sábado, 26 de febrero de 2005

Relato breve sin mucha ficción

Eran entrenados para adaptarse al mundo real. Eran seleccionados de acuerdo a las posibilidades que mostraban y entrenados estrictamente. El mundo real era el mundo en que vivían. Sus Entrenadores no les decían, porque ninguno sabía, que ellos eran los que construirían el mundo real, y que este mundo real que construirían era más verdadero que aquel al cual se adaptaban, que llevaba exclusivamente, por error, el apodo de real.
Los Entrenadores eran ciegos, o perezosos, o ignorantes en el más inocente de los casos, aunque los había culpablemente ignorantes. Creían conocer el mundo real, creían que el mundo real no se construía, creían que el mundo real ya existía, que ese mundo real era el que veían. No pensaron en lo que decían Los Otros. Los Otros decían que había otro mundo real también. Era un mundo que no existía en lo material, pero era un mundo querido, era un mundo deseado, por lo tanto era también real. Porque los sueños son reales, existen. No son materiales (y hasta se podría dudarlo), no son tangibles o mensurables, pero existen. Por algo aquel líder de Los Otros insistía siempre a sus educandos en que real era una cosa y concreto otra, no eran opuestos. Real se opone a irreal. Concreto a abstracto. Verdadero a falso. Pero para los Entrenadores esos eran delirios inútiles. E inútil era una mala palabra para ellos.
Este era el final del post, un "invento" de ayer a la noche. La casa estaba en silencio. Apagué la computadora. Agarré el libro que tenía como asignatura pendiente (ver) y me tocó leer:
No proponer al hombre sino lo humano -hacía notar [Aristóteles]- es traicionar al hombre y querer su desgracia, pues por la parte principal de sí mismo, que es el espíritu, el hombre está llamado a algo mejor que una vida puramente humana.
¡!
* Introducción de "Humanismo Integral" de Jacques Maritain.

viernes, 25 de febrero de 2005

Por su salud (buenas noticias)

Acá se puede leer el Salmo 40, "oración de un enfermo", según lo llama Zenit: clic.
Y si van a Zenit, sección "Audiencia del miércoles", con fecha 2 de junio de 2004 [2004-06-02] está el comentario de Juan Pablo II al Salmo.
¡Recemos por Juan Pablo II!
¡Buenas noticias: clic!

jueves, 24 de febrero de 2005

Arranques patrióticos

Iba por la calle y desde la disquería se escuchaba una canción en inglés.
Bien podría haber omitido lo de "en inglés". Pero las personas que quieren a su patria, a lo suyo, perciben "automáticamente" cuando algo no es de la propia tierra sino que proviene de un país extranjero. Una de esas personas, habitante de un país de lengua no inglesa, no puede decir, al ir por la calle: "desde la disquería se escuchaba una canción" y nada más. Debe agregar que es "en inglés", un idioma distinto del propio. Algo "distinto a lo normal" ocurre y es que la canción es en inglés. Se percibe así.
Lo cierto es que acá en Buenos Aires no es nada "distinto a lo normal" que se escuche mucha música en inglés. Por eso y por otras causas, ya no aclaramos cuando una canción es en inglés. Es una canción y punto. Triste punto.
Atención pido, muchachos*: notar que algo es extranjero no es despreciar lo extranjero. Es amar lo propio. (Así como el notar las diferencias de raza o de religión o de otro tipo no es discriminar ni no tolerar; por el contrario, omitir dichas cuestiones, o intentar vivir sin ellas, es propiamente no tolerar; pero ese es otro tema).
La canción decía: "all I need is the air that I breath..." [Todo lo que necesito es el aire que respiro]. Y si me llamó la atención en ese momento no fue porque estaba cantada en inglés, sino porque una o dos veredas antes un señor, agobiado por el calor, había dicho: "¡Qué dia! ¡No hay una gota de aire!"
* "Atención pido, muchachos, que ahí va un tango, un tango de mi flor". Con estas palabras, Angel Vargas daba introducción al tango "Naipe Marcado", en un caset de mi papá.

miércoles, 23 de febrero de 2005

Vida y muerte (con hipótesis de yapa)

Dice Fabricio, un obrero de curtiembre nada zonzo y bastante revolucionario:

El hombre nace lleno de preguntas: vivir es contestarlas. Y el que no las contesta muere.

Sus palabras me sonaron conocidas. No sé si alguien más famoso dijo esto antes... Fabricio es un personaje de la pequeña pieza teatral "La batalla de José Luna" de Leopoldo Marechal.
Y ahora otra vez Castellani. Sus oraciones me van dando letra. Esta vez un fragmento de "Alegoría de la vida y de la muerte":

La vida es una cárcel sin barrote
o con barrotes que se ven apenas
o no se ven hasta que vienen penas
que te agarrotan y te dan garrote


Lo más barato es aceptar el bote
mejor que por las malas por las buenas
y en sacudón que rompa las cadenas
naufragar y salir nadando a flote


(...)

