miércoles, 29 de agosto de 2007

Kilómetro 3


Estaba buscando una cita para poner como epígrafe en esta entrada conmemorativa de los tres años de “Aquí estamos”.
Pensé en darle un tono popular y simpático, que reforzara más interés por el futuro que por lo pasado, que reflejara deseos de seguir adelante con el blog. La tomaría de una canción popular que cantaba un conjunto vasco, grabada en un cassette que tenía mi papá. Decía:

Y no nos hemos de ir,
y no nos hemos de ir,
hemos traído alpargatas
pa’ romperlas aquí.

Pero la verdad es que tampoco ando con tanto entusiasmo (sin tener su trayectoria, por momentos me pasa lo que a Hernán). Fue así que pensé en otro epígrafe, que hiciera más hincapié en la futilidad de estas cosas. Y así tomaría unos versos de Marechal correspondientes al soneto “VII. De la inmutable primavera”, de los Sonetos a Sophia. Como epígrafe quedaría algo más abierto:

Tanto dolióle al corazón la suerte
de lo que apenas ríe levantado
ya llora prometido de la muerte (…)

Pero tampoco estoy ahora en un momento tal en que sea eso lo que pienso del blog. Le tengo cierto cariño, fruto de haber ya pasado por esa etapa en la que uno descubre que “todo es vanidad”. Así que abandoné la búsqueda de epígrafe.
Digamos que fueron tres años de un agradable viaje. Digamos que fui juntando en este viaje unas cuantas cosas que debo agradecer a muchos. Pongo, para representar este momento, esa imagen del camioncito que avanzaba cargado por los caminos japoneses en la película “Mi vecino Totoro”.
Y así los dejo hasta la próxima entrada. Gracias por haber venido hasta acá.

lunes, 27 de agosto de 2007

Lo que hemos oído, lo que hemos visto... (Coda)

Guardini no nos deja poco trabajo. Aunque tampoco es todo nuestro, de los fieles laicos. El autor cierra los párrafos anteriores con estos renglones:

Todo ello exige también que quien preside la acción litúrgica la comprenda adecuadamente, la realice justamente y se entregue a ella en verdad, de modo que, quien tenga buena voluntad, pueda en verdad «oír con sus oídos, contemplar con sus ojos y tocar con sus manos la Palabra de Vida».

(Esto va más allá del tema nacido a raíz del último Motu Proprio Summorum Pontificum”. Es más un consuelo para los que, aún habiendo leído lo de Guardini acerca de la liturgia, nos sentimos con algunas dificultades).

sábado, 25 de agosto de 2007

Lo que hemos oído, lo que hemos visto... (II)

En el siguiente fragmento, más acerca de porqué nos cuesta la liturgia.

La resurrección de Cristo es captada, ante todo, por la fe. Sin embargo, es también cierto que el creyente se encuentra de un modo especial ante la verdad, la gracia y la sagrada pujanza de la resurrección de Cristo en un determinado momento del año litúrgico: en la celebración litúrgica de la Pascua de Resurrección. (…)

Todo esto no es una alegoría piadosa y edificante, sino una verdad: la verdad de la acción litúrgica. Esta verdad se ha hecho en gran parte inaccesible para el hombre moderno. El hombre moderno ha perdido la facultad de contemplar las configuraciones reales-concretas, de captar el sentido de las acciones simbólicas, de participar a través de ellas de un contenido divino y de vivir aquel contacto con lo divino, al que se refiere San Juan, al comienzo de su primera carta: «lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que nuestras manos han tocado del Verbo de Vida...» El hombre moderno solamente quiere hablar, oír, pensar, juzgar... Pero esto sólo no basta y es, por lo tanto, preciso avivar las energías soterradas durante largo tiempo y despertar los órganos que se han dejado atrofiar. El hombre moderno debe aprender, no solamente a reflexionar sobre las configuraciones simbólicas, sino a contemplarlas, y contemplándolas comprenderlas. Debe aprender no tanto a preguntarse qué significan las diversas acciones sagradas, cuanto a ejecutarlas, partiendo así de su contenido.

(Introducción a la vida de oración, capítulo La liturgia, Romano Guardini.)

jueves, 23 de agosto de 2007

Lo que hemos oído, lo que hemos visto... (I)

En una exposición muy clara (en "Introducción a la vida de oración"), Romano Guardini habla de la liturgia, defendiendo su ortodoxia y diciendo cuál es el campo para otro tipo de expresiones religiosas con más “libertad” y “agilidad” que la liturgia, con resonancias más inmediatas de las circunstancias locales de una comunidad, con mayor participación de la fantasía y más espontaneidad de los afectos (p. ej.: el Santo Rosario).
Dice también cosas muy importantes que nos ayudan a comprender porqué al hombre moderno le cuesta tanto la liturgia. De esto último les traigo un primer fragmento, y en la próxima entrada otro aún más preciso (que da nombre a esta serie).

