Hablarle de Dios a mi hijo me hace tomar conciencia de lo que estoy diciendo, de mi fe. Me digo sorprendido: “mirá vos, si es eso lo que yo creo”. Hablarle de Dios a mi hijo es la reveladora situación de estar diciendo a alguien en voz alta (por ejemplo, cuando entramos a un templo y él mira asombrado): “acá está Jesús, venimos a rezarle”. Decir eso, de corazón, a mi hijo, me causó más estremecimiento que rezar el Credo en voz alta en la misa…
…no fue un razonamiento, no fue un sentimiento fugaz (o tuvo todo eso, pero fue mucho más), fue un darme cuenta, un percibir una verdad. Fue un consentimiento dado a Dios. He dicho muchas veces “creo”, pero no sé si muchas veces he dicho a otro: “creo en Dios, hay un Dios, vive, yo te lo digo y si te lo digo es porque lo creo”. Un creo en un lugar lleno de gente a la que lamentablemente no conozco, o conozco poco, no es lo mismo que enseñarle algo al propio hijo, testigo único, testigo y a la vez educando, hombre a tu cargo, que depende mucho de vos…
…por otro lado, lo del Credo (y la gente que conozco poco) es una macana, ya que debería rezar el Credo con la emoción con la que le hablo a mi hijo, ¡dice tantas cosas el Credo! Pero hay momentos de sequedad… lo han tenido los grandes santos… sí, claro, el habernos acostumbrado a vivir tan rápido no ayuda, la capacidad contemplativa está muy disminuida…
…no fue un razonamiento, no fue un sentimiento fugaz (o tuvo todo eso, pero fue mucho más), fue un darme cuenta, un percibir una verdad. Fue un consentimiento dado a Dios. He dicho muchas veces “creo”, pero no sé si muchas veces he dicho a otro: “creo en Dios, hay un Dios, vive, yo te lo digo y si te lo digo es porque lo creo”. Un creo en un lugar lleno de gente a la que lamentablemente no conozco, o conozco poco, no es lo mismo que enseñarle algo al propio hijo, testigo único, testigo y a la vez educando, hombre a tu cargo, que depende mucho de vos…
…por otro lado, lo del Credo (y la gente que conozco poco) es una macana, ya que debería rezar el Credo con la emoción con la que le hablo a mi hijo, ¡dice tantas cosas el Credo! Pero hay momentos de sequedad… lo han tenido los grandes santos… sí, claro, el habernos acostumbrado a vivir tan rápido no ayuda, la capacidad contemplativa está muy disminuida…
5 comentarios:
Creo que ya lo he compartido antes, pero de las cosas que más han afirmado mi fe infantil ha sido el ver a mamá hablando con Dios (ella, después de comulgar, nos abrazaba a los más chiquitos de turno -fuimos muchos- y hacía su acción de gracias, en voz baja, con nosotros). ¡Cómo no iba a ser cierto si mamá hablaba con Él!
Me emocioné con tu relato :'(
Me acordé de mi hijo cuando pequeño, rezaba con él en las noches y cantabamos alabanzas. Recuerdo que para una semana santa 5 añs tenía, fui a la iglesia para la celebración del sábado y cuando volví, él estaba viendo Jesús de Nazareth justo en el momento de la pasión, estaba llorando amargamente y se abrazó a mí. ledije que apagaba el televisor me dijo que no, pero que me lo acompañe. terminó de verla abrazado conmigo y yo contándolo lo feliz que debemos ser porque´Él está vivo. Creo que no lo entendió. Hoy a sus casi 18 años, depsués de pasar un periodo muy duro como ateo, está volviendo...supongo que jamás estuvo muy lejos. Siempre le he pedido a la Virgen que lo acompañe, y ella está a su lado, estoy segura.
Un abrazote para uds y besitos a Francisco
Y espera a que sea Francisco mismo el que te diga (mas adelante): ¿ya lo pusiste en manos del Señor?, y entonces sabrás que realmente Dios no solo Es, sino que se ocupa tiernamente de nosotros.
La vida de fe de los niños tiene todo asumido: como cuando la mayor de mis hijas se da un porrazo, y mienras se queja el menor sin inmutarse: "dile a Maria que lo cubra con su manto".
Y listo, eso es todo. ¿o es que puede haber mas?
Me has recordado un lance parecido con mi padre.,se te clavan en el alma. Gracias y pídele a tu hijo que rece también por los de los blogs.
Me has matado con tu comentario. Es verdad, nada reafirma más que enseñar a otros y,... ¡mostrar a Dios!...¡cómo no creer mejor uno mismo, más conscientemente!
En un sentido parecido, pienso en un hijo mío que anda muy lejos, tanto, que pienso que de tanto arrancar de Dios va a dar la vuelta y el Señor, amoroso, se le va a mostrar por el otro lado y ¡sueño a ese hijo diciendo de verdad su Paternoster a su Padre celestial!
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