sábado, 30 de junio de 2018

Country mood

Mi ranking de canciones country tiene en las posiciones principales estas tres canciones: "Take me home, country roads", "Me and Bobby McGee" y "Angel from Montgomery".

La primera es de John Denver pero viajó con escala a Japón antes de llegar. En su propia versión de letra en japonés, la usó el Estudio Ghibli para su película “Whisper of the heart”.



La segunda la hizo Kris Kristofferson y tiene una letra muy poética. La conocimos por los “Swear and Shake” (video ya desaparecido) y Janis Joplin tiene la mejor versión.

   

La tercera es de John Prine y la conocimos en la alucinante versión de la Tedeschi Trucks Band que ha sido parte de una entrada.

   

Hoy se "candidatea" una nueva canción country aspirando a formar un top four. Se llama “Crossing Muddy Waters”, es de John Hiatt y la versión que la postula es la de las armónicas “I’m with her”.

 

sábado, 16 de junio de 2018

No es cuestión de fe, pero…

Yo también creo que no es una cuestión de fe ni religiosa. Cualquier razón recta puede llegar a la inmensa verdad: dos vidas de igual dignidad.
Lo que sucede es que es difícil enfrentarse a ese problema sin fuertes convicciones, sin aflojar en la fidelidad a la verdad, y eso es cosa en que la fe te puede ayudar y por eso son los creyentes los que agarran la bandera.
Puede ayudar pero no porque la fe sea un voluntarismo para cumplir una obligación anticuada por el miedo a un castigo, que es como muchos entienden a la religión, sino por la sabiduría de la fe. La fe nos ayuda porque nos entrena en lo que es "enfrentarse al misterio". Una vida dentro de otra, que es totalmente dependiente pero totalmente igual en su dignidad, es un misterio enorme. La ciencia nos explica el cómo sucede, y eso nos da una evidencia de verdad inigualable. Pero el misterio aún permanece: "Dos en uno". Mi hijo. Pero no soy el dueño. Mi cuerpo. Pero igual dignidad.
¿Cómo se actúa frente a un misterio? No se lo puede resolver, por ser un misterio. Pero no se lo puede negar, porque se mutila la verdad y conduce al error. Hay que ser fiel y buscar que todo lo que hagamos respete ese misterio.

Cuando la palabra aborto ya no es algo que suene mal, o feo, o al menos trágico (ni siquiera lo llaman un "mal necesario") es cuando se revela una falta de comprensión del misterio. Digo del misterio, podría decir de la realidad. ¿Y como se pudo haber llegado a eso? Yo creo que porque no hay nadie que nos haya enseñado a ser fiel a la verdad hasta sus últimas consecuencias. La fe nos enseña eso.
Que una mujer que haya sufrido violencia lo acepte, puede ser mucho pedir. Si tiene fe, esta podrá ayudar. Pero aún así será muy difícil. ¿Quién puede juzgarla o aplicarle una pena? Pero que los legisladores, que la gente que lo puede ver sin la ofuscación del mal recibido, no lo pueda ver, o no lo quiera ver, eso es lo malo. Podrían verlo aún sin fe, con una razón recta. Y mantenerlo con una voluntad firme. Pero cuán difícil es, la prueba está a la vista.

martes, 12 de junio de 2018

¿En quién confiamos?

Es cierto. No lo vemos a Dios. (Ni lo tocamos, ni lo detectamos con rayos equis o gamma). ¡Y es una objeción que parece tan fuerte! ¡Un reclamo en cierta forma tan justo de parte del que no tiene fe! Pero, ¿por qué confiar menos en un instinto o en una intuición (o en el que llaman el “sentido religioso”), que en los sentidos? Al fin de cuentas, si se tratara de engaños, ¿por qué no es un mayor engaño el de los sentidos? Si Dios existe en otra dimensión que la nuestra, ¿por qué confiar su búsqueda a órganos que solo trabajan en esta?
Y si no aceptamos que existe otra dimensión que la nuestra; si no aceptamos tampoco la existencia del alma; si creemos que la conciencia, que todo en el hombre es biología, más aún el caso aplica. Si todo fuera biología, un "instinto religioso" podría ser más confiable que los sentidos. ¿Por qué no? Sería tan biológico como los sentidos. Con la misma posibilidad de error. O quizás menos. Porque hasta pareciera ser un sentido más complejo. Ahí tenemos a la vista, que ni sabía que existía el infrarrojo y el ultravioleta. O al oído, que no escuchaba nada y se preguntaba por qué ladraban los perros.