Propiamente no debe hablarse de oración litúrgica, sino de “acción” litúrgica. La raíz de la liturgia está en la acción sagrada, sobre todo en la Santa Misa, en que se cumple el precepto del Señor a los apóstoles: acordarse de Él, “haciendo” lo que él había hecho. (…)

Ya hemos indicado que el centro de gravedad de la liturgia reside en la acción litúrgica. Queremos insistir sobre ello, porque este concepto de la liturgia se ha perdido en amplios sectores de la vida cristiana. El centro de gravedad de la vida religiosa se ha desplazado hacia la esfera de las «vivencias» del pensamiento y del querer. Conforme a esta orientación general de la vida religiosa, las acciones litúrgicas han sido interpretadas como «medio» para el adoctrinamiento y edificación espiritual. Sin embargo, no es este el sentido de la acción litúrgica, la cual es, en su sentido más propio, la realización de los misterios cristianos como acciones intuitivas material-espirituales.

martes, 21 de agosto de 2007

Volviendo

Los martes suelo volver tarde. Y pronunciando en voz alta palabras o frases en francés (un poco para vencer al frío, otro poco como contracara de la timidez en el aula). Pero hoy no había tenido comunicación en todo el día con mi familia, y no sabía del éxito de las nuevas actividades o las peculiaridades de las rutinarias. Sólo de esa manera se explica que la costumbre se haya alterado y, en vez de la langue française, haya encarado con toda vehemencia Torna a Surriento, de las canciones la più nostalgica.
(Ma nun me lassà
Nun darme stu turmiento!
Torna a Surriento,
Famme campà!)

viernes, 17 de agosto de 2007

El hombre que espera


Ahí lo ven, los pies y las manos en el agua, el tiempo que corre. Está que se hace grande y a la vez entendiendo qué es eso de un hermano: alguien nuevo que va a compartir todo, hasta papá y mamá.
(La foto no es de ahora, pero podría serlo).

miércoles, 15 de agosto de 2007

La Asunción en el Río de la Plata

Hoy se cumplen exactamente 470 años de la fundación, en América del Sur, de un fuerte que daría origen a la más antigua de las ciudades de la cuenca del Río de la Plata. Los expeditos modernos llamamos a esa ciudad Asunción (del Paraguay), pero el nombre oficial que le dieron aquellos que se daban tiempo para vivir es “La Muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora Santa María de la Asunción”.
¡Qué maravilloso designio que ese nombre acompañe a la ciudad cuya ubicación geográfica la hizo base de varias expediciones destinadas a fundar otras ciudades del cono sur americano! Es por eso que la ciudad es conocida también como “Madre de Ciudades”. (Ver).
(Este corto cultural fue auspiciado por...)

lunes, 13 de agosto de 2007

Enseñanzas de un “perito en lunes”

Así decidió llamarse, perito en lunes, debido a su afición por la lectura del poeta de Orihuela. Era un estudioso de la problemática del segundo día de la semana, que en su lugar de origen era tomado por el primero. Nacido y criado en una oficina céntrica de una gran metrópoli, desarrolló especial sensibilidad para el tratamiento del tema. Hoy me lo crucé en Buenos Aires, cerca del obelisco, y me regaló algunas de sus enseñanzas:

El lunes también se trata de dominar la ansiedad. Casi el mismo ejercicio que hay que hacer para esperar eficazmente un colectivo o lograr una verdadera comunicación con otra persona. Hay que ser dueño del lunes, no sólo pasarlo camino al viernes.

martes, 7 de agosto de 2007

¡Más de esos locos, por favor!


Enamorate de esta foto (clic para agrandar). ¿Alguna receta del mundo te dice que de ese modo y en ese lugar podrías encontrar la felicidad? (¿Dudás que esa gente la pueda tener?)
¡Locos! Traer un niño al mundo en esas condiciones... ¡Más de esos locos, por favor!
(El mundo no se cae por ahí, el mundo se está rompiendo por otro lado. Esa, la de la foto, es la gente que nos puede ayudar a nosotros).

Pícaros

He sabido de quien, no habiendo recibido mucha instrucción religiosa, o siendo ella deficiente, piensa que el pecado original fue que Adán y Eva hicieron “la chanchada” (al decir de una señora pudorosa).
Lo que pensaba el otro día es que si alguno de ellos llega a escuchar “Felix culpa” quizás piense: “¡Qué pícaros que habían resultado estos cristianos!”

domingo, 5 de agosto de 2007

Más y menos (otra vez "metablogueando")