Quizás este último verso sea algo triste... pero tal vez haya sido Castellani (aventurada y loca hipótesis de parte de un Catellanineófito) una de esas personas que "consiguen amar la tristeza sin ofender a Dios, sin pecar contra la esperanza", como dice Hernán (ver) que ponía Bernanos en boca de uno de sus personajes. Y eso dicho como un elogio, ya que ¿quién podría pasarlas como Castellani sin estar triste? ¿Y aún triste no perder las esperanzas?

martes, 22 de febrero de 2005

Misterios. Vida.

Para curarse de muchas "soberbias" basta con pensar una cosa. Pensar que si estamos acá no es porque lo hayamos decidido nosotros.
Otro asunto. Si bien una vez crecidos podemos "decidir" si nos quedamos o no, el no querer la vida creo que es algo enfermizo. Aunque sea de la forma más resignada, queremos la vida. Un cantante popular con el que me están poniendo a prueba la paciencia algunos compañeros, dice casualmente en una de sus canciones, en palabras que traslucen tristeza:
Vivo,
porque sobrevivo,
porque aunque no quiera
tengo que cargar conmigo.
Y por allá se escucha otro que dice:
Sin querer nací,
pero, bueno, aquí estoy (...)
Queremos vivir; nuestra vida no la hemos decidido, pero en cierta forma la elegimos.

(...) una especie de terca persistencia
afincada en los mismos huesos médula y panza
que tiene más carácter de instinto que de ciencia
y está más dentro y honda que la misma esperanza
inaccesible a la conciencia.
*

* De la oración "Comparaciones", de L. Castellani en "El libro de las oraciones".

viernes, 18 de febrero de 2005

Misterios. Muerte.

De un artículo de Zenit (ZS05020309, 3 de febrero de 2005) referido a cuestiones a tener en cuenta en la donación de órganos, leí cosas muy interesantes sobre la muerte.

Según «la antropología cristiana», afirma el Santo Padre en respuesta al interrogante, «es sabido que el momento de la muerte de toda persona consiste en la definitiva pérdida de su unidad constitutiva de cuerpo y espíritu».

«Cada uno de los seres humanos, de hecho, vive en la medida en que es "corpore et anima unus" [la [«unidad de cuerpo y alma» ndr.] (Gaudium et Spes 14), y lo es hasta que subsiste esta substancial unidad-en-totalidad».

Por tanto, reconoció, «la muerte de la persona, entendida en este sentido primario, es un acontecimiento que ninguna técnica científica o método empírico puede identificar directamente».

Desde el punto de vista clínico, consideró, «la única manera correcta --y también la única posible-- de afrontar el problema de la certeza de la muerte de un ser humano es la de concentrar la atención y la investigación en la individuación de los adecuados "signos de muerte", reconocidos a través de su manifestación corporal en el individuo».

Citando un discurso de Pío XII de 1957 el pontífice concluyó la respuesta a su pregunta aclarando que al afirmar que «corresponde al médico dar una definición clara y precisa de la "muerte" y del "momento de la muerte" de un paciente que expira en estado de inconsciencia».

Acostumbrado a pensar mucho en el otro límite, el del origen de la vida, esto capturó mi atención.
En primer lugar, me alegra cuando la Iglesia de la cual formamos parte dice a través de los responsables cosas como: "la muerte de la persona, entendida en este sentido primario, es un acontecimiento que ninguna técnica científica o método empírico puede identificar directamente". Porque es de valientes hoy en día reconocer la impotencia ante el misterio. Hoy en día todos sabemos de todo, todo opinamos de todo y el que respeta los misterios es visto como un primitivo o un hombre de la Edad Media (con todo el mal concepto que hay de la Edad Media). Es algo valiente decir: "es un misterio y hasta que no sepamos más no podemos actuar o decidir sobre él".
El reconocimiento del misterio surge después de una profunda y estudiosa reflexión, guiada siempre por la recta intención. Al profundizar se comprende que hay algo que nos supera. Que no podemos ser tan orgullosos de actuar con autoridad sobre ello. Como en el origen: aceptar la vida que va a nacer aún con problemas serios de salud, o tantas otras cosas.
Eso sí. Siempre hay que estar atento, no sea que pequemos por irnos para el otro extremo. Como aquellos primitivos hombres que se veían en una propaganda, que decían: "¿para qué usar el tren si Dios nos dio caballos?" O como el cura de aquel cuento que en la inundación del pueblo no se subía a ningún bote ni aceptaba ningún auxilio de nadie porque "Dios lo iba a salvar".
Porque aceptar lo divino no es dejar de confiar en el hombre, como queda claro en el siguiente párrafo del artículo citado, cuando dice: "corresponde al médico dar una definición clara y precisa de la ‘muerte’ y del ‘momento de la muerte’ de un paciente que expira en estado de inconsciencia".
En segundo lugar, y ya es extenso el post, diré que también pensé sobre la muerte en sí. Esa prueba única. Ese examen final del que nunca nadie nos contó su experiencia completa. Podemos suponer que falta para eso y podemos calcular los días que pueden quedarnos. Y ver cuán pocos son. Y así valorar cada uno. Pero sabemos también que la muerte puede ser mañana, hoy. Y entonces también, cada día es único. Pensar en la muerte es meterse un poco en la realidad. Es darse cuenta que "esto" pasa.
Corremos, escapamos, estamos ciegos, estamos sordos, o ebrios, o adormecidos. Basta pensar un poquito en la muerte para despertarse.

