martes, 28 de febrero de 2006

¿Preponderancia de hierofanías?

El primer dato que nos proporciona la religión cósmica es el de que Dios es conocido, como decía San Pablo a los Romanos, a través de las cosas visibles. El cosmos, en su totalidad, adquiere una dimensión simbólica. Las realidades que lo cons­tituyen, las estrellas y la regularidad de su curso, el sol y su resplandor, la tempestad y el terror que inspira, las rocas y su inmutabilidad, el rocío y sus beneficios, son otras tantas hierofanías, ma­nifestaciones visibles a través de cada una de las cuales se manifiesta un aspecto de Dios. Por otra parte, esta revelación está fundada metafísicamente sobre la analogía general del ser, según la cual todo ser, por el hecho de ser una participación de Dios, conserva algún vestigio suyo. El mundo es, igualmente, un libro que nos habla de Dios. Y este era el único libro de que disponía la hu­manidad pagana.

Jean Daniélou, "Dios y nosotros".
Esto me hizo acordar a un himno de la Liturgia de las Horas (Sabado II, Laudes) que, además de por su belleza, siempre lo tengo presente por un verso que "no me convence":
Señor, yo sé que, en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa,
porque todo tuviera su figura.

Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos de la altura.


Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto,
y en la ribera sin temblor del río;

por eso yo te adoro, mudo y quieto,
y por eso, Señor, el dolor mío
para llegar hasta ti se hizo soneto. Amen.
Me parecen expresiones contradictorias y si tengo que elegir, me quedo con la idea de Daniélou (que toma ideas de Mircea Eliade), de que las distintas cosas de las creación son manifestaciones de algún aspecto de Dios; no veo porque unas podrían tener preponderancia sobre otras.

lunes, 27 de febrero de 2006

Conciliación de los opuestos

Pues sí, finalmente lo dejé pasar al francés. Se presentó muy bien. Me gustó que dijera que quiere:
[...] guiar a los que ya conocen a Dios, exponiéndoles cómo se revela de muchas maneras y, sobre todo, cómo su manifestación más excelente y definitiva es Jesucristo. [...] ayudar a los cristianos a situar en su conocimiento de Dios los diversos caminos puestos a su consideración y a amar la Biblia sin despreciar la teología, y a hacer teología sin despreciar la mística.
Jean Daniélou, prólogo de "Dios y nosotros".
Y, sí, me gusta que se resuelvan los conflictos; ¿será también por eso que me gusta la obra de Marechal? Porque según el ya citado Navascués y en el mismo prólogo (pero esa parte no está on line), la "conciliación de los opuestos" es un tema predilecto del escritor argentino.
Claro que esto de la conciliación de lo opuestos suena a algo muy antiguo, y filosóficamente su nombre nos lleva al de Nicolás de Cusa, cardenal, filósofo y teólogo alemán del siglo XV, de óbra muy completa y variada:
En el viaje de vuelta de su misión en Constantinopla (dic. 1437 - ene. 1438), en alta mar, vivió la experiencia decisiva para su concepción filosófica, real y mística a la vez: cómo el horizonte del mar nos parece infinitamente extendido, como una línea recta; y, sin embargo, es un círculo con radio muy grande, testimonio de la forma esférica de la Tierra. Fue el comienzo de la idea de la coincidentia oppositorum, de la coincidencia de los opuestos en el Infinito; éste es el meollo de la obra filosófica principal de N. [...]
Meditando sobre la caída de Constantinopla (29 mayo 1453), N. concibió su grandiosa visión de una futura conciliación universal: De pace fidei (La paz de la fe; obra terminada antes del 14 en. 1454).

domingo, 26 de febrero de 2006

La Ley en los corazones

Dialogando Carlo María Martini con Umberto Eco sobre éticas "laica" y religiosa, el cardenal dice en la última carta una frase muy interesante:
Un acto justo, realizado porque es justo, conduce a una afirmación de trascendencia.
Refiriéndose a los actos justos que hacen las personas que no tienen una moral fundada en la revelación divina. Y después presenta palabras de Dostoievski y de Sartre, en dónde se dice que sin Dios todo está permitido, no hay un bien a priori, etc. Claro, está entonces la ley natural, como un camino de conocimiento del bien, aunque no sea perfecto.
He encontrado estas palabras de San Pablo, a través de Jean Daniélou y su libro "Dios y nosotros", que vienen muy a cuento:
Cuando los Gentiles (paganos) que no tienen la Ley, cumplen naturalmente los preceptos de la Ley, no teniendo la Ley, son para sí mismos su ley y manifiestan por el testimonio de su conciencia que los preceptos de la Ley están grabados en sus corazones. (Rom., II, 14-15)

sábado, 25 de febrero de 2006

Trabajar lejos


Pago donde nací,
es la mejor querencia.
Y más me lo recuerda
mi larga ausencia,
ay, ay, ay, sí, sí.
Hermanos Abalos
(Claro que la canción se llama "Nostalgias Santiagueñas", pero olvidemos picas y digamos como Atahualpa: "yo soy de cualesquier parte, soy de ande diga el destino, mesmo del norte o del sur, por algo soy argentino; sacale lo desparejo, por algo soy argentino").