“Cuando se es joven se escribe más porque se leyó menos”, dice Enrique. Podríamos entonces medir la madurez al ritmo del descenso relativo de nuestra escritura, en cierta forma. Podríamos también trasladar esa máxima literaria (y su corolario) desde el mundo enriqueño al mundo del vulgar escritor de blogs. Y si nos atenemos a las estadísticas personalmente elaboradas sobre esta bitácora, que muestran el descenso paulatino del promedio de entradas mensuales, concluímos sin temor, en contra de la misma estadística, que estamos creciendo.
El crecimiento vulgarmente entendido, ese de la economía de empresa o de la misma política económica de estado (tal como la puedo ver yo acá y en el mundo, que no será la auténtica), es sólo acumulación. Pero el cáncer es también acumulación. Es así que uno intuye que el verdadero crecimiento es otra cosa (y justo hoy leemos la parábola del rico insensato).
Por eso, aunque no podamos establecer una conclusión irrevocable de madurez a partir del descenso de la escritura, sí afirmamos que pueden existir a la vez (y estar relacionados) un crecimiento personal y un descenso de la cantidad. Lo que es mi caso, valga de prueba empírica, cuanto más leo, menos entradas suelto. Es que uno se da cuenta de lo ignorante que es, y le crece cierta sana vergüenza.
Alguno pensará, en virtud de ciertas entradas recientes, en lo poco que debo andar leyendo.

sábado, 4 de agosto de 2007

Homónimos

Alguna vez lo recordó Hernán en este mundo blog (si no me equivoco). Estando con sus amigos en la glorieta de Ciro Rossini, Adán Buenosayres presenta una tesis muy peculiar que dice que el disparate no existe ("el disparate químicamente puro no existe ni es posible").

Nómbreme, por ejemplo, dos cosas que nada tengan que ver entre sí, y asócielas mediante un vínculo que sabemos imposible en la realidad. De primera intención, en esos dos nombres la inteligencia ve dos formas reales, bien conocidas por ella. Luego viene su asombro al verlas asociadas por un vínculo que no tienen en el mundo real. Pero la inteligencia no es un mero cambalache de formas aprehendidas, sino un laboratorio que las trabaja, las relaciona entre sí, las libra en cierto modo de la limitación en que viven y les restituye una sombra, siquiera, de la unidad que tienen en el Intelecto Divino. Por eso la inteligencia, después de admitir que la relación establecida entre las dos cosas es absurda en el sentido literal, no tarda en hallarle alguna razón o correspondencia en el sentido alegórico, simbólico, moral, anagógico... [*]

Y permítanme ahora dar un salto olímpico sin red.
Pensaba hoy que, sin llegar a las asociaciones, la mismísima existencia de los homónimos (y quizás parónimos) puede ser otra “sombra de la unidad que tienen las cosas en el Intelecto Divino” (¡Uf!). Habiendo tantas posibilidades distintas, ¿cómo es que las palabras que el hombre usa para nombrar diferentes cosas sean iguales? ¿Por qué sucede a veces que al conjugar un verbo o cambiar el género o el número a una palabra, llegamos a un homónimo de otra existente?
Empleando un decir también marechaliano (como lo hace en su “Descenso y ascenso del alma por la belleza”), la existencia de los homónimos podría ser otro indicio de la Unidad en la multiplicidad.
Me estrellé.
[*] Nota para interesados: Un ejemplo lo da el autor analizando una frase construida al azar. Ver:

Cuando yo digo, verbigracia: El chaleco laxante de la melancolía lanzó una carcajada verdemar frente al ombligo lujosamente decorado, hay en mi frase, a pesar de todo, una lógica invencible. (…) ¿No puedo, acaso, por metáfora, darle forma de chaleco a la melancolía, ya que tantos otros le han atribuido la forma de un velo, de un tul o de un manto cualquiera? Y ejerciendo en el alma cierta función purgativa, ¿qué tiene de raro si yo le doy a la melancolía el calificativo de laxante? Además, y haciendo uso de la prosopopeya, bien puedo asignarle un gesto humano, como la carcajada, entendiendo que la hilaridad de la melancolía no es otra cosa que su muerte, o su canto del cisne. Y en lo que se refiere a los ombligos lujosamente decorados, cabe una interpretación literal bastante realista.

jueves, 2 de agosto de 2007

Intrigado

A veces nos encontramos en Belgrano. Por Juramento (la calle), cruzando la vía en Barrancas, verás a veces a la “cupé roja italiana” estacionada a la derecha, esperando. La última vez fui con Francisco y llegamos algo adelantados. Así que nos bajamos y no pude resistir a la tentación de la librería de usados. En esa oportunidad opté por un “cuatro por diez” y me llevé unos (cuatro) tomitos baratos de esos que editaba un diario de izquierda.
Puedo entender que ese diario haya publicado obras de Chesterton (por aquello de What’s wrong with the World, quizás). Pude entender, al leer un cuento que no conocía que, por razones análogas, a esta gente pueda haberle gustado Conrad. Lo que a veces no comprendo es cómo pueden haber publicado la “Vita nuova” de Dante.
¿Será porque no la leí? Es posible. Por eso decidí llevarla (no para entender a los editores, sino precisamente porque no la leí). Completaron el cuarteto “El alma del guerrero” y otros cuentos de Conrad, “Noches blancas” de Dostoievski y una pequeña antología de Miguel Hernández.