jueves, 17 de febrero de 2005

Cuaresma


Desde España dijo Sweet Rome que dijo Monseñor Asenjo, Obispo de Córdoba, en su homilía del Miércoles de Ceniza: "Los pilares de la Cuaresma no son otros que la oración, la limosna, el ayuno y la reconciliación".
Ya sé, no es una frase célebre. Pero es justo lo que necesito. Dejar de buscar cuestiones novedosas que sólo conducen a una especie de regocijo intelectual en el misterio de la salvación. Que valen, pero no para mí ahora. Es hora de ponerme sencillamente obediente a hacer las cosas que tengo que hacer. Para vivir en plenitud la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

Para los sentimentales

No tenemos ahora "cable" (televisión por cable paga). Pero nuestra antena "posa pájaros" tradicional agarra un canal de la zona norte en el cuatro. Y estaban dando "Los Intocables". Con Kevin Costner, Sean Connery, Robert De Niro y elenco. ¿La vio el lector? Casi seguro. Nada muy elaborado. Esas historias simples de bien y mal, de honor y deshonor, de valores y cobardías, que de alguna forma nos atrapan.
Vamos al punto rápidamente. Si hay algo que me pone mal en la película es la muerte del "viejo", ¿cómo se llama? El que hace Connery. La voz de la experiencia del grupo. Matado por la mano asesina de Al Capone. Y eso que no era ningún pavote, pero dos contra uno... Me pone mal, se me ponen calientes los ¿pómulos? bajo el ojo, no de llanto, de rabia. Como si lo viviera.
Pero tengo un consuelo. Tengo un consuelo que no sé si será "de cristiano" o de qué. Pero es que el "viejo" cumple antes de morir. Consigue y entrega un dato importantísimo que permitirá la captura del contador de Al Capone y que este "ventile" cosas muy importantes en un juicio del que Capone saldrá preso. Y haya conseguido o no el dato, lo que lo hace "cumplir" es que el intocable entregó su vida por eso. Porque luchar por el dato le costo su "condena a muerte" de parte de la mafia. Su vida valió la pena porque el tipo luchó a riesgo de ella por lo que creía que era el bien, la justicia, y no cedió ante el mal que instalaba Capone en los cuerpos y en las almas de los mismos amigos del "viejo", policías corruptos. Así que ese es mi consuelo. Dar la vida por una causa noble da valor a la misma.
"Es un peliculín nomás", dirá alguno. Bien, ya lo dije. Y sé que además hay partes de dudosa enseñanza, como la del bueno que no puede perdonar al malo (Eliot Ness no resiste vengar la muerte de su amigo matando al "malo" con métodos fuera de la ley). Sé que no es gran cosa la película, pero vaya este post para que no se pongan tristes los sentimentales como yo que la vieron.

miércoles, 16 de febrero de 2005

Más pensamientos sobre fe y razón

Hay dos formas de entender eso de que la fe tropieza con la razón (que no es así).
Porque una cosa es que la razón parta para su trabajo de verdades de fe. Y otra que esas verdades no sean razonables (que no es así).
La fe no se opone a la razón. Unamuno en "Del sentimiento trágico..." no decía fe, pero si mi memoria no me falla hablaba de vida. Y me da la sensación de que él buscaba que la razón lo haga todo, incluso determinar el punto de partida de su propio ejercicio. Y si no lo hacía, pues fallaba. Como las verdades de las que partían grandes pensadores eran, digamos, "reveladas", entonces no eran de razón.
Pero no es así. Esas "premisas" no eran "creaciones" de la razón, pero no eran opuestas a ella, eran perfectamente entendibles. Y aceptables. Es posible que pueda oponerse la razón al sentimiento (no estoy pensando en eso), pero el hecho de que la razón no pueda fijarse su propio punto de partida (cosa cierta) no define que fe y razón sean incompatibles. Todo lo contrario.
La fe nos da un punto de partida. Creo en los testigos de Jesús que me transmitieron su Palabra. Y cuando me pongo a razonar (a partir de ello) encuentro todo eso y más como cosas perfectamente razonables, aunque a veces no pueda verlo de entrada (y ahí juega otra vez la fe para probar y ver, ir y ver, y así comprobar).
O sea, no hay verdades de fe que se opongan a la razón, verdades de fe que la razón encuentre "antirracionales". Es cuestión de aceptarlas. Lo que sí hay es una fe que le da el punto de partida (y luego un salto) a la razón, esas cosas que esta última no puede hacer.

