viernes, 26 de septiembre de 2008

Con libros en la calle (breve confesión en dos partes)

Parte 1.
Nunca muestro mi libro por la calle. En subte, tren o colectivo siempre me cuido de llevar la tapa hacia adentro. Me cuido mucho, como se cuidan otros de llevarlo bien visible. Y no los culpo. Lo que yo hago es igual o peor. Porque si lo oculto es porque pienso que los otros me están mirando, cuando quizás nadie lo hizo. Siempre vanidad. La de mostrar qué gran libro leo, o la de ocultarlo pensando que soy mirado. Lo más sano sería llevarlo del lado en que quede por azar, sin más vueltas.
Parte 2.
Con mi “Evangelio del día” a mano, la cosa es distinta y adquiere otra significación. Primero porque un Pantocrator a página completa en tapa y contratapa hace muy difícil ocultar que uno porta lectura religiosa. Y segundo porque la idea de ocultarlo no es tan inocente. En cierta forma, en este pequeño detalle se empieza a ver si uno es de aquellos de los que se avergüenzan de Cristo (ver Lc 9, 26). Y se empieza uno a sentir miserable.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Litúrgicas (II)

Guardini explica magníficamente la relación entre la razón y el sentimiento en la liturgia (y acá no sabré resumirlo del todo bien, porque es difícil resumir cuando hay tan poco desperdicio).
La primera como guía del segundo. La importancia de la razón o el pensamiento en la oración colectiva por la universalidad de su contenido, la dificultad del sentimiento por la particularidad (y esa “selva enmarañada” que son los sentimientos). Pero a su vez la importancia de no descuidar el sentimiento, porque la oración es “una elevación del corazón a Dios”. Guardini muestra como la liturgia es “la verdad vestida del ropaje de la oración”, por su contenido de todas las verdades de fe. Y muestra a la vez como la liturgia está impregnada de sentimiento, en esas fórmulas que en una primera impresión pueden ser “teológicas, doctrinales y estéticas” pero luego se ve que contienen emoción e interna vitalidad (“formas aquilatadas, traslúcidas y expresivas”).
La liturgia permite la emoción y el sentimiento pero más aún, los regula para lograr una mesura en su expresión. “La liturgia es emoción contenida, sofrenada, como podemos observarlo de modo especial en el santo sacrificio de la misa, lo mismo en las oraciones de las partes variables que de las fijas o invariables: en ellas se tiene el modelo acabado de la más noble y serena actitud espiritual del alma”.
Toda oración que pretenda mantener animada su fecundidad y, por consiguiente, sea practicable y útil para una colectividad, debe llevar la característica de una íntima y honda armonía, un tono profundo, pero sereno, de verdad y de vida. Baste aducir, como testimonio corroborante, los magníficos versos del himno sagrado, tan difíciles de traducir, por su cristalina transparencia:
Laeti bibamus sobriam ebrietatem spiritus... [*]”
[*] Nota del libro: Del Breviario Benedictino. Himno de Laudes del martes. Traducido literalmente diría: “Gustemos alegres la sobria ebriedad del espíritu”.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Litúrgicas (I)

Cuando comencé con “Introducción al Espíritu de la Liturgia” de Ratzinger sabía que iba a ser lectura trabajada. A diferencia del Jesús de Nazaret, donde a un prólogo muy de análisis teológico le sigue un libro más accesible, en esta “Introducción…”, después del atractivo prólogo sigue una tarea que quien tenga mayores conocimientos teológicos, bíblicos e históricos podrá realizar con más facilidad.
Por eso va lentamente. Incluyendo el recurso a la Biblia en los momentos de más dedicación. Y ahora con un alto en donde leeremos la obra de Guardini, el original de “El Espíritu de la Liturgia” al que el título y obra de Ratzinger hacen alusión. De allí un fragmento:

(...) En la vida común de individuos, diversamente dotados, de temperamentos distintos, situados en escalonadas zonas sociales, y posiblemente, de ascendencia racial diversa, desaparece y caduca, en el curso de sucesivos períodos culturales e históricos, hasta cierto grado, todo lo accidental, lo perentorio y concreto, permaneciendo sólo con vívida permanencia lo esencial, lo que tiene categoría de valores universales; es decir, que el comportamiento, la actitud espiritual, ha adquirido, con el curso del tiempo, el rango de objetividad positiva y valiosa.
El tipo más acabado o la manifestación más perfecta de un linaje de vida espiritual, de ese modo objetivada e históricamente realizada, nos lo ofrece la liturgia de la Iglesia católica. Ella ha podido desarrollarse kata tou olon es decir, universalmente, dentro de las circunstancias de lugar, de tiempo y de todas las formas de la cultura humana, con lo que ha logrado erigirse en la más sabia y experimentada maestra de la llamada vía ordinaria, o sea, del orden esencial y regularizado de la vida de la piedad colectiva.

