Una autopista de esas de dos carriles. Muchos “carros fleteros” por la derecha. Uno intenta el sobrepaso con la cupé roja italiana (Diego dixit; aplica al pequeño vehículo de tres puertas de nuestra propiedad que de italiano sólo tiene el nombre). Dicho sobrepaso, como es de esperarse, no supera en velocidad los ciento veinte kilómetros por hora.
Quien aún no se veía en el espejo retrovisor al momento de iniciar el sobrepaso, en un instante ya está detrás (un regio último modelo a mach 1.2). En eso (como era de esperarse) lanza sus rayos láser (guiños de luz alta), tratando de eliminarme del paso como un obstáculo de videojuego.
Para su decepción, mi auto no explota.
Nota: Hacerme daño no sé, pero en alguna forma sí me afectan esos “rayos láser”. En el mejor de los casos me quedo en el mismo carril un rato más de lo necesario, a propósito. La solución ideal, sepan que lo sé, es correrse como si nada, por aquello del non calentarum. Pero uno no está todos los días con espíritu zen.
4 comentarios:
Me pasaba con frecuencia al volante de Kwik, ahora con Frog la cosa cambia, lo dejo pasar y luego me pongo atrás de él y empiezo a luminar a mi turno hasta que se corre al sumiso carril derecho.
¡Educando al ciudadano!
Recuerdo todavía una vuelta en que un muy conocido mío "educó" a alguien transitando a 60km/h en el carril rápido de Panamericana.
Eso lo podés hacer si el auto que te pasa es uno normal, pero si es un mercho o un audi de esos "espaciales", no lo alcanzás más.
De todos modos, reivindico la importancia de lograr algo de esa "ataraxia" (al decir de Compostela) o imperturbabilidad. Es más sano que ponerse a "educar" (aunque dan unas ganas de lo último).
Me he reído con tu entrada. Mucho, porque en efecto me ha pasado muchas veces que me "fulminen" en la carretera (y excuso decirte como se pone mi espíritu latino). Piensa, no obstante, que lo importante es llegar y fomenta la "ataraxia circulatoria" canturreando con el cd.
En general despues del fulminador viene el iman. Eso se soluciona con un toquecito al pedal del medio, suficiente para que se prenda la luz y no tanto como para que frene y se de el bollazo. En seguida se anula el magnetismo y el fulminador magnetico queda a una distancia razonable.
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