sábado, 26 de septiembre de 2009

Creación y evolución (más conceptos)

Dije que uno de los dos temas que me interesaban de este conjunto Creación y evolución era lo relacionado con la creación del alma.
En ese sentido, quiero dejar acá lo que Arnaudo llama la principal objeción a la teoría de Teilhard de Chardin. La objeción no la hace Arnaudo, sino Meinvielle. Quiero dejarla porque me da la idea que, salvando las distancias intelectuales que pueden separarnos del jesuita francés, nuestro pensamiento podría llegar a elaborar una hipótesis de ese tipo, y hay que tener cuidado (cuidado de no “razonar fuera del tarro”, dirían los de Les Luthiers).

Hay al menos una operación que el lenguaje de Teilhard no podía expresar: la creación inmediata del espíritu... la suscitación de una forma determinada de ser, la forma "inmaterial " por el llamado directo del Creador; porque si la conciencia está ya unívocamente presente en los organismos infrahumanos, de donde busca liberarse por presión y por ruptura, se hace difícil mantener que esos organismos no desempeñan ningún papel en la producción de la realidad espiritual en tanto tal.

O sea, lo que distingue al hombre (y viene dado) no estaba antes. Hay un antes y un después. Es fascinante entender cada vez con más profundidad biológica ese antes y después, pero no podemos eliminarlo en pos de un cambio gradual (si no, digo yo, llegando al extremo, no habría diferencia entre hombre y animal).
Y ahora un inciso.
Que el hombre es otra cosa que un animal lo sabemos por fe, por revelación. Pero, ¿sólo por fe? Quien no cree, ¿puede considerarse “par” de un mono o una babosa?
No. No es sólo fe, creo. Es también algo evidente para la razón sola. Vemos del hombre su pensamiento, su libertad. Y no tenemos modo de explicar científicamente una mutación tal que produzca el salto cualitativo que vemos.
“Sí, eso hoy, ¿pero mañana?” Estimo que a medida que avance, la ciencia podrá descubrir más profundos cambios físicos. Pero es un problema filosófico el del alma humana. Una teoría científica jamás podría comprobar o refutar algo filosófico.
(Por cierto, hay mucho camino para la ciencia; la evolución es algo de lo que cada vez se duda menos en el ambiente, pero por cuestiones de evidencias, porque aún no hay explicaciones o demostraciones para todo: el origen de la vida, las causas de las mutaciones, etc.)

jueves, 17 de septiembre de 2009

Creación y evolución (algunos conceptos)

Por ahora, los dos temas que me resultan más interesantes de esto de la creación y la evolución son: la creación del alma y el dilema monogenismo vs. poligenismo.
Con respecto al segundo (¿Desciende el hombre de una sola pareja o de más de una?) les dejo este algo extenso pero interesantísimo fragmento, del libro ya citado:

Con respecto al monogenismo, él implica afirmar que el primer hombre y la primera mujer nacieron biológicamente a raíz de una mutación genética que les permitió el pensamiento reflexivo. Esta mutación genética pudo ser transmitida a su descendencia. Ese fue para los creyentes, el momento en que Dios dio a la primera pareja el alma espiritual que la humanizaría.

¿Que dice al respecto la ciencia? Los científicos se inclinan por el poligenismo. Prescindiendo de toda intervención providencial es la hipótesis que más se adapta a la gradualidad del proceso de hominización. Creen por otra parle poco probable que de una sola pareja haya podido surgir una descendencia que pudiera sobrevivir y multiplicarse. Vuelvo a repetir: "prescindiendo de la acción providencial". (…)

Los creyentes no podemos dejar de tener en cuenta que la Santa Sede ya dejó oír su palabra sobre este tema en 1950:

Dijo Pío XII en la “Humanis generis”:

Cuando se trata de la otra hipótesis, llamada poligenismo, los hijos de la Iglesia no tienen ya la misma libertad. En efecto, los fieles no pueden abrazar una doctrina cuyos mantenedores sostienen que después de Adán hubo sobre la Tierra verdaderos hombres que no descienden de aquél por generación natural como primer padre de todos, que Adán designa el conjunto de estos múltiples primeros padres. No se encuentra, en efecto, la manera de hacer concordar semejante doctrina con lo que enseñan las fuentes de la verdad revelada y con lo que proponen las actas del magisterio eclesiástico sobre e pecado original, pecado que toma su origen en un pecado verdaderamente personal, cometido por Adán, y que está en todos y que a cada uno pertenece porque se esparció por todos por la generación (12-8-1950).