Recordamos nuevamente entonces aquello de que la liturgia no nos pertenece. ¿Cómo podemos pretender pensar que es mejor agregar o quitar determinado gesto así como así, de un día para otro, si no sabemos, si no tomamos conciencia de la riqueza e importancia que tiene esta liturgia que nos llegó a través de dos mil años y tantos miles de lugares del mundo?
(En el día de la Exaltación de la Cruz).

domingo, 7 de septiembre de 2008

Y luego con humor

Si no los pude con política, quizás los pueda por el lado del humor. Quizás algo más accesible a argentinos, porque habla del tango, y por el tipo de humor... Por el tipo de humor estará reservado a algunas almas sensibles (sin desmedro de la magnanimidad de aquellos mis amigos a los que esto “ni fu ni fa”).
Una cuestión es que me valgo del mismo recurso que ayer (u hoy a la madrugada), Marechal. Y es que después de ir y venir por el tomo de Completas no pude resistir la tentación de releer un poquito aquella “Narración con espía obligado”. Entonces acá les va un fragmento que una vez más me hizo reír solo, entrada la noche.

Aquélla noche, la que da comienzo a este relato, el nuevaolero Arizmendi estaba comunicando a sus compinches absortos él resultado final de cierta elaboración guitarrística: era un "ritmo" diabólico, por el cual tanto los "aulladores" como los bailarines entrarían en éxtasis merced a una desarticulación total de sus sistemas respiratorios y circulatorios.
—¿Cómo sé llamará ese ritmo? —le preguntó Gutiérrez en abstracción.
—Se llamará "El Infarto".
Pero el mono Gutiérrez no se convenció. El hecho de que se mantuviera él en el polo sur de cualquier tradicionalismo no invalidaba su teoría de que sólo el tango, pese a su visible derrota, era el ritmo natural de Buenos Aires.
—El tango ha muerto —resongó Arizmendi—. ¡Paz en su tumba!
—El tango es una posibilidad infinita —sentenció el mono.
Y explicó de qué manera el tango, en sus tres avatares, había investido la forma sensual de candombes y habaneras, para rendirse luego, bajo el influjo itálico, al sentimentalismo lloroso de la canzoneta napolitana. Más tarde, y a medida que la ciudad ganaba en abstracción, el tango fue librándose de su peladura sentimental y de sus gomas fluidas, hasta llegar al bandoneón geométrico de Astor. Claro está que Gutiérrez, en este punto, no dejaba de censurar las "letras" vagamente líricas de Piazzola: una música geométrica reclamaba un texto geométrico. Y el mono, en su porteñismo insobornable, pensaba sugerir al gran Astor que musicalizase así el teorema de Pitágoras:
"En todo triángulo rectángulo,
papusa,
el cuadrado de la hipotenusa..."

Arranque con política

El cuarto aniversario me encontró lejos de Marechal, cuya obra o misma biografía ha dado mucho contenido a este blog. Y en estos comienzos del quinto año, sin querer volví a él. Fue porque tuve que ir a una librería, fue porque allí había una edición nueva de “Cuaderno de Navegación”, fue porque esa edición decía incluir el texto “El poeta depuesto”, fue porque después busqué el texto en mi tomo de Obras Completas, fue porque allí encontré una sentencia estremecedora.
(...) Y sostengo ahora que la gran virtud del justicialismo fue la de convertir una “masa numeral” en un “pueblo esencial”, hecho asombroso que muchos no entienden aún, y cuya intelección será indispensable a los que deseen explicar el justicialismo en sus ulterioridades inmediatas y mediatas, o a los que se pregunten por qué, desde 1955, nuestro país es ingobernable”.
¡Uh! No se precipiten. Sé que hay mucho que discutir. ¿Qué es esa virtud del justicialismo? ¿Quién dijo que eso es una virtud? ¿Quién dijo que eso es lo que sucedió o en cambio es sólo lo que Marechal vio? ¿Quién dijo que el país fue ingobernable? ¿Qué hubiera dicho Marechal si hubiera visto la tercera presidencia de Perón?
Lo sé, lo sé, pero... ¿Lo dicho por Marechal no les trae a la cabeza eso que se escucha hoy, que se dice hoy, de que pareciera que sólo podríamos ser gobernados por gobiernos peronistas? Concédanle al menos el acierto en la visión a Marechal. Después veremos si el suceso que él dice fue algo afortunado o no.
Viera usted que curioso, este blog arrancando su quinto año y hablando de política...