viernes, 24 de febrero de 2006

Lo autóctono y lo universal

Yo canto como el poeta y veo las líneas elocuentes de los objetos y escribo el alma de la naturaleza de mi comarca... y hay tinieblas y poemas de luz y temblores de corazones en sus páginas. Hay símbolos, porque ciertas horas juveniles de amor se parecen en todos los que han nacido, y más símbolos, porque está allí el pueblo, que tiene el gran espíritu sintético, la efigie deslumbradora y gloriosa, mezcla de artista, de filósofo y de gaucho indomable... ¡Oh Grecia, que tienes a Esquilo y al Partenón y has echado a las estrellas el perfil divino y eterno de la Venus celeste; diosas de las ondas del mar y de los bosques, que camináis el mundo antiguo, destilando perfumes salinos de algas y deliciosa ambrosía; observad este pueblo de poetas, que encuentra el himno a la belleza inmortal en la infinita y dilatada planicie de la pampa, templo abierto de sus glorias, sepulcro de su ciclo heroico! Monta su potro alazán con cambiantes de terciopelo, la cabeza altísima, anhelando las fragancias
exquisitas de los jardines silvestres. Tropieza adelante en el huracán bravío de la carrera y de noche vela -de los picachos, que blanquean en la negrura- la integridad del territorio, armado, con plumaje de cóndores en la renegrida cabeza, la daga brillante y el ojo redondo y oscuro del fusil...

Fragmento del prólogo de “Libro extraño”, de Francisco Sicardi.

Esta fusión de lo autóctono con lo universal respondía a un punto destacado de la poética marechaliana, como explicaba el autor en una conferencia de 1950: “Yo diría que el arte se logra íntegramente cuando, al mismo tiempo, y sin incurrir por ello en contradicción alguna, se ahonda en lo autóctono y trasciende a lo universal. Por ejemplo: no hay duda que el sentimiento de la muerte, cantado por un poeta griego, un poeta inglés, un poeta hindú y un poeta argentino, se diversifica en matices ineluctables, matices que provienen de lo autóctono, de paisajes, de caras, liturgias y ánimos diferentes. Pero tal sentimiento se identifica en los cuatro poetas, mediante aquellos efectos que la presencia o la meditación de la muerte suscita en todos los hombres, vale decir, mediante aquello que la muerte tiene de universal”

jueves, 23 de febrero de 2006

Los que ya murieron

Grandes hombres nos preceden en la muerte. Ellos ya pasaron, ellos ya lo saben. Al tomar ahora conciencia de sus vidas que pasaron, me siento como cuando, al empezar el colegio, veía a aquellos alumnos de quinto año que iban ya dejando las aulas. O en la facultad; idéntica situación. “Alguna vez llegaré ahí”, pensaba. Los admiraba y me preguntaba por la dificultad de sus asignaturas. Sin duda, a los que realmente admiraba era a aquellos que eran ejemplares...

(Bien podría entrarse esto el próximo día de los Fieles Difuntos; pero si nació hoy, que se diga hoy).

miércoles, 22 de febrero de 2006

Chasque para la costa

Con música y en la voz de Di Fulvio, los conquista seguro. Pero la letra sola ya vale una entrada. Es un vals llamado "Chasque para la costa", de los autores Julio Migno (letra) y Orlando Vera Cruz (música). Como en Internet sólo encontré un link al cual no se podía ingresar, el trabajo de reconstrucción fue artesanal (el mismo link en Google te va dando fragmentos, si lo consultás con distintas frases de la canción, y luego a parar oreja y deducir, como antes).

Yo tengo un oficio, patrona, estrellero,
comprendo en qué forma conversa la luz.
Yo se la guarida que tiene el Lucero,
de las Tres Marías conozco el sendero
y se por qué causa no sale la Cruz.

Y tengo otro oficio, patrona, platero,
trabajo en la noche celeste metal.
Y hago un jazmín blanco, santos milagreros,
virolas pa’ gauchos y anillos novieros
y visto de fiesta la luz del puñal.

Si usted necesita que un hijo costero
le labre un mensaje celeste de amor,
si quiere algún verso, yo soy estrellero
y en la brujería de un arroyo islero
fundiré la plata del canto mejor.

Y tengo otro oficio, cazador de versos,
mis trampas de seda recorren un querer.
Sigo mi destino, mi rumbo no tuerzo
y entre las guitarras, señora, converso
de flores, calandrias, dulzura, mujer.

Patrona, esta noche serena en que brilla
clarita en mi frente la banda ‘el Berón,
cúrenme esas aguas tantas pesadillas,
que yo los cencerros de Siete Cabrillas
colgaré en el ceibo de su corazón.

Si usted necesita que un hijo costero
le labre un mensaje celeste de amor,
si quiere algún verso, yo soy estrellero,
y en la brujería de un arroyo islero
fundiré la plata del canto mejor.

Para escucharla pueden comprar el disco doble de la serie "Mis mejores 30 canciones", el de Carlos Di Fulvio.

martes, 21 de febrero de 2006

Frenar y contemplar

Parece ser que hoy hay que vivir rápido; es muy difícil no vivir rápido. Sin embargo, tendríamos que frenar un poco. No podemos tener todo: ir rápido y profundo no se puede. Para ir profundo hay que ir lento. ¡No sé cómo cambiar tantas cosas de la forma de vivir moderna! Muchas quizás no se puedan cambiar. Pero algo hay que cambiar.

Por un momento pensé, al leer “...Ejercicios en la vida diaria”, que ese libro me permitiría meditar en medio de la vorágine. Y fui un iluso. Porque eso es imposible. Si querés meditar debés, de alguna manera, frenar. ¡Cómo me sorprendió cuando leí la introducción que decía que los ejercicios propuestos, en su modalidad no dedicada sino en la vida diaria, requerían una hora de tiempo! ¡Y yo que quería algo para meditar mientras me apuro para pasar el semáforo en "naranja" o mientras saco las tostadas con la mano izquierda!