Expedición

Viajamos entre la tormenta,
después de la explosión de Dios.
Cada relámpago nos muestra
fantasmagóricos de amor.
Al volver a escuchar esta canción me pregunto qué es eso de la explosión. ¿Puede ser como el fin, la muerte de Dios? Pero no la de Cristo, supongo. ¿Será como la de Nietzsche? Mi imaginación era más amplia. Daba forma a una especie de idea creacionista y evolucionista en que Dios creaba al mundo con una explosión, el big-bang; y luego ahí estábamos. Es un sentido totalmente opuesto, por lo que verán. (El tema de los fantasmas es una constante en el disco. Y no lo entiendo muy bien).
A cada paso se hunde el lodo,
salta un reptil, acechan diez.
Cada segundo es como el cobro
de lo que resultamos ser.
La travesía que tiene lugar luego de la explosión de Dios no es nada agradable al parecer. Por eso si la explosión de Dios fue su muerte a lo Nietzsche, acepto que el posterior viaje por el mundo es algo desastroso. Ahora bien, si la explosión fue la creación, es la vida (con Dios no muerto) lo que resulta un viaje difícil. Cosa que en un sentido es cierta, pero es otra idea, idea algo negativa si pensamos que la une directamente con la creación (y no da lugar al paraíso y a la caída).
Sea como sea, está presente el mal en este viaje. Otras veces hablaste de serpientes. Serpientes que se vencen con bien, por lo tanto son el mal. El mal como serpiente... no está lejos de lo que dice nuestra Biblia. Cada segundo en esta tierra es un segundo de ser caído, acechado por la serpiente; por la serpiente nos dejamos tentar, y ahora "pagamos" por ello.
A bordo de esta expedición
va un loco, un albañil,
un nigromante, un ruiseñor
y un beso espadachín.
De todo hay en esta viña, sí señor.
Nos falta un día, un niño, un don
para sobrevivir.
Pues bien, Silvio, ahí está la clave. Me sorprende que no seas creyente. Buscas un niño, ¡un niño! Nosotros conocemos a ese Niño. El Niño Jesús. Y creemos en que necesitamos ser niños. ¡Y hay un día! Un día en que nació el Salvador. Y un día en que nos dio el don máximo, el don de su Vida.
Silvio Rodríguez es de esos artistas de los cuales no podemos creer (¿Ciegamente? ¿Soberbiamente?) como no se convierten y creen. Sí, sí, ya sé. Conozco respuestas. Pero me refiero al hecho de que sus palabras tienen rastros de verdad, si se puede decir esto, y por eso extraña que no pueda ir un poco más allá. Si es que no fue ya.
Para cerrar esto, una letra suya más antigua que es muy linda (por lo menos así como la entiendo yo), y dice:
Debes amar la arcilla que va en tus manos,
debes amar su arena hasta la locura.
Y si no, no la emprendas que será en vano.
Sólo el amor alumbra lo que perdura.
Sólo el amor convierte en milagro el barro.

martes, 15 de febrero de 2005

Como querés que te crea

La calle se llama Corrientes, como la de Buenos Aires. Entre casas de comida, inmobiliarias y locutorios hay una librería. Esas que venden libros viejos.

- ¿Cuánto sale
este?
- Nueve noventa
-
Mmm
–y revuelvo la pila dudando si llevarlo. Y aparece un ejemplar con etiqueta-. Acá dice seis noventa -digo sorprendido.
- Sí, está bien.
Y en voz baja agregó:
- Esos son unos que salieron mal impresos...
- ¡Ah!, pero... ¿le faltan hojas?
- No, no, hojas no. Son unos bordes negros, fallas de impresión...
- ¡Ah!, bueno. Lo llevo.
- Gracias.
- Gracias.


Desandando el camino a casa lo saco del sobre plástico. Lo hojeo y ¡zás!, le faltan hojas. Vuelvo presuroso. El vendedor no estaba. Había otro en la puerta.

- Señor, recién llevé este libro, pero le faltan hojas.

No sé si lo llegó siquiera a ver, pero se quedaba, no decía nada. A mí me dio la impresión de que se quería hacer el tonto o que no quería meterse en lo que hizo otro vendedor.

- A ese libro le sacaron un capítulo en la época de los militares –dijo de pronto.

No sé si fue su actitud o qué cosa fue, pero no le creí. Me pareció una original excusa.

- Pero no me sirve así el libro.
- Véalo con el otro vendedor –me dijo y yo entré. Y volví.
- No está el señor. ¿Puedo ver si le faltan las hojas también a otros ejemplares?
- Sí, sí...


