comíamos papas fritas
Sur les bancs tournants / Sobre los bancos circulares

Tout comme l'épicerie / Al igual que el almacén
Il a dû céder sa place / Ha debido ceder su lugar
Quand on y a bâti / Cuando se ha construido allí
Une grande surface / Un hipermercado

Y'a monsieur Legendre / Está el señor Legendre
Tondant sa pelouse / Cortando el césped
Qui vient de m’apprendre / Que se acerca a contarme
La mort de son épouse / De la muerte de su esposa

"La maison est grande" / “La casa es grande”
Qu'il me dit, navré / Me dice, afligido
"La pancarte : ‘À vendre’ / “El cartel: ‘En venta’
Ne devrait plus tarder" / No tardará mucho”

Les commerces et les gens ne sont que de passage / Los comercios y la gente no están sino de paso
Le quartier, lui traverse les âges / El barrio atraviesa los años
Conservant dans ses cours, ses maisons et ses rues / Conservando en sus patios sus casas y sus calles
L'âme de tous ceux qui y ont vécu / El alma de todos los que han vivido allí

On n'entend plus les cris / No se escuchan más los gritos
Des mamans exaspérées / De mamás exasperadas
Les parterres fleuris / Los jardines floridos
Ne sont plus piétinés / No son más pisoteados

Le cours de la vie / El curso de la vida
Autrefois si animé / Antaño tan animado
A, dirait-on, reprís / Ha, diríamos, recobrado
Le temps de souffler / El tiempo de recuperar el aliento

Quand je ferme les yeux / Cuando cierro los ojos
Je revois pourtant / Vuelvo a ver sin embargo
Le monde et les lieux / El mundo y los lugares
Tels qu'ils étaient avant / Tal como estaban antes

Ma belle voisine / Mi linda vecina
Mon bâton d'hockey / Mi palo de hockey
Les jours de piscine / Los días de pileta
Et "Les enfants, v'nez souper!" / Y el “¡Chicos, vengan a cenar!”

Peut-être b'en qu'un d'ces quatre ce sera à mon tour / Es muy posible que unos de estos días sea mi turno
D'avoir un ti-boutte qui voit le jour / De tener un pequeño que vea el día
Dans un autre quartier qui le verra grandir / En otro barrio que lo verá crecer
Et remplir son sac à souvenirs / Y llenar su bolsa de recuerdos
Et remplir son sac à souvenirs / Y llenar su bolsa de recuerdos

sábado, 9 de abril de 2011

Demasiado bueno para ser verdad

Hace mucho que el mes no empezaba tan tarde. Que no empezaba tan tarde aquí en el blog. Marzo suele demorarse, por ciertos aniversarios que el anonimato me impide revelar, pero la última vez que un mes empezó tan tarde en "Aquí estamos..." fue en agosto del año pasado.

También se demoró en mis manos “El hombre eterno”, del eterno Chesterton, pero en este caso con mucho gusto. Se trata de un libro genial, de un autor genial, que ya he citado varias veces y que, por si acaso no lo hubiese dicho antes, me regaló mi tía T. Pero vayamos al tema de la entrada, que lo vuelve a convocar.

Como les pasó también a otras personas que yo conozco, el blog me dio la oportunidad de tener pequeñas pero muy edificantes charlas con gente con la que no comparto la fe. Y precisamente gracias a ellos y a esas charlas pude ir profundizando mi fe.

Hace un tiempo, pasadas ya varias charlas espaciadas en los años, me parecía haber llegado a una idea final, a una especie de pensamiento frente al cual cualquier asunto de discusión quedaba como suspendido. Al llegar a ese punto o esa idea, toda la charla pasada, muy concienzuda en buscar razones para lo uno o lo otro, quedaba detenida. Quedaba en silencio o quedaba en algo como: “Bueno, si vos lo ves así…”.

Por eso fue una gran alegría encontrar, en el “El hombre eterno”, unas palabras que lo explicaban todo mejor.

Lo que los detractores del dogma quieren decir no es que el dogma sea malo, sino que es demasiado bueno para ser verdad. Es decir, que el dogma es demasiado liberal para ser verosímil. El dogma da al hombre demasiada libertad cuando permite que caiga. Y a Dios demasiada libertad cuando permite que muera. Esto es lo que parecen mantener los escépticos inteligentes, y no niego que su afirmación tenga cierto valor. Quieren decir que el universo es en sí mismo una prisión universal; que la existencia misma es una limitación y un control, y por algo llaman cadena a la causalidad. En definitiva, lo que dicen es que no pueden creer en estas cosas, no que no sean dignas de ser creídas. Nosotros decimos, no a la ligera sino muy literalmente, que la verdad nos ha hecho libres. Ellos dicen que nos hace tan libres que no puede ser la verdad. Para ellos, creer en la libertad que nosotros gozamos, es como creer en el país de las hadas. Es como creer en hombres con alas para entretener la imaginación de hombres con voluntad. Es como aceptar la fábula de una ardilla conversando con una montaña, para creer en un hombre que es libre de pedir, o un Dios que es libre de contestar. Es una negación firme y racional por la que, al menos, mostraré siempre respeto (...)

[Agrego el final de la cita por sugerencia: "(...) Pero no estoy dispuesto a mostrar ningún respeto por aquéllos que primero cortan las alas y encierran la ardilla, fijan las cadenas y rechazan la libertad, cierran todas las puertas de la prisión universal sobre nosotros con un sonido metálico de hierro eterno, nos dicen que nuestra emancipación es un sueño y nuestro calabozo una necesidad y, luego, se dan tranquilamente la vuelta y nos dicen que su pensamiento es más libre y su teología más liberal."]