En la "Evangelium Vitae", punto 83, Juan Pablo II nos dice, recordando la "Centesimus Annus", que “urge ante todo cultivar, en nosotros y en los demás, una mirada contemplativa”.

Si hay algo de la forma de vida moderna que impide llegar a Dios (o dejarse encontrar por Él), eso es la falta de la capacidad contemplativa (digo yo).

¿Hace mucho que no pasás un viaje de tren entero mirando por la ventanilla? ¿Hace mucho que no llegás a casa sin prender televisión, radio, poner un “dividí” o conectarte a Internet? No sé si ese es el camino, si debo intentar por ahí. Pero por algún lado debo intentar.

Y para quien ande con tiempo, les dejo un framento de la "Evangelium Vitae":

83. Enviados al mundo como «pueblo para la vida», nuestro anuncio debe ser también una celebración verdadera y genuina del Evangelio de la vida. Más aún, esta celebración, con la fuerza evocadora de sus gestos, símbolos y ritos, debe convertirse en lugar precioso y significativo para transmitir la belleza y grandeza de este Evangelio.

Con este fin, urge ante todo cultivar, en nosotros y en los demás, una mirada contemplativa. [107] Esta nace de la fe en el Dios de la vida, que ha creado a cada hombre haciéndolo como un prodigio (cf. Sal 139 138, 14). Es la mirada de quien ve la vida en su profundidad, percibiendo sus dimensiones de gratuidad, belleza, invitación a la libertad y a la responsabilidad. Es la mirada de quien no pretende apoderarse de la realidad, sino que la acoge como un don, descubriendo en cada cosa el reflejo del Creador y en cada persona su imagen viviente (cf. Gn 1, 27; Sal 8, 6). Esta mirada no se rinde desconfiada ante quien está enfermo, sufriendo, marginado o a las puertas de la muerte; sino que se deja interpelar por todas estas situaciones para buscar un sentido y, precisamente en estas circunstancias, encuentra en el rostro de cada persona una llamada a la mutua consideración, al diálogo y a la solidaridad. [...]

[107] Cf. Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 ( 1991 ), 840.

lunes, 20 de febrero de 2006

Hablarle de Dios...

Hablarle de Dios a mi hijo me hace tomar conciencia de lo que estoy diciendo, de mi fe. Me digo sorprendido: “mirá vos, si es eso lo que yo creo”. Hablarle de Dios a mi hijo es la reveladora situación de estar diciendo a alguien en voz alta (por ejemplo, cuando entramos a un templo y él mira asombrado): “acá está Jesús, venimos a rezarle”. Decir eso, de corazón, a mi hijo, me causó más estremecimiento que rezar el Credo en voz alta en la misa…

…no fue un razonamiento, no fue un sentimiento fugaz (o tuvo todo eso, pero fue mucho más), fue un darme cuenta, un percibir una verdad. Fue un consentimiento dado a Dios. He dicho muchas veces “creo”, pero no sé si muchas veces he dicho a otro: “creo en Dios, hay un Dios, vive, yo te lo digo y si te lo digo es porque lo creo”. Un creo en un lugar lleno de gente a la que lamentablemente no conozco, o conozco poco, no es lo mismo que enseñarle algo al propio hijo, testigo único, testigo y a la vez educando, hombre a tu cargo, que depende mucho de vos…

…por otro lado, lo del Credo (y la gente que conozco poco) es una macana, ya que debería rezar el Credo con la emoción con la que le hablo a mi hijo, ¡dice tantas cosas el Credo! Pero hay momentos de sequedad… lo han tenido los grandes santos… sí, claro, el habernos acostumbrado a vivir tan rápido no ayuda, la capacidad contemplativa está muy disminuida…

domingo, 19 de febrero de 2006

Más de cuentos de hadas

De los cuentos de hadas ha dicho buenas cosas Tolkien (pueden leer fragmentos y reflexiones en lo de Hernán). También dijo algo, en otra tónica, el famoso G. K. Chesterton. Algo de eso copiaremos:

Parece que la Duquesa de Somerset había ido a un internado donde a los niños se les enseñaban cuentos de hadas y luego había ido a un Consejo de Tutores en alguna parte y les dijo que los cuentos de hadas estaban llenos de estupideces y que era mucho mejor hablarles a los niños de Julio César y de otros grandes hombres. Vemos aquí una completa incapacidad para distinguir entre lo normal y eterno, por un lado, y lo anómalo y accidental por otro. Los Consejos de Tutores son algo accidental y anómalo; en última instancia serán consumidos por la ira de Dios. Los Consejos de Tutores son anómalos. Espero que final­mente encontremos una forma más sólida de educación democrática. Las duquesas son algo anómalo; son el pro­ducto peculiar de la combinación de la vieja aristocracia con la mujer nueva. Pero los cuentos de hadas son tan norma­les como la leche o el pan. La civilización cambia, pero los cuentos de hadas no cambian nunca. Algunos detalles de los cuentos de hadas nos pueden parecer raros, pero su espíritu es el espíritu del folclore y el folclore es, en una traducción estricta, la expresión alemana que se utiliza para designar el sentido común. La ficción y la fantasía moder­nas y todo ese mundo alocado en el que vive la Duquesa de Somerset puede describirse con una sola frase: su filosofía significa cosas ordinarias vistas por gente extraordinaria. El cuento de hadas significa cosas extraordinarias vistas por gente ordinaria. El cuento de hadas está lleno de salud mental. Puede ser más sano un cuento de hadas al referirse a un dragón de siete cabezas que lo que puede ser la Du­quesa de Somerset acerca de un Consejo de Tutores.