Y al rato se me acerca. Una pregunta y un ademán como tratando de mirar los libros que yo estaba revisando. Algo así como:

- ¿Cuál es el libro?

"¡Eh! ¿Cómo? ¿No era que sabías lo que le había pasado? ¿Ahora me preguntás cuál es?", pensaba yo.

- De ese autor, si te gusta, tenés también éste –dijo, y me mostró un ejemplar de "Antígona Vélez".

Le dije que ya lo tenía (no es verdad). Y seguí abriendo ejemplares del otro. El vendedor se fue. Abrí dos más. A todos les faltaban exactamente las mismas hojas. La cosa cambiaba. Pero no podía creerle a los vendedores: jugueteo de precios, dice que no faltan hojas y faltan, dice que fue recortado y después pregunta cuál es. ¿Cómo creerles? Dude un segundo.

- Bueno, me lo llevo. ¿Sabe qué? Están todos igual.

No hubo respuesta, pero no fue descortés el saludo. No me lo llevaba por que les creía, sino quién sabe porqué (¿falta de coraje para reclamar la devolución de la plata?). Lo que llevaba conmigo bajo el brazo era: "El espía y otros relatos", de Leopoldo Marechal. Y hoy decidí "investigar" sobre este libro en Internet. En el
primer resultado me llevé una sorpresa:

"En la mesa del café Izmir de la calle Gurruchaga dos intelectuales, Horacio González y Claudio Pérez, recuerdan la figura de Leopoldo Marechal a partir del capítulo faltante en la edición de fines de 1975 de El espía y otros relatos. Aparentemente, una mención a la isla de Fidel bastó para que un temeroso editor lo sustrajera."


Es un comentario de la película "Marechal o la batalla de los ángeles", de Gustavo Fontán. Sorprendente revelación para mí. El vendedor tenía razón.

Nota: de todos modos, mucho no encontré. Aquí otros links similares (leves diferencias):
clic y clic. El libro en mis manos es editado por "Editorial Jorge Kiek".

lunes, 14 de febrero de 2005

Comunicación en el locutorio

El hombre creo que había pasado ya los setenta hace rato. Y terminaba de hablar por teléfono. La cajera del locutorio aún debía conservarse dentro de los treinta y pocos.
- Señor, ¿por los cinco centavos le puedo dar un caramelo?
- No, no.
- Es que no tengo monedas de cinco.
- Dame una de diez.
- Pero es que después la tengo que poner yo de mi bolsillo.
- ¡No sé quién la tendrá que poner! Yo quiero mi plata. No es la primera vez que pasa esto.
¡El eterno tema del vuelto en caramelos! A pocos le puede afectar la falta de cinco centavos pero a más les molesta el ser engañado, aunque sea en una pavada. Pero ahora me quiero detener en un caso de "vuelto en caramelos" particular, en el cual los involucrados son dos personas separadas por una o dos generaciones.
Dejando a un lado cuestiones de carácter y educación, que conducen a formas más o menos delicadas de decir las cosas, está otro aspecto que aún no sabría como definir, y desarrollo a continuación. La respuesta del señor: "no sé quién la tendrá que poner" esconde varias cosas detrás que la señorita no "entiende" porque no "conoce". Y es entonces que no se logra un pleno entendimiento entre los dos personajes. Porque como decía un profesor, no se realiza la "comunicación" cuando no se parte de premisas anteriores comunes.
Lo que el señor quiere decir resumido en su frase: "no sé quién la tendrá que poner", es además: "al responsable no le corresponde dar excusas que compliquen al cliente con el funcionamiento interno del negocio"; "en estos casos hay un responsable de tener el vuelto adecuado y ese es el negocio"; y otras. Esas premisas quizás no son tan evidentes para la locutorista, mientras que para el señor están implícitas, no hace falta explicarlas.
Hablaron de distinta manera y se fueron sin entenderse. El señor recibió la moneda de diez y se fue satisfecho de que "se hizo justicia". La señorita había obrado de buena fe (hay otras veces en que el vuelto en caramelos es algo sistemático e interesado) y se quedó ofendida con la prepotencia del señor. Hay jóvenes que simplemente no comprenden los principios de los mayores, quizás porque no recibieron esa educación. Y el mayor supone a veces (sin siquiera pensarlo) que el joven los conoce a esos principios, y que está faltando al no actuar de acuerdo a ellos. Y aunque supusiera que no los conoce, cree que los debería conocer. Y entonces su actitud es la de un mayor que "reta" a un joven. Pero las cosas cambiaron (para bien o para mal, no vamos a discutirlo acá ahora). Cuando el señor era del bando de los jóvenes, los mayores los educaban a ellos. Y hoy... hoy hay que ver hasta qué edad un joven acepta un "reto" de un mayor (si llega a entender que es un reto).
Algo más en esta historia de locutorio. Pero ya no tiene tanto que ver con diferencias generacionales. Hay dos tipos de gente (en esta clasificación que voy a proponer). Están aquellos que se ajustan al "cómo debe ser". Cuando sufren una injusticia como la del vuelto en el locutorio, antes de reclamar piensan. "¿Es justo mi reclamo?" "¿Quién es el responsable de tener cambio en los negocios?" Incluso pueden ir más lejos. "¿Y eso lo dice alguna ley o es costumbre?"
Por otro lado está el que no piensa en el "cómo debe ser". Cada situación es para él nueva y la maneja como pueda para que se resuelva a su favor. Y por más malo que parezca esto hay que aprender mucho de estas personas (y con esto me confieso más cercano a las otras). Porque no toda la vida está estipulada en una ley (hablando mundanamente). Y mucho de lo que uno le pase o deje de pasar, lo debe definir uno mismo. Es muy sutil el punto que quiero abordar y eso toma tiempo, pero no voy a hacer sino un resumen. Y traigo el ejemplo. Supongo que en ningún lado dice que el negocio es el responsable de tener cambio. Y una persona de las que no piensan tanto "cómo debe ser", quizás ni toque este punto en una discusión por un vuelto. Simplemente se preocupará por como conseguir su vuelto. Y para eso buscará las distintas formas posibles. "¿No te puedo deber yo los cinco? Mañana te los doy, dale".