La advertencia del Papa es razonable. Siendo la hipótesis del monogenismo aquella sobre la cual se estructuró la teología cristiana, no tiene sentido asumir las dificultades que una hipótesis distinta implica sin que haya sólidos argumentos científicos que la respalden.

Mientras no haya justificadas pruebas en contra deberá respetarse la frase de San Pablo: “Por un solo hombre el pecado y la muerte; por un solo hombre la redención y la vida” (Romanos V, 12).

Es obvio que si en algún momento se verifica científicamente la hipótesis poligenista los teólogos deberán hacer frente a este nuevo desafío.

Como el Papa [*] lo dice, algunos exegetas, anticipándose a la posibilidad científica del poligenismo, han afirmado que en el Génesis el término Adán, que en hebreo significa hombre, pretende referirse a la especie humana. Esto no es algo que se desprenda con claridad de los distintos textos de la narración yahvista, pero tampoco excluye que exista alguna interpretación compatible en tal sentido.

No faltan algunos científicos que aceptan la posibilidad del monogenismo. Hasta el momento ni una hipótesis ni la otra pueden basarse más que en conjeturas y parece imposible que pueda conseguirse información definitiva. Piénsese en efecto que aunque por absurda casualidad se encontraran los esqueletos de la primera pareja humana junto a otros representantes de su generación. ¿Cómo podría afirmarse que Dios otorgó a más de una pareja el alma espiritual?

[*] No sé si el autor se refiere a Pío XII o a Juan Pablo II, Papa al momento de la publicación del libro.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Creación y evolución (algo de poesía)

Para poner un poco de aire fresco a estas entradas y darme tiempo para seguir con el libro, les dejo la “Balada del universo”, del húngaro Lázsló Mécs (más datos).

En el huevo oculta la célula se despierta:
“Di-os, Di-os” es el ritmo de veinticinco días.
Late, palpita en el seno la vida:
“Di-os, Di-os” es el ritmo de nueve meses.
¡Ay, si fallara! Mas vive la Fuerza y rige el Compás:
“Di-os, Di-os, Di-os!”

Palpita, se ríe, palpita y llora el loco corazón:
“Di-os, Di-os”, es ochenta el ritmo del pulso.
¡Ay, si fallara! ¡Se helaría la música viva
en los arroyos de sangre y roja volaría nuestra alma
con el postrer suspiro! Mas vive la Fuerza y rige el Compás:
“Di-os, Di-os, Di-os, Di-os!”

Cantan marchando y marchan cantando el arroyo, el río:
“Di-os, Di-os, Di-os!”
¡Ay, si fallara el ritmo! Desde la montaña hasta la agreste costa
multitud de peces moriría y llorarían los molinos,
barcos y bateles… Mas vive la Fuerza y rige el Compás:
“Di-os, Di-os, Di-os, Di-os!”

En una ardiente carroza viene el Sol, se va la Luna, se va el Sol, viene la
_____________________________________________/ Luna:
“Di-os, Di-os, no-che, dí-a!” ¡Trescientas sesenta y cinco veces!
¡Ay, si fallara el ritmo! No habría luz,
no habría flores ni arco iris multicolor, ¡sólo la Tierra errante,
un gigantesco ataúd! Mas vive la Fuerza y rige el Compás:
“Di-os, Di-os, Di-os, Di-os!”

Marchan refulgentes los astros y sistemas solares:
“¡Di-os, Di-os, año-de-luz, siglo-de-luz, edades estelares!”
¡Ay, si fallara el ritmo! Mas vive la Fuerza y rige el Compás
y late y palpita y arde y se fermenta el tiempo en el Huevo.
La cáscara del Huevo: la Eternidad,
que reposa en la Mano en que Dios la sostiene...

(Traducción de Zoltán A. Rónai, tomada del libro “Antología de la poesía católica del siglo XX”, de Emilio del Río s.j.; del mismo libro tomé los versos de José García Nieto).

