jueves, 26 de febrero de 2015

El gran Corazón

Librería de usados. Entre revistas y novelas de canje, las antenitas de vinilo detectaron la presencia de un ejemplar firmado por Karol Wojtyla, llamado “Signo de contradicción”. Se trataba nada menos que de los ejercicios espirituales de cuaresma predicados al papa Pablo VI y la curia romana en 1976 por el entonces todavía cardenal y arzobispo de Cracovia. Un pequeño volumen de tapa dura de la B.A.C. con una humillante etiqueta de $12 sobre el forro de la tapa. Al modo en que ahora la gente sensible sale a rescatar ballenas encalladas o pingüinos empetrolados, así lo tome y lo saqué urgente de la estantería diciendo sin dudar a mi esposa: “Llevá este también”. Recién lo empiezo a leer y espero que, por estar hecho para la cuaresma, me venga bien en ésta del 2015. Por lo pronto ya puedo disfrutar de cosas como la siguiente:
“En este proceso de la creación (…) se llega al momento de la creación del hombre. Aquel que, como Ipsum Esse subsistens*, es la plenitud del Ser personal, da un paso más en el camino trazado por el principio Bonum est diffusivum sui**, y creando a los seres humanos ‘a su imagen’ -es decir, dotados de trascendencia y de carácter espiritual- ofrece a estos seres, a los hombres, su Alianza. El Dios de la creación se hace Dios de la Alianza. Y esto se realiza según la misma lógica que preside desde el principio toda la obra de la creación. Es una ‘lógica de amor’, que puede tal vez ser identificada con aquella de la que hablaba Pascal: ‘Le coeur a ses raisons’. Precisamente ‘le coeur’: ¡el corazón! ¡En toda la descripción del Génesis se siente latir el corazón! No tenemos ante nosotros a un gran Constructor del mundo, a un Demiurgo: estamos ante el gran Corazón”.
(Karol Wojtyla, Signo de contradicción)
Buscando el pasaje, que no está completo en Internet, se encuentra el texto de un libro de autor José Orlandis (La Iglesia Católica en la segunda mitad del siglo XX), en donde el autor dice que este pensamiento se encuentra desarrollado también en la “Redemptor hominis”.

* Ipsum Esse subsistens: El Ser subsistente por sí mismo
** Bonum est diffusivum sui: El bien se difunde por sí mismo

viernes, 13 de febrero de 2015

Ciprés y radal


América, paralelo 42 de latitud sur. La naturaleza no reconoce fronteras políticas, pero el hombre es el que manda, así que si de un lado es Chile y del otro Argentina diremos, como dicen los libros, que del lado argentino hay una intrusión de la selva valdiviana chilena.
 
Según nos contó una señora, allí el ciprés y el radal van juntos. El radal le fertiliza el suelo al ciprés con sus hojas ya que, a diferencia del pino, que desprende la pinocha, el ciprés no lo hace. En la primera foto (de autoría propia) se ve una hoja de radal. Y arriba, sin hojas, unas ramitas de ciprés. Y es que, a pesar de la ayuda, los cipreses se secan por lo que llaman “el mal del ciprés”. Ahí tienen un ejemplo en la segunda foto (también mía). Paradito, pero seco. (Como es más alto que el Piltriquitrón, se le enganchó una nube).