Da ganas de transcribir todo el artículo, llamado "Educando con cuentos de hadas" y tomado del libro ya mencionado.

sábado, 18 de febrero de 2006

Querer y deber (en general)

A veces hay que hacer cosas "que nos cuesta querer". No diré: "que no queremos".

Son buenas cosas. Si lo pensamos sinceramente, lo sabemos. Queremos eso, porque es bueno. Pero nos tienta, de alguna manera, otra cosa más fácil. Solemos decir que esta segunda cosa es la que queremos, y la primera la que debemos. Y quizás ahí surja un poco de confusión.

Desvaloramos nuestro querer, o la palabra querer. Porque llamamos "querer" a la atracción por la cosa tentadora y no tan buena, o mala. Y llamamos deber a la persecución de lo que es bueno, a lo que, si estuvieramos en mayor estado de gracia (digo yo), reconoceríamos como lo que realmente "queremos".

¿Cómo explicar esto a un niño? El precepto que le solemos dar es que "hay veces en que uno debe hacer lo que no le gusta". Y claro, el niño, fiel a su gusto, no entiende eso.

Y verán[*] entonces como Calvin se las ingenia para hacer lo que le gusta sin romper con el precepto:

Supongo que al niño hay que decirle que eso que de entrada parece no gustarle, luego lo podrá reconocer como lo mejor y lo que quiere, si confía en nuestra palabra y lo hace así.

La falta de "gusto" estará, no lo neguemos. Supongo que irá en disminución en la medida en que reconozcamos la felicidad que nos da cumplir el "deber" o el "verdadero querer". No pretendo negar frases como "primero el deber" o similares. Sólo les quiero dar una vueltita de tuerca.

Se me ocurre que san Pablo dijo: "no hago el bien que quiero..." en vez de "no hago lo que debo..." (y que me lo corrija quien sepa). Es lo mismo, pero más profundo, o de otra manera.

Por algo dicen que somos libres sólo cuando hacemos el bien. Cuanto más en gracia estemos, más capaces seremos de querer lo bueno (aunque no podamos luego concretarlo).

Otra vuelta: no podemos hacer el bien, somos débiles. Por eso está el deber. Porque nos ayuda a hacer lo bueno venciendo nuestro primer impulso. Pero el deber como algo vacío, como algo opuesto al querer, devalúa la palabra querer (y nos hace infelices). Y al cumplirlo, no somos libres.

Otra cosa importante: no siempre entenderé, en cada deber que yo tenga, porqué ese deber es bueno. A veces sólo debo confiar en quien me da ese deber.

(Sé que las palabras pueden prestarse a confusión, más cuando las uso yo. Espero haber sido claro).

* Clic en la historieta para verla más grande. "No puedo creerlo, la campana sonó justo cuando la maestra estaba por recoger la tarea que yo no hice / Esa es la segunda vez que fuiste salvado en el último minuto / Pero aprendí mi lección esta vez / De ahora en adelante, el trabajo antes que el placer, sin excepciones / Y será un placer tener terminada esa tarea, ¡vamos, trabajemos en un muñeco de nieve! / Sin excepciones"

viernes, 17 de febrero de 2006

Querer y deber (caso: "La vocación")

Creo que si alguna vez me di cuenta de que no tenía vocación religiosa fue cuando me di cuenta de que no la tenía (¡!).

Suena como una pavada. Pero para alguien que fue “muy educado en el deber”, todo pasaba por ese filtro (el del deber). Si conocía yo una vocación digna de admiración, esa era la religiosa (el más cercano y conocido: el cura). Pero mi “proceso de discernimiento” no era sino algo mal encaminado, que se podía resumir en estas frases: “¿Debo yo ser religioso? Puesto que es lo que se me presenta como la vocación más admirable y debido a que “debo hacer lo mejor”.

Un buen día me di cuenta de que “la cosa no era así”. Que no se plantea así. Que si yo hubiera tenido algo parecido a una vocación, lo primero que debería haber tenido era “ganas” de ser religioso. Y luego debería haber analizado si eso era lo bueno para mí, si tenía las capacidades necesarias o las podía cultivar, etcétera, etcétera (sabrán más de eso quienes hayan hecho un buen discernimiento).

Los que fuimos “educados muy en el deber”, tenemos que guiarnos un poco más por los gustos, por lo que queremos espontáneamente. Como un primer impulso, al menos. Y luego sí, educar esos gustos: ver si son buenos o malos, y así permitir que crezcan o tratar de modificarlos.

jueves, 16 de febrero de 2006

Lo digo distinto

Se me ocurre algo. Decir que la felicidad es “conformarse con lo que uno tiene”, puede sonar a resignación, resignación culpable. Mejor quedaría decir que la felicidad es “conformarse con lo que uno puede alcanzar”. Así sí. Porque lleva tácita la idea de luchar por mejorar.

miércoles, 15 de febrero de 2006

Falso respeto

¿Hoy en día?[*] a algunos se les da por deformar la idea de respeto o de cuidado del prójimo. Se piensa que es mejor no molestar al otro con consejos y “dejar que haga lo que quiera”. ¡Como si fueran cosas opuestas o excluyentes! He llegado a escuchar, entre amigos, quien dice que prefiere no dar consejo, por no ser soberbio y pensar que tiene la verdad o que su solución será la mejor. Es cierto que el consejo debe respetar la decisión del otro. ¡Y es perfectamente posible que sea así! Quien se preocupa verdaderamente por otra persona, se interesa por su felicidad y no puede ser indiferente con ella en nombre de una supuesta defensa de la libertad.

