Mientras yo, tirado y descansando, me como una galleta con jamón y queso, por la pantalla veo a un matrimonio humilde que sufre por la muerte de su hijo en un barrio pobre de la ciudad (casi como quien mira una oferta de supermercado), y un periodista "movilero" que está delante de ellos, de apariencia de novato, parece más concentrado en acertar técnicamente con sus palabras que conmovido por la historia que cuentan los padres. Una verdadera foto del apocalipsis (usando palabras de Hernán). ¡Señor, ten piedad!
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