jueves, 10 de febrero de 2005

Oración del 6 de febrero (completa)


¿Qué cosas grandes debo hacer? Las grandes de cada día. Como el samaritano que se encontró al herido.

Y ser lo que soy. Lo que debo ser. Lo que quiero ser.

Y eso es chico y es grande. Y no es fácil.

Pero tú lo mandas, tú lo darás.

Porque si llego al ataúd sombrío
sin una flor en el peñón pelado
no eres injusto, porque nada es mío
pero no fueras tan santificado
*


* Fragmento de la "Oración por nosotros los vencidos", de Leonardo Castellani.

lunes, 7 de febrero de 2005

No es más que relativismo

Sábado pasado en La Nación. En la serie "Los intelectuales y el país de hoy" conozco a Silvio Maresca. Filósofo argentino graduado en la UBA, docente, con trabajos en el Conicet y un cargo público de director de la Biblioteca Nacional en la presidencia de Eduardo Duhalde, especialista en Nietzsche. Trataré de resumir y diré que me llamó la atención por varios conceptos interesantes.

Me hizo acordar a lo poco que conoco de Castellani (con perdón de Castellani) y puse en aquel post (
ver) cuando leo:

"La función del Estado no es salvar a las personas. No hay que pedirle al Estado
y a la política más de lo que pueden dar, ni depositar en ellos esperanzas de redención".


Claro que su "solución" no es la de Castellani ni la de Maritain.

(...) el actual estado de disolución de valores tiene en sí mismo el germen de lo nuevo, que Maresca ve surgir, por ejemplo, en que "las personas comunes quieren hacer su propia experiencia y buscar sus propios valores"


Confío, señor Maresca, en las capacidades de la recta razón y la buena voluntad. Pero... ¿adónde iremos sin la ayuda de Alguien? ¿Adónde iremos? Sólo tú, Señor, tienes palabras de Vida Eterna.

"De las grandes masas que que dominaron el panorama del siglo XX van emergiéndo individuos neófitos, que intentan hacer su propia experiencia...


Me parece bien.

...no ya en relación con exigencias de tipo trascendente ni normas absolutas."

¡Uh, qué macana! Le deseo suerte a toda esa gente. Tengo cierta esperanza de que cuando empiecen a andar esos caminos propios, que sin duda son necesarios, descubran que hay Alguien absoluto y trascendente sin el cual no llegamos a ningún lado, no encontramos cosas verdaderas, no tenemos verdadera vida.

"Es algo muy simple: las personas comunes quieren construir sus propios valores, su propia existencia. Esto no es un fenómeno puro, porque coexiste con adhesiones masivas a circunstancias o figuras, pero hay una tendencia cada vez más acusada y altamente positiva."


Si vos decís. Por lo pronto ya tengo un par de amigos: uno se fijó como valor propio que es bueno matar gente y el otro tiene el valor de que no hay que matar a nadie. Pero ellos no discuten, porque "cada uno se arma sus propios valores", así que el segundo se limita escaparse del primero y así están.

¿Esa moral relativista sigue de moda? No lo puedo creer. Claro, para quien como tantos otros ve al Cristianismo como "una imposición que hubo en el mundo" durante mucho tiempo, pues sin duda que la moral relativista es la solución. Es ese malentender el amor al prójimo. Ver como imposición la evangelización.

Para estos relativistas, mi ejemplo de los dos amigos es exagerado, ahí es cuando empiezan a intentan forjar valores comunes que no se pueden violar, y caen en la contradicción.