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Creación y evolución (segundas y más graves divagaciones)

Pero vayamos algo más adelante. Quizás ha llegado a hipotetizar alguien que la libertad y el pensamiento son deformaciones o fallas del instinto. Pero eso no conduce sino a un ser atrapado y sin salida, a un engaño de la naturaleza.
¡No puedo ser un engaño de la naturaleza que cree tan fervientemente que no lo es! No puedo ser un producto de la naturaleza que aspire a algo que es más que la naturaleza. ¿Cómo podría conocer algo superior, algo distinto, alguien que sólo fuera materia? ¿Cómo se volvió tan loca la materia de pretender eso? ¿Cómo puede ser tan inconformista con lo que es, y querer el consuelo de la felicidad, si su sentido es precisamente evolucionar para mejor? Si la evolución es para sobrevivir y una mejor adaptación a las condiciones del mundo, ¿cómo es que se arruinó este proceso y resulta que esta especie “tira para atrás”? Si es tan “negativa” (que quiere la felicidad que no tiene) no se adaptará y perecerá.
En definitiva: ¿Como podría haber una desviación al mal si no hubiera Dios? Si no hay Dios todo es cómo es, y no hay bien o mal. El deseo del bien, ¿por qué? Si todo es cómo es nadie podría sentir que está mal.
Si el hombre se siente mal por no ser feliz, eso no puede ser una deformación biológica. Las leyes biológicas no son buenas o malas. ¿Quién podría ir contra su misma ley y no desearla? ¿Quién que solo fuera materia o meramente biológico podría ir en contra de su ley y no desearla?
Quien tiene la libertad para hacerlo es precisamente porque tiene eso, libertad, esa característica distintiva que la materia, incluso seres con vida, no tienen.
Llego así a pensar (lo que por otro lado me han siempre enseñado y la buena teología explica) que la libertad es un atributo distintivo, y no puede ser una deformación del instinto, porque implica un cambio cualitativo.
Nota al pie: Han de encontrar en el texto anterior seguramente miles de impertinencias, palabras no exactas, etc. Me he tomado la libertad que me tomaba hace tiempo, la de dejar patente mi ignorancia al respecto de los temas de los que escribo.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Creación y evolución (primeras divagaciones)

Llegué a una de las partes más interesantes. Arnaudo me fue guiando con prudencia y suficiente detenimiento. Y aquí estoy, con Teilhard de Chardin moderado por Julio Meinvielle. El tema: creación y evolución.
El libro lleva ese nombre, Creación y evolución. El autor, el ingeniero Florencio J. Arnaudo. Profesor de la UCA en Doctrina Social de la Iglesia (en mi época, no sé hoy) y cabeza durante seis años del grupo Ciencia y Fe de la mencionada universidad.
En esta parte del libro, lo explicado se empieza a relacionar con los rumbos de mi pensamiento, lo cual es una enorme satisfacción: encontrar respuestas o cauces para el desarrollo del propio pensamiento.
Desarrollando esas líneas de pensamiento (ya sin Arnaudo, por supuesto), todas parecen converger a una. Aceptando una hipótesis evolutiva (que no se opone necesariamente a la creacionista), el problema central parece ser el “paso de no hombre a hombre”.
Y para eso creo que necesitaré estudiar más acerca de qué es aquello que llamamos el alma humana. Para así luego poder comprender cómo es el “paso de la no alma humana al alma humana”. Cómo es el paso. Por qué no puede ser biológico. Por qué es un salto cualitativo, como dicen.
Día a día entendemos más del funcionamiento biológico del hombre y hasta parece ser que hay elementos y sucesos humanos en el campo no tangible que están estrechamente vinculados con alguna parte física del hombre. Pero en el fondo siempre queda algo, la parte intangible. Eso en lo que vemos la acción de Dios. Y, ¿cómo es la acción de Dios? ¿A qué nivel? ¿Cuándo no fue hombre (el aún no hombre) y cuándo sí?
La pregunta no tendría sólo un sentido histórico. Quién (qué homínido) haya sido hombre o quién no, es un tema quizás secundario frente la implicancia de la cuestión hombre-no hombre en nuestro presente. Es imprescindible que haya una diferencia entre animal y hombre, una diferencia más que biológica, para que podamos decir que el hombre es hombre y el animal sólo animal. Esa es el alma humana.
Esto podría terminar aquí. Debería apagar la computadora y ponerme a estudiar acerca del alma. Pero dejemos dos ideas para repasar:
- Lo que diferencia al hombre del animal es que el hombre tiene pensamiento reflexivo (el hombre sabe y sabe que sabe, piensa y sabe que piensa).
- Lo que tiene el hombre y no el animal, usando tres palabras usa Meinvielle, es: pensamiento, libertad y religión.