sábado, 29 de diciembre de 2007

Rastros del Antimurphy

Señores, el Antimurphy existe. Es sólo cuestión de saberlo ver.
Anteayer se me quedó el auto, pero fue precisamente a unos veinte metros de la pizzería. Así que esperamos la grúa con F. comiendo empanadas. Ayer el mecánico me dijo que no vería el auto sino hasta hoy, y eso hizo que me fuera más temprano al trabajo, cruzando el umbral de las oficinas justo cuando se largaba a llover. ¿Qué les parece?
En fin, a esta entrada le faltará un cierre contundente, una prueba rotunda (como quizás muchos esperen). Muy a diferencia del año, que me dejó demolido.
¡Muchas felicidades para todos!
PS: G. y su madre vienen bien, dijo ayer el doctor.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Mis deseos para ustedes

En esta época en que abundan las salutaciones y los buenos deseos, Benedicto XVI me dice muy claramente (Jesús de Nazaret, cap. 4) que de nada sirve desear o buscar la paz si no se desea o busca la reconciliación con Dios.
No quiero despreciar con esto los deseos de paz recibidos, ni los otros de felicidad, de alegría, etc. Pero si esas palabras se usan sin sentido, prefiero saludar con cosas menos trascendentales pero más sentidas. Para una mujer porteña se podría ensayar un saludo tanguero:
Que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,
que te abrás de las paradas con cafishos milongueros
y que digan los muchachos: “Es una buena mujer”. (...)
Claro, notamos lo poco elevado de estos deseos (cosas mundanas en las que ponemos nuestro corazón y en cuya búsqueda agotamos nuestras fuerzas).
Mientras escribía se me ocurría que desear lo apropiado para los otros puede ser un aprendizaje paralelo al de saber pedir, para nosotros, lo que conviene. Podríamos para ese fin guiarnos por aquello que desean para los demás los grandes santos. Vaya entonces, para cerrar la entrada, mis deseos para Uds. con estas palabras de san Pablo a los Hebreos:

Que el Dios de la paz -el mismo que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, por la sangre de una Alianza eterna- los capacite para cumplir su voluntad, practicando toda clase de bien. Que él haga en nosotros lo que es agradable a sus ojos, por Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Heb 13, 20-21)

¡Feliz Navidad!

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Manso y abismal

Pemán me decía que a Dios lo refleja mejor la línea del lirio o de la rosa que la música de los vientos de la altura. Yo me rebelaba, porque Danielou me decía que tanto las regulares estrellas como la terrible tempestad son hierofanías, manifestaciones de Dios (y entonces porqué Pemán venía con eso de que “tal cosa te refleja mejor que tal otra”).
Luego venía Guardini y me decía que quizás la idea de Pemán se pueda asociar a la experiencia de Elías en el primer libro de Reyes, donde el profeta ve a Dios en la brisa suave y no en la tempestad o el terremoto.
Finalmente, hace poco vino Benedicto XVI y me dijo que Dios se manifiesta de ambas formas, manso y a la vez “abismal”.

La vivencia de Elías en el Sinaí, que no vio la presencia de Dios en el huracán, el fuego o el terremoto, sino en una brisa suave y silenciosa (cf. 1 Re 19, 1-13), se cumple aquí [se refiere al Sermón de la Montaña]. El Poder de Dios se manifiesta ahora en su mansedumbre, su grandeza en su sencillez y cercanía. Pero no por ello resulta menos abismal. Lo que antes se expresaba en forma de huracán, fuego o terremoto, ahora toma la forma de la cruz, del Dios que sufre, que nos llama a entrar en ese fuego misterioso, en el fuego del amor crucificado: “Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan…” (Mt 5, 11). El pueblo estaba tan asustado ante la fuerza de la revelación del Sinaí que dijo a Moisés: “Háblanos tú y te escucharemos. Pues si nos habla el Señor moriremos” (Ex 20,
19).

(…) Sin un “morir”, sin que naufrague lo que es sólo nuestro, no hay comunión con Dios ni redención.

Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 4 - El sermón de la montaña.

domingo, 16 de diciembre de 2007

¡A cumplir se ha dicho!