¿Y estas cosas se siguen publicando por los diarios? Al parecer el periodista no es tan zonzo. Le pregunta:

¿Cómo se refleja este proceso en la política, que tiene que ver con la construcción de valores comunes?

Algo es algo. No habla de absolutos, habla de "comunes", que pueden darse por vacíos "consensos". Pero vale. Y Maresca responde que la politica debe "dar espacio a este proceso". Dice que al estallar la ilusión neoliberal "empezó a surgir una energía en la sociedad argentina que es la que hoy está haciendo que nuestra situación esté claramente mejor". Su temor es que "la ilusión neoliberal haya sido reemplazada por la ilusión progresista".

Pues hace bien en temer, pero yo temería también a la ilusión relativista.

domingo, 6 de febrero de 2005

Stella Maris

Hoy fui a misa a Stella Maris en uno de los puntos altos de Mar del Plata. En una construcción tradicional con un "toque" que sin duda le fue dado años después. No sé si recuerdan "El Arca Rusa" de Sokurov, hace poco en cine. El guía nos muestra a una Rusia como un arca en el medio del mar. Esa es la imagen que me vino a la cabeza al ver todo el muro detrás del altar pintado como un gran mar y su horizonte. En tonos de crepúsculo y una luz en el medio que hace el efecto de irradiarse desde la imagen blanca de la Virgen, que esta colocada por delante del muro con una corona de luces.
Pues no habiendo faros
en las costas, antes
los astros guiaban
a los navegantes
que zarandeados
por los aquilones
al cielo los ojos
y los corazones
y las manos juntas
alzaban
mientras que las olas
bramaban
y se enloquecía
el viento y corría
con brinco inseguro
furioso y saltando
por el mar oscuro
borrando
de la recta vía
la perdida huella...
Porque de este mundo
por el mar profundo
ella, que destella
nos da de la vía
la perdida huella...
por eso a María
la llaman Estrella.
Fragmento de la oración a Stella Maris de Leonardo Castellani, en "El libro de las oraciones".

sábado, 5 de febrero de 2005

Orando con San Francisco

Porque
es dando que se recibe,
perdonando que se es perdonado,
muriendo que se resucita a la Vida Eterna.


¡Dar y perdonar son tan difíciles! Tienen algo de muerte (cuanto más o mejor se hagan). Hay veces en que nos sentimos incapaces, hay veces en que duele.
Pero también hay veces que lo vivimos como algo bello (el dar y el perdonar). Quizás sean esas veces en las que al dar o perdonar se nos anticipa de alguna forma la promesa de la última frase, la Vida Eterna. Esa felicidad que experimentamos a veces al dar o al perdonar es quizás un esbozo, una intuición del sentimiento, de lo que será la Vida Eterna.

viernes, 4 de febrero de 2005

Autora conmovida se excede

Lo doloroso del final de muchas personas hace que mucha otra gente sienta compasión por ellas. Y me parece muy bien. Claro que hay que tener un poco de cuidado con lo que se llega a decir.

Seguí leyendo la revista de La Nación del domingo pasado y ahí un artículo de la escritora y licenciada en historia Lucía Gálvez acerca de la historia de Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez. No conozco mucho de historia y con su relato conocí lo que creo que sería un resumen de la historia. Tan trágico final es para conmoverse, sin duda. Conmoverse de alguna manera.

Hay tanto dicho de este fragmento de historia que no tendría sentido que yo diga algo. Pero yo no hablaré de la historia, sino de esta señora que hizo el artículo. A mi criterio la autora, terriblemente conmovida, se excedió en sus palabras. Fragmentos...

"...él la tranquilizó convenciéndola de que aquello no era un crimen. Reconocía haberse equivocado al seguir la carrera sacerdotal, pero consideraba que, por las circunstancias, sus votos eran nulos"


"El había cometido un error, pero ante todo era un hombre creado a imagen y semejanza de Dios, con inteligencia y libertad para arrepentirse de su decisión equivocada y empezar una nueva vida junto al ser querido que Dios había puesto en su camino. Todo desaparecía ante la imperiosa necesidad de vivir juntos. Dejarlo todo para tenerlo todo. Nada podía existir superior a esto"



Da escalofrío ver como la autora usa las palabras más santas para defender a los protagonistas, que en paz descansen y de los cuales poco puedo decir.

¡Cuando pienso lo que A., la prima de mi Papá, tuvo que sufrir para poder obtener la nulidad matrimonial! Es una historia tan trágica como la de estos muhachos (aunque sin muertes). El le dijo en la noche de bodas no quererla y no consumaron matrimonio. Esto y otras circunstancias llevaron a los consejos de la Iglesia de que se separen y que nunca más se vean, y luego el largo trámite de la nulidad. Después de tiempo ella pudo conocer a otro hombre, que sí la amaba, e incluso para no generar escándalo se casó por Iglesia cuasi en secreto (ya que en ese tiempo no se podía divorciar de otro hombre en la ley civil y la Iglesia no quería "provocar").