Si repensé todo esto fue porque hoy encontré lo siguiente, del capítulo I de “Una excursión a los indios ranqueles”, por Lucio V. Mansilla.
Al general Arredondo, mi jefe inmediato entonces, le debo, querido Santiago, el placer inmenso de haber comido una tortilla de huevos de avestruz en Nagüel Mapo [**], de haber tocado los extremos una vez más. Si él me niega la licencia, me quedo con las ganas, y no te gano la delantera.
Siempre le agradeceré que haya tenido conmigo esa deferencia, y que me manifestara que creía muy arriesgada mi empresa, probándome así que mi suerte no le era indiferente. Sólo los que no son amigos pueden conformarse con que otro muera estérilmente... y en la oscuridad.
* ¿Hoy en día? ¿No será algo casi viejo cómo el hombre mismo? Era Caín quien decía a Dios: "¿Soy yo acaso responsable por mi hermano?"
** Hacer eso implicaba meterse en territorio indio, lo que sería una empresa muy arriesgada.

martes, 14 de febrero de 2006

Alma challuera

Sangre y espuma en la arená
Corazón del mismo rió
Escamas de plata y oró
Blasones del amor mió

Los challueros (en idioma quechua challuero es pescador) atrapan peces con “lanzas” en el río. La chacarera santiagueña “Alma challuera”, con letra de Cristóforo Juárez y música de Carlos Carabajal, habla de ellos.

lunes, 13 de febrero de 2006

Inutilidades

Si traducimos pointless como “sin sentido”, no me gustaría el mensaje. Yo lo traduciría como “inútil”, y ahí sí me gusta más (se puede discutir, pero quiero elegir una palabra “provocadora”). Calvin dice que un verdadero fin de semana es el que se pasa haciendo cosas inútiles.

Esto no nos exime de la culpa de no haber visitado a un cumpleañero, aunque realmente “se nos complicó”; haberlo visitado hubiera sido algo perfectamente inútil, y de ahí el indicio para confirmar que hubiera sido algo bueno de hacer, algo significativo, un fin en si mismo y no un medio. No sé si se entiende ahora la forma en que quiero leer el mensaje de Calvin & Hobbes… que no creo que ande muy lejos, aunque no sea esa la intención del autor.

Siempre me costó entender a andinistas (o alpinistas; ¿cuál es la palabra que envuelve a ambas en un mismo concepto? ¿Existe?) o entender a los maratonistas, por citar dos ejemplos. Pero no hace mucho descubrí que todas esas actividades pueden ser grandes símbolos, actividades humanas que no son hechas deliberadamente para simbolizar algo y, sin embargo, son un símbolo más allá de la voluntad del autor o actor.

Pues bien, una actividad como la de Calvin va dentro de la misma categoría. Por eso, a pesar de su aparente inutilidad, brinda una satisfacción sana y profunda, o al menos un alivio, al que la hace.

Recuerdo el diálogo de Lisandro Farías con Pablo Inaudi en "El banquete de Severo Arcángelo", de Leopoldo Marechal:

- Aquel afanoso lustre de metales domésticos en que usted se metió antes de acudir al revólver de su tío Lucas. ¿Recuerda?
- ¡Sí, fue absurdo! –reconocí.
- Nada es absurdo: todo gesto humano tiene un valor “intencional” y una lectura simbólica, más allá de su valor literal o externo. Su lustre de metales, aparentemente ocioso, acusaba en usted una urgencia de purificación. Lustrar un metal es devolverle el brillo que perdió y que debe tener por naturaleza: lustrando sus cacerolas, usted se autolustraba sin saberlo.

Corolario: lo mismo aplica para los partidos de naipes que se juegan en las reuniones familiares en mi casa. Díganme si hay algo tan “perfectamente inútil” como un partido de naipes. Y sin embargo…

domingo, 12 de febrero de 2006

Campanas en el casamiento

En algunos casamientos "de buena pompa" (ahora recuerdo alguno en la Basílica Nuestra Señora del Rosario en el Convento de Santo Domingo y otro en la Parroquia del Santísimo Sacramento) he visto que para anunciar la llegada de la novia tocan una pequeña trompeta. En el de ayer tocaron las campanas.
Pero nada de grabación. Claro, no serán las de Notredame, son las que ven en la foto, en la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Tigre, pero me pareció más pintoresco que la trompeta.
Un muchacho haciendo ese movimiento que se hace para hacer sonar las campanas, haciendo subir y bajar todo el cuerpo. ¡Y entonces entra la novia!
El conjunto musical tenía unos instrumentos muy hermosos: violín, ¿contrabajo?, flauta traversa y teclado (electrónico, eso sí). Tocaron algo de Bach (¿si?) y canciones que eran muy "originales". No hubo pompa ni circunstancia. Y yo soy gustoso de esas cosas tradicionales, pero esta música era muy linda. Encima tuvimos la suerte de que la novia llegó muy tarde...
...y así escuchamos dos piezas adicionales.
Y se casaron, sí, eso es lo más importante.