El cura preguntaba por la motivación de cada uno para ir a misa. Y decía que quien nada va a buscar, nada encontrará. Ejemplificaba también casos en que uno va a misa sin un motivo adecuado (si se puede decir así). Y salió el típico ejemplo: “¿Vas para cumplir un rito?”
Y ahí estaba la ocasión para decir: “Sí, por supuesto, claro que sí”. Hace poco Guardini me hizo ver que “hacer eso en conmemoración suya” (de Cristo, se entiende), es precisamente lo que Él nos mandó.
Ya sabemos cual es la clave de este tipo de comentarios tan escuchados. Sucede que el deber está muy desprestigiado últimamente. Y será que en tren de desenmascarar a Kant ya nos vamos para el otro lado y decir “deber” siempre es como decir “deber sin sentido”.
Yo prefiero seguir creyendo en los deberes, y para aquellas situaciones en que cumplir no tiene sentido, buscar otro nombre.
(Tercer domingo de adviento)

jueves, 13 de diciembre de 2007

domingo, 9 de diciembre de 2007

Pintando aquel cuadro

De las cosas que dejó mi abuela materna en este mundo, tengo el gusto de estar custodiando un ejemplar de “Historia de Villa Crespo”, del Dr. Cayetano Francavilla. En él encontré la trascripción de un texto de mi abuelo (cuyo nombre me reservo): “80 años de la Parroquia de San Bernardo en Villa Crespo”.
Esto da más vida y color a aquella coincidencia de la que les hablaba hace un tiempo, referente a un cuadro que pintó mi mismo abuelo y su semejanza con un pasaje de Adán Buenosayres. Les dejo el final del trabajo citado, que hasta tiene una leve nota de adviento en la conclusión:

(...) Estamos viviendo en 1976; la historia de hoy la escribirán, seguramente, los que nos seguirán en la brecha. Sólo quiero agregar que si usted no conoce a la iglesia de San Bernardo, se llegue hasta Gurruchaga 177, para ver el esplendoroso altar mayor y si tiene una pizca de curiosidad, lo vea al imperturbable sacristán Esteban, para que le indique cómo ascender por el hueco cilíndrico vacío, dentro de la mampostería donde existe la escalerita caracol de hierro que lo llevará hasta el olvidado coro. De allí no se amilane porque vale la pena, siga subiendo por unos peldaños de madera hasta llegar a lo alto del campanario donde lo sorprenderá la maquinaria de relojería de que hablamos antes, en una gran caja de cristal entre engranajes, pesos y contrapesos de bronces y cadenas y donde las vigilantes palomas desde hace años han hecho su nido. Todos ayudan a mover las agujas de los cuatro costados de la torre, que nos dan la hora permanentemente, a los que aun hoy buscamos al pasar, el piadoso perdón a nuestras culpas del "Cristo de la mano rota" ausente.

(Segundo domingo de Adviento)

domingo, 2 de diciembre de 2007

Intenso

Hoy comienza el Adviento.
(Hoy estuve leyendo
intenso
Blas de Otero).

Antes miraba hacia dentro.
Ahora, de frente, hacia fuera.
Antes, sombras y silencio.
Ahora sol sobre la senda.

Sol de justicia, encendiendo
cimas que andaban a ciegas.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Sabatinas

Hoy mismo en la Avenida Corrientes, compré un disco de Gardel. Entretanto, ella pasaba un día de jardín unos veintipico de kilómetros más al oeste.

No sabe aquel que nunca dejó
su amada a la distancia...

(Cuando lo escuchaba, hace unos minutos, ella ya estaba al lado mío, pero sin escucharlo).
Creí oportuno también hacerme con un librito de Blas de Otero (recordé cuando Enrique nos había presentado) que estaba sin uso desde su impresión (allá por los ochenta), siendo que lo regalaban por cuatro pesos. Y por sólo uno más compre, y con él ahora podré adornar (en el buen sentido) la biblioteca familiar, un tomo que tiene las obras completas de Jorge Manrique.
Y ahora está muy entrada la noche.

Recuerde el alma dormida

que quiero escribir de día.