Ella no era "un cura que dejaba los hábitos", pero se había casado (otro gran sacramento), era una esposa (aunque en realidad no). Y ella hizo todo para corregir el error por los caminos de la Iglesia. No hizo "justicia por su cuenta". No salió a defender sus razones (¡y qué razones!) por caminos propios. ¿Eso no vale? ¿Conoce la autora mencionada lo valioso de esa actitud? ¿No podemos sospechar que el camino de los personajes Camila y Ladislao es más cuestión de pasiones exacerbadas que no se pudieron manejar siendo fieles a la Iglesia que de amor bien llevado?

El tema es muy complejo y dije que no iba a hablar del caso histórico, así que antes de que algún conocedor me reprenda, voy dejando que este post se acabe...

Pero ¡cómo quiere que me calle!, si encima la autora dice por ahí irónicamente:

"¿Adónde se iba a llegar si hasta las simples mujeres se creían con derecho a entenderse directamente con Dios? Todo eso olía a luteranismo y libre interpretación de la Verdad. Era muy peligroso"

¡A mi me huele a otra cosa!
Oquei, oquei, me callo...

miércoles, 2 de febrero de 2005

Nuevas palabras y hoja de ruta

He incorporado nuevas palabras a mi vocabulario: "tutucas" e ineluctable. Tutucas son una especie de copos de maíz inflados (pero no el pop corn ni el pochoclo). Supongo que es un argentinismo o regionalismo. Ineluctable, lectores cultos ya lo saben, es algo como ineludible.
Hoja de ruta.
Plan A. Primero ir a Mardel. Cambio de aire y milanesa con papafritas. Luego excursión a Pehuajó, al bautismo del Francisco de Carolina. Posibles escalas: Tandil (Via Crucis) o Azul (Monaserio Trapense Nuestra Señora de los Angeles). Después vuelta a Mardel. Después vuelta a casa (snif).
Plan B. Sin Pehuajó. Con base en Mardel hacer días en Sierra de los Padres, Laguna homónima, Laguna La Brava, Miramar, Santa Clara, Mar de Cobo, Camet.
Plan C y principal. Lo que Dios quiera.
¡Y a buscar locutorios para que no se duerma el blog! Ineluctable.

martes, 1 de febrero de 2005

Son o se hacen (¿me repito?)


¿Son o se hacen?
Si se hacen, lo dejo para otro día. Si son, bueno, intentaré ayudarlos. Y que algún lector más sabio me corrija.

A ver... la Iglesia tiene una doctrina que habla del amor y su plenitud en el matrimonio (si dejamos de lado la “vocación religiosa”). Y en el matrimonio las relaciones sexuales para ser plenas deben ser abiertas a la vida, por eso no tiene lugar ningún tipo de anticonceptivo.

Todo lo demás, como ser opiniones acerca de la efectividad del preservativo (por ejemplo), son simplemente declaraciones circunstanciales que apuntan a ponderar, criticar, evaluar, distintas realidades de la vida, para dar opiniones sobre qué es mejor o peor hacer, por lo general en casos en que ya se desvió nuestra vida del camino de ese amor ideal.

Eso, zonzo sería pensar otra cosa, no implica renunciar a la proclamación de ese amor ideal, ni al aliento a los fieles para que lo busquen (ni al anuncio a los demás para que lo conozcan). Ese amor ideal es más real de lo que muchos piensan. Sin ser un amor perfecto como el de Dios, hay muchos matrimonios que viven ese amor en un intento de hacerlo cada día más pleno.

¡Qué torpeza es reducir todo a frases como: “la Iglesia aprueba el preservativo”! Una frase así carece de sentido. Porque carece de conocimiento de la Iglesia quizás.

La Iglesia tiene una doctrina, quién quiera conocerla que la estudie, quien la ame que la proclame (yo mismo debería estudiarla y proclamarla más). Cuando, aparte, por otras cuestiones, se hacen declaraciones circunstanciales que apuntan a ponderar, criticar y evaluar distintas realidades de la vida (soy reiterativo), no se está modificando esa doctrina.

Y me imagino que tampoco se puede entender ese procedimiento de la llamada telefónica (que aparentemente a veces se usa), mal descripto como "llaman desde el Vaticano y hacen que los obispos se retracten", sin conocer acerca de unidad, obediencia y otras cosas.
Una nota interesante al respecto, y no por resonancias actuales sino por los episodios de enero en España (las declaraciones de un obispo español referentes al SIDA y al preservativo), es la de Zenit del 21 de enero hablando con Navarro Valls (clic e ir a archivo, 21 de enero, sección entrevista, "El portavoz del vaticano...").