Palabras "en el civil"

El casamiento "por civil" fue hecho en la fiesta (civil). En un pequeño jardín extendieron una alfombra roja con velas a los costados y ellos caminaron por dicha alfombra hasta una de esas pequeñas carpas modernas que llaman gazebo. Ahí estaba el juez de paz esperando. Una voz peculiar y muy informal. Habló más (y quizás más emotivamente) que el cura que los casó. Y atención a esta parte del discurso:
De todos los seres de la creación...
¡Bien! Mirá lo que dice. Creación. Sí, claro, quizás las cien personas presentes no pensaron nada. Quizás eso fue lo más normal. Decir creación. Quizás el "obsesionado" era yo, pensando que dijo creación en un mundo donde ya nadie dice "creación". Pero no me den bolilla. Siguió así:
...el hombre es el único que puede amar.
Y ahí miré a mi amiga Alicia, fanática defensora de los animales, imaginando que sólo por no alborotar no diría nada en favor de sus perros. Pero la verdad es qué, hablando estrictamente (teniendo como base la libertad y otros conceptos) el hombre es el único ser viviente de este mundo que puede amar.
Epílogo: cerró el juez con un mensaje (dicho en forma de broma) que ya lo he visto en otros casamientos: "Bueno, como ven, en la libreta hay ocho lugares para hijos...", y los llamó a la fecundidad.
¿Quién dijo que todo está perdido?

viernes, 10 de febrero de 2006

Macedonia de escritos

Hoy vendría bien que se nuble un poco más. Que entre por la ventana ese color gris oscuro, preludio de lluvia, y yo acá, haciendo algunas cosillas en la PC del trabajo, podría sentirme un poco más a gusto. No hay familia, ni mate, ni tenemos la sala de lluvia, pero “algo sería algo”.

Rescato algunos textos guardados. El primero lo había robado de “Quasi palea”:

(…) Porque, cuando se pone de manifiesto la humanidad de Dios, ya no puede mantenerse oculta su bondad. ¿De qué manera podía manifestar mejor su bondad que asumiendo mi carne? La mía, no la de Adán, es decir, no la que Adán tuvo antes del pecado. (San Bernardo. Sermón en la Epifanía del Señor).

Este otro lo tenía guardado:
A Francisco le gusta escuchar las campanas. Son sonidos grabados los de la Parroquia. Y los del Monasterio no sé si se oyen tanto. Cuando las escucha, él se queda quieto y mira hacia arriba y un costado. Quizás levanta la mano. A veces dice “¿Qué?”
Y estaba este otro:
Podemos decir que somos unos auténticos “parroquianos”, pues vivimos en el radio en que se escuchan las campanadas de la Iglesia. Esto si empleamos esa idea de lo que era en Londres un auténtico Cockney, que es aquel que vive en el radio de audición de las campanadas de St. Paul.*
Y este otro:
Hay un lugar en mi terraza, a la que mucho no voy, que bien podría ser un lugar de oración. Hay un preciso lugar en el cual parados, en dirección oeste vemos la cúpula de la iglesia de la Parroquia y en dirección sureste la torre del Monasterio.
Ya tratando de finalizar:
Hay una plaza céntrica de Buenos Aires (y debe haber más de una) en dónde uno puede sumergirse y ver la ciudad desde afuera. Como desde una terraza, digamos.
Por último podríamos cerrar con otra anotación encontrada, ya que le va bien al día de hoy:
La verdad que no es lo mismo decir “Thank God it’s Friday” que “Merci Mon Dieu c'est Vendredi”. Cosas de los idiomas.
* Idea tomada de una nota, en la versión de Ediciones Encuentro, a la novela Calixta de John Henry Newman.

jueves, 9 de febrero de 2006

Evangelizar la cultura

Dice Zenit (03.02.2006) que el documento “La fe cristiana al alba del nuevo milenio y el desafío de la no creencia y la indiferencia religiosa”, publicado por el Consejo Pontificio de la Cultura, destaca las siguientes conclusiones:
– «Importancia de dar testimonio de la belleza de ser amados por Dios».
– «Necesidad de renovar la apologética cristiana para dar razón, con dulzura y respeto, de la esperanza que hay en nosotros (1Pe 3,15)».
– «Acercarse al homo urbanus [hombre de la ciudad, ndt.] mediante una presencia pública en los debates de sociedad y poner el Evangelio en contacto con las fuerzas que modelan la cultura».
– «Urgencia de enseñar a pensar, en la escuela y la universidad y tener el valor de reaccionar, frente a la aceptación tácita de una cultura dominante, a menudo impregnada de increencia e indiferencia religiosa, mediante una nueva y gozosa propuesta de cultura cristiana».
– «A los no creyentes, indiferentes a la cuestión de Dios, pero creyentes en los valores humanos, mostrar que ser verdaderamente hombre es ser religioso, que el hombre halla su plenitud humana en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y que el Cristianismo es una buena noticia para todos los hombres y culturas».
El documento recoge las conclusiones de la asamblea plenaria de este dicasterio vaticano que del 11 al 13 de marzo de 2004 congregó a cardenales, obispos, sacerdotes, intelectuales de todo el mundo para afrontar el desafío de «Evangelizar la cultura de la increencia y de la indiferencia».

miércoles, 8 de febrero de 2006

El viejo y la mar

Tengo en la puerta esperando a un teólogo francés y a eminencias del pensamiento y el arte griegos. Pero tengo a un gran polaco en la sala, a un inglés en el teléfono y acabo de dar la bienvenida a un escritor norteamericano. ¡Ah, sí, el famoso monje alemán! El está esperándome en el jardín.

