domingo, 28 de junio de 2009

Mi premio

Terminé de leer el libro que me gané en lo de Javier: “La acción”, de Jean Ousset.
¿Qué es esto? Pues, pueden o bien ir por Internet y obtener un panorama un tanto desolador leyendo las referencias a la Cité Catholique, historia argentina, Lefebvre, etc., o bien limitarse a leer este libro, que sería un programa educativo para “la acción” que ponga en acto (valga la redundancia) el orden natural y cristiano en la sociedad.
Se trata de un objetivo muy loable. Es un ideal vigente hoy en día. La Doctrina Social de la Iglesia es presentable a cualquier persona de buena voluntad, sin forzar su conciencia o su credo. Y es un deber del católico ponerla en práctica en su ambiente, tanto si es público como si es privado.
A pesar de la primera impresión, se salva fácilmente el contexto histórico de Ousset a medida que se avanza. El libro es muy claro, manifiesta conocimiento filosófico, teológico y político, pero también capacidad para explicarse con ejemplos de gran simpleza.
El estudio de los hombres, las herramientas y las circunstancias en la misión del orden social cristiano. De eso se trata.
Entre los modelos, el de los círculos o células me trajo los recuerdos de los círculos de la UCA. Si bien el objetivo de estos no era sino mantener el cultivo de la espiritualidad obtenida en los retiros, la forma es evidentemente la misma.
Me quedé con ganas de más cosas específicas. De problemas de aplicación general (o de algunos puntos principales) de la Doctrina Social de la Iglesia (la que también conocí en la UCA de mano del Ing. Arnaudo). Pero no es el tema del libro. Será tema de la vida. Y por lo visto nada fácil:

[Es el caso de] casi todas las naciones del mundo llamado ‘libre’.
En estos países ya no hay instituciones cristianas respetadas como tales.
No solamente ya no se cree en la obligación moral de trabajar por la instauración del reino social de Jesucristo, sino que el solo recuerdo de esta doctrina exaspera.
Tres siglos de “filosofía separada” [de la teología católica] han provocado un clima de escepticismo generalizado. (…)
Algunos invocan, ciertamente, ese respeto al derecho natural, que la Iglesia designa como uno de los fundamentos de su moral.
Pero aunque muchos tienden a evocarlo, nada hay más discutido que la cosa en sí misma.
Muchos olvidan que, para ser moralmente coercitiva, la referencia al orden natural supone que Dios -un Dios creador y remunerador- sea al menos reconocido como su principio y su fin. Pero esto no sucede. La noción del orden natural no suele ser evocada, lo más a manudo, sino para huir de la referencia a Dios.
(Pág. 216).

Pero, amigos, nada nos lo impide:

(…) Los radicales, los socialistas, los comunistas trabajan para el advenimiento de un Estado radical, socialista, comunista. ¿Qué hacen mientras tanto los católicos? Están dispersos en asociaciones políticas, de las que las mejores no garantizan ni la cuarta parte de lo que una conciencia cristiana tiene derecho a desear. No se ve por ello por qué estará prohibido a los católicos reunirse en partido para ser más eficaces en el servicio de un orden social verdaderamente cristiano. (Pág. 178).

lunes, 15 de junio de 2009

Dígame Ud. qué piensa de la legalización del aborto y yo le digo si lo voto

Otra vez elecciones. Otra vez algo que parece manía pero no lo es. Otra vez ver qué piensan los candidatos sobre el tema de la legalización del aborto.
Por un momento pretendo llamarme a la razón y digo: “¿Puede ser éste el único criterio para elegir candidato?” Pero como sé que a veces la verdad se aleja de lo que el mundo considera sensatez, no me dejo intimidar y digo: “No será el único criterio, pero es un filtro”. Que el candidato esté en contra, y lo declare claramente, es un sine qua non para darle mi voto.
Yo no hago el voto utilitario (votar al que más puede hacerle contra al gobierno sólo porque puede hacerle la contra). Yo voto a alguien. Si hay alguien a quien pueda votar.
Si hay alguien que tenga un pensamiento integral formado (hoy en día bastaría con que haya quien tenga una filosofía, y diga que la tiene), a esa persona recién podré considerarla para encargarle la organización económica, la de la educación, las políticas sanitarias, etc. Porque el futuro depende de la calidad humana (no me gusta tanto el término, se aceptan sinónimos) de las personas que nos dirigen, no sólo de los conocimientos técnicos y los mecanismos a emplear. Y el tema de la legalización del aborto puede ser puntual, pero del tratamiento de las diversas cuestiones relacionadas (pobreza, violencia, adolescencia, paternidad, justicia, etc.) uno se hace una idea muy importante acerca del pensamiento del candidato.
Ven, al final de cuentas, no es tan secundario el tema como algunos piensan. Háblame de la legalización del aborto y te diré quién eres.
Otra vez elecciones. Otra vez esta especie de manía. ¿Conocen alguien que pase el filtro? (Yo en realidad conozco uno, pero no entra solo si lo voto). Yo voto a alguien, si hay alguien a quien pueda votar. Nunca quise votar en blanco. Me hicieron pensar que eso es no involucrarse. Pero llegado este punto, amigos, me pregunto si no estoy frente a un caso en que los criterios cambian...
(No desvíen mucho su atención aquí, lo importante de estos días es Corpus Christi).

domingo, 7 de junio de 2009

Una de extraterrestres

Alguna vez pensamos que en el espacio éramos el centro (la Tierra) y todo giraba en torno nuestro. Supimos más tarde que no es así.
Pero ahora hay una fascinación por pensar en la posible existencia de seres extraterrestres. Porque lo que parece que no podemos soportar es que el hombre sea único en este inmenso universo. Que Dios haya puesto en marcha y sostenga un cosmos de tales proporciones, donde se fueron dando enormes transformaciones, explosiones cuya potencia podríamos calcular pero no imaginar; y que en un pequeñísimo y marginal lugar de semejante espacio, Dios haya formado el ambiente para su hombre, con condiciones únicas (si pensamos en la infinita variedad de elementos y combinaciones existentes), eso parecería ser insoportable.
Ni nuestra fe ni nuestra doctrina hablan de seres extraterrestres, aunque tampoco prohíben imaginarlos (si de ficción se trata, por qué no recordar ahora el famoso Perelandra de C. S. Lewis, donde un nuevo hombre se encuentra en el estado original en un mundo paradisíaco en un planeta cercano).
Pero creo que la incapacidad del hombre para aceptar ser único en el universo está en estrecha relación con la incapacidad del hombre para aceptar y reconocer sus deseos de felicidad y eternidad como legítimos (esos deseos que dan origen al sentido religioso, a la búsqueda de Dios). Pareciera ser mejor pensar que somos un capricho de la naturaleza y no confiar en nuestros íntimos deseos, así no somos engañados en caso de que aquella “fábula” de la creación sea mentira.
Si, en cambio, aceptáramos la posibilidad de ser únicos, entonces la visión del inmenso mundo y nuestro pequeño y milagroso lugar en él, haría nacer inmediatamente en nosotros un canto de alabanza a Dios.

martes, 2 de junio de 2009

Confesión sobre autos (con introducción a lo Neruda)

Puedo escribir las entradas más frívolas esta noche.
Escribir, por ejemplo: “Por un largo tiempo me gustó la línea de los Renault, aunque de un tiempo a esta parte han cambiado y quizás me este agradando más (¡lo digo y chau!) la de los Volkswagen”.