Muchos libros abiertos. Lo que no es usual. "A no ser que sean" libros de ensayos cortos, historias o poesías breves, o cosas que se pueden cortar sin perder el hilo. Le debo una opinión a mi cuñado, así que empecé lo que fue su regalo y parece ser un libro de lectura ágil: “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway. De ahí copio esta interesante consideración acerca de la relación de los pescadores con el mar.

Decía siempre la mar*. Así es como le dicen en español cuando la quieren. A veces los que la quieren hablan mal de ella, pero lo hacen siempre como si fuera una mujer. Algunos de los pescadores más jóvenes, los que usaban boyas y flotadores para sus sedales y tenían botes de motor comprados cuando los hígados de tiburón se otizaban altos, empleaban el artículo masculino, le llamaban el mar. Hablaban del mar como un contendiente o un lugar, o aun un enemigo. Pero el viejo lo concebía siempre como perteneciente al género femenino y como algo que concedía o negaba grandes favores, y si hacía cosas perversas y terribles era porque no podía remediarlo. La luna, pensaba, le afectaba lo mismo que a una mujer.

* El traductor identificó con cursiva las palabras que figuran en idioma español en el original.

martes, 7 de febrero de 2006

Gravitación del cielo

Se han elaborado varios borradores. Pero ninguno fue aprobado. En concreto: tres borradores. Pero la opinión del jurado fue ecuánime: “Les falta algo”. Así que luego se optó por ir a las fuentes, por dejar el mensaje así como vino, por no decir pavadas de las azoteas ni cosas raras.

Habrán leído alguna vez algo en Ens o en Fotos del Apocalipsis. De los “Poemas australes” de Marechal, el llamado “Gravitación del cielo”. Parte 1...
Hombres del Sur, el cielo gravitaba
sobre nuestras cabezas.
Pero hermoso era el día y venerable
(tal un abuelo firme
que aun se tiene a caballo),
y la tierra escondía su vejez entre flores
para que no llorase nuestra infancia.

Yo recuerdo una edad prometida del gozo;
ha dejado en mi lengua un entrañable
sabor de paraíso.

La luz traía un vuelo de paloma
sobre las tierras y las aguas:
venía del Oriente a nuestras manos
la luz, paloma de oro.
Entonces, apretado como un libro de enigmas,
el universo hablaba,
y era el suyo un idioma de animales y flores
resplandecientes.

y era un idioma oscuro, pero dulce al oído
como la miel de la palabra
cuando se pone de rodillas.

-¿Recuerdas la mañana de tu sed,
junto a los pozos
recién cavados
de la delicia,
y el corazón ardiendo como un puñado de hojas
aromáticas ?

-Yo recuerdo una edad prometida del júbilo:
ha dejado en mi lengua un entrañable
sabor de paraíso.

Y es verdad que los hombres y sus fuertes caballos
parecían un viento que bailaba,
y que dormía el año en nuestro gozo,
paloma demorada.
¡Esa fue nuestra culpa, la de haber olvidado
que la tierra escondía
su vejez entre las flores!
¿Qué me gusta más? ¿La fuerza del principio: “Hombres del Sur, el cielo gravitaba sobre nuestras cabezas...”? ¿O esa nostálgica evocación: “Yo recuerdo una edad prometida del gozo…”?

Lo bello oculta lo perecedero, sí. No demos los labios al agua que se pierde (así se propone el autor al terminar este poema, parte 4).

Pero yo hoy pienso que lo bello es un anticipo. Un mensaje de que hay algo bello que dura para siempre. El sabor queda en la boca del alma.

Un mensaje en un idioma oscuro, que habla mediante misterios. El mayor de todos los misterios: tener que morir para poder vivir.

¡Chst! Dije que no iba a agregar nada...
Hombres del Sur, el cielo gravitaba...

lunes, 6 de febrero de 2006

Volver a ver el cielo

Escuchas todas las voces amigas que se combaten; pero callas aún, porque el silencio y la reserva son estigmas que se adquieren en la llanura, donde la voz humana parece intimidarse ante la vastedad de la tierra y la gravitación del cielo.

"Adán Buenosayres", Libro quinto, parte I; Leopoldo Marechal.
En la ciudad nos cansamos de aguantar, de resistirnos a "ser llevados" para arriba. Pero nos empeñamos igual en ello. Así que nos fabricamos muchos edificios, para no ver el cielo. Los estigmas de la reserva y el silencio se pierden. Y el hombre de ciudad es hablador y ruidoso.
Una de las salidas es ir a las azoteas, y además de mirar hacia abajo, mirar hacia arriba.

domingo, 5 de febrero de 2006

Mysterium paschale

Misterio del Pasaje
en el que el orden de lo que escapa se invierte
pues se transcurre de la vida a la muerte–
tal es la experiencia, tal es la evidencia.
El pasaje a través de la muerte hacia la vida
es un misterio.
Misterio –inscripción profunda
que no ha podido descifrarse por completo,
pero presentida, no contradictoria a la existencia
(mucho más contradictoria es la muerte).
Fragmento de "Meditación sobre la muerte", de Karol Wojtyla

sábado, 4 de febrero de 2006

Postal de este mundo loco

Mientras yo, tirado y descansando, me como una galleta con jamón y queso, por la pantalla veo a un matrimonio humilde que sufre por la muerte de su hijo en un barrio pobre de la ciudad (casi como quien mira una oferta de supermercado), y un periodista "movilero" que está delante de ellos, de apariencia de novato, parece más concentrado en acertar técnicamente con sus palabras que conmovido por la historia que cuentan los padres. Una verdadera foto del apocalipsis (usando palabras de Hernán). ¡Señor, ten piedad!

viernes, 3 de febrero de 2006

Y sigo con Benedicto XVI y C&L

Aquello de la introducción con “estilo Giussani” se ha percibido y comentado también en blogs católicos estadounidenses, como me anticipaba “leonbloy” con el caso de Mark Shea. Encontré un artículo sobre la relación entre Benedicto XVI y Comunión y Liberación en “La Nouvelle Theologie”. Cosas como que Ratzinger ha sido orador en el funeral de Luigi Giussani o que ha hablado en uno de los famosos "meeting de Rímini" (encuentro mundial de C&L).

Por otro lado, me interesó algo que dijo “Video meliora…” acerca de Ratzinger como el que ha sabido unir “disciplina” con “amor”. Y es llamativo porque la crítica que uno le hacía, desde adentro, a las escuelas de comunidad de C&L, era que, aunque siendo muy buena la “apertura” hacia el que quiere entrar y la idea de llegar a Dios por un encuentro con una persona amiga, fallaba en algo que aún hoy no sabría definir, y quizás sea eso de la disciplina (y que me critiquen los amigos de C&L que piensan distinto, pues no sé exactamente tampoco que sería eso de la disciplina).

De ese mismo artículo, una gran frase que atribuyen, sin referencia, a von Balthasar y que me hubiera gustado meter en alguna entrada de las que recientemente hice aquí. Dice así: "Only love is credible" (traducido rápidamente: sólo el amor es creíble; si alguien conoce una palabra mejor...).

jueves, 2 de febrero de 2006

Entre ateos y creyentes (otro)

…pero esto que dije ayer no quiere decir que desprecie las discusiones “racionales” (y apasionadas) entre ateos y creyentes. Al contrario.

Si hay dos personas que, como se dice usualmente, “buscan la verdad”, pues bienvenida la discusión. Y aunque no exista (al menos en forma decidida) esa búsqueda, las discusiones son a veces necesarias.

Porque si dije “amor”, hablando de discusiones entre ateos y creyentes, no estoy negando el valor de la defensa de la verdad, la necesidad de alzar la voz cuando se “ataca a nuestra religión” o no se permite profesarla.

Así y todo, es el amor el que debe motivar y guiar nuestra acción. Es por eso que constantemente debemos revisar cuáles son las motivaciones que tenemos para nuestro accionar. Y más que nada, tratar de ser instrumentos de Dios. Hay que saber que podemos fallar y no ser “verdaderos defensores de la verdad” ni “justos defensores de nuestra religión” sino soberbios e iracundos. O las cuatro cosas juntas.
La misericordia, el amor misericordioso, es más que la justicia. Así que no hacemos mal si nos preocupamos primero por aquella (digo yo, tómenlo como de quien viene). Además, por más fe que tenga y buenas obras que haga, dijo san Pablo, si no tengo amor, nada soy.
(En el día de la Presentación de Jesús en el Templo y la Virgen de la Candelaria)

miércoles, 1 de febrero de 2006

Entre ateos y creyentes

Conozco muchas cosas que me hacen decir: “Dios existe”. Y otras que me hacen preguntar, con esa forma de protesta que mencionábamos ayer: “¿Por qué, Dios, permites el mal?” Ese soy yo, creyente.

Encuentro que la realidad (por admiración de la belleza, por razonamiento sobre origen y fin del mundo, etc.) es ayuda y hasta evidencia para un creyente de la existencia y el amor de Dios. Pero encuentro también que un ateo puede tener argumentos racionales, basados en hechos o situaciones de la misma realidad, que él postula para justificar su duda acerca de la existencia de Dios.

Dije duda. “Probar la inexistencia de Dios” no podría hacerlo nadie. Hablando exclusivamente de formas racionales (y racionales modernas) de conocer, la capacidad de un ateo para “demostrar” la inexistencia de Dios es nula, como también lo es la capacidad de los creyentes para “asegurar” (de acuerdo a esa misma forma racional moderna) su existencia.
Arriesgo algo más. Por lo anterior, o por más u otras causas, el creyente no puede “convencer” al ateo, sólo con razonamientos, de la existencia de Dios. (Aunque el ateo no pueda “convencer” al creyente, con razonamientos, que Dios no existe). El creyente puede darle al ateo miles de razones para que elabore al menos una hipótesis racional de Dios. El ateo no puede darle razones al creyente para que descarte esa hipótesis racional de la existencia de Dios.

En ambos casos algo no está siendo considerado. Y eso es la fe.

El ateo podría preguntarse y comprobar si la fe es algo bueno. Y el creyente, que recibió la fe, debería amar. Y amar al ateo, porque la única forma de mostrarle al ateo que Dios existe es mostrándole a Dios mismo. Y Dios es amor.
Nota: el creyente le puede mostrar al ateo cuán “razonable” es Dios, si se puede decir así. Es más, debe hacerlo. Lo que quise decir es que de nada sirve hacer sólo eso si no amamos al otro. No quiero, con mi ignorancia y la desprolijidad de mi lenguaje, confundir a nadie. Tomar estos escritos “con pinzas”. O como una confesión íntima de un ignorante a alguien que quiera leer. Me inspiré en el último comentario y link propuesto aquí por Caracas y Dios.