domingo, 30 de marzo de 2008

Otro buscando su rostro

En pasados días pude darme el gusto de caminar lentamente algunas librerías. A veces con el cuello torcido, lomo por lomo, buscando la “oportunidad”. Fue así que en una de usados rescaté, de su naufragio entre sidneysheldons y kenfollets, un ejemplar algo sacudido de “Los seres queridos” de Evelyn Waugh. Y conseguí además en otras librerías dos chestertonianos: “La superstición del divorcio” (edición argentina, LEA, 1987) y “La sabiduría del Padre Brown” (el que nos faltaba de la serie, en edición española de Valdemar, 2001).
Abundaron los ingleses, como verán. Pero el hallazgo del mes vino cruzando Los Andes. Nuevamente no dudé en seguir aquella buena impresión que me llevo en las presentaciones que hace Enrique García-Máiquez y decidí tomar ese libro que era (a falta de la antología maiqueciana) una gran oportunidad: de Editorial Universitaria de Chile, la antología titulada “Busco tu rostro”, del sacerdote, filósofo, teólogo y escritor José Miguel Ibáñez Langlois.
El mismo título ya me atrapó. Fue una sorpresa (de esas sorpresas que son como guiños que te confirman en tu decisión de comprar algo), porque me remitía a mis últimos pensamientos aquí reflejados. Pero la sorpresa más grande fue encontrarme con un poema que resume de forma genial la relación entre otros dos temas que me daban vueltas en la cabeza (y en el alma) últimamente. A partir de la pregunta que un comentarista me había hecho por las demostraciones racionales para la existencia de Dios, había renacido en mí la pregunta por el sentido religioso. Pues bien, imagínense mi alegría al encontrar un poema como este:

Cuarta vía de la demostración de Dios
tú que llegas a Él como mi Bien supremo
y Verdad y Belleza ilimitada
dile todo mi amor dile no soy digno
cuarta vía no olvides este recado
escóndelo entre tus silogismos como una lágrima
tú que por todos los grados del bien finito
asciendes al Infinito de mis amores
dile todo mi amor díselo entero
baña todo su Rostro con mi llanto
muéstrale la huella de mis malas noches
dile todo mi amor dile mi dolor si quieres
si lo estimas compatible con tu carácter lógico
pero no se lo digas al paso de tus silogismos
mi amor ya no soporta esa lentitud mental
de premisas mayores y menores
díselo en el relámpago de tu conclusión
dile todo mi amor en el instante
dile cómo por todos los grados del bien finito
mi pobre inteligencia o mi corazón pensante
suspira por el Infinito mientras tu lógica
se convierte en un salmo del rey David
y llora con sus lágrimas teologales.

José Miguel Ibañez Langlois, "Historia de la Filosofía", II, 76; 1983.
Chist! Les cuento. Al margen. Enviado a México y de visita estos días en Argentina, el humildísimo padre Andrés nos regaló ayer una hermosa ceremonia que dio marco al sacramento mediante el cual esta familia cuenta con una cristiana más).

jueves, 27 de marzo de 2008

Avances de la medicina piden avances del hombre

Acostumbrado a los avances de la medicina, uno no conoce la fragilidad que tiene la vida, situación que hace tiempo era más patente (y es llamativo como hoy en día cuando hay fallas en estas herramientas de “aseguramiento” de la salud, el hombre percibe el suceso como una “injusticia”).
Por tomar un ejemplo, está el caso de la reducción que hubo a través de los años en la mortalidad al momento del parto en niños y madres, gracias a los conocimientos y técnicas disponibles para prever y atender situaciones de riesgo (hay también, sí, un precio a pagar por estos nuevos conocimientos).
Uno se da cuenta de cómo cambiaron estas cosas cuando el que te saluda por un nacimiento es una persona mayor. Más allá de la mayor o menor afectuosidad de la persona, más allá de lo importante que esa persona considere al suceso, se perciben en la felicitación de la gente mayor algunos rasgos especiales. Quizás es mi imaginación, pero es como si esa gente todavía viviera de la forma en que se vivía antes, y su experiencia del parto, de una nueva vida que llega, es la que había entonces, en la que no estaba todo tan “asegurado”. A uno lo felicitan por la paternidad y saludan a la madre, como lo hace también la gente joven, pero también lo felicitan a uno (y a la familia) como a un sobreviviente, o en el mejor de los casos como un afortunado al que se le dio fácil la cosa. Y es justo que lo hagan así.
Porque a pesar de los llamados avances de la medicina, que dan tanta probabilidad de parto exitoso, la vida sigue siendo frágil y un don inestimable. Tanta “seguridad” nos impide verlo, nos impide ver su valor. Este es el precio que hay que pagar. Que a su vez se transforma en un desafío a encarar. Así como la medicina avanzó, un “avance” se le pide al hombre, un trabajo a realizar. El trabajo del hombre de hoy es recuperar la capacidad contemplativa, llamado que nos hizo Juan Pablo II en la Evangelium Vitae (IV, 83).

lunes, 24 de marzo de 2008

De ti ha dicho mi corazón: “Buscad su rostro”

Se me ocurrió que la expresión que resume lo que el sentido religioso es (I, II, III, IV, V y VI) está en el Salmo 27, versículo 8 (es el salmo que eligió Joseph Ratzinger - Benedicto XVI para la contratapa de su libro Jesús de Nazaret y es también el salmo con el que empieza aquel disco que grabó Juan Pablo II, Abba Pater).

De ti ha dicho mi corazón: “Buscad su rostro”.

¿Hay un Dios? ¿Quién es Dios? ¿De Dios qué se sabe o qué se dice?
De Dios habla mi corazón. Y mi corazón me pide que lo busque. Esa es la mayor “prueba” de Dios, así es como se conoce a Dios.
El corazón del hombre pide a Dios. Dios es una necesidad del hombre. Mi corazón me pide a Dios Ha de haber un Dios que nos creó y nos ama y nos tiene reservada la felicidad. Tiene que haberlo. Yo deseo la felicidad.
¿Por qué dudar de este deseo? ¿Por qué dudar, pensadores modernos? ¿Por qué pensar que es un engaño de la naturaleza humana? ¿Por qué dudaría una bestia de la sed que la lleva al curso de agua o del hambre que le hace perseguir a su presa?
No dudaré. Yo busco tu rostro, Señor. No lo apartes de mí, no alejes con ira a tu servidor.

domingo, 23 de marzo de 2008

Regalo de Pascua

Así como vino G., ni bien comenzado el nuevo día, pasada la medianoche, así terminé finalmente de leer Jesús de Nazaret, de Joseph Ratzinger - Benedicto XVI. Y créanme que no fue decidido que fuera justo para la Pascua del Señor.
La lectura de este libro fue una experiencia de reencuentro con Jesús a través de la Biblia, con la cual me fui acompañando. Fue un leer muy lento, como me había propuesto.
De ti ha dicho mi corazón: “Buscad su rostro”.
Nota: Dios quiera que esta Pascua también traiga alivio a algunos seres queridos.

viernes, 21 de marzo de 2008

(Viernes Santo)

Una persona es algo valiosísimo. Olvidarte de un amigo o incluso (o más aún) de aquel que podría haberlo sido, es una falta cuya gravedad no me animo a ver.
Estamos obligados a darnos totalmente.
(Viernes Santo entre paréntesis, porque pensé que esto no tenía mucho que ver, pero ahora que lo pienso... recuerdo a los que se olvidaron de Él, y también cómo Él se dio totalmente).

jueves, 20 de marzo de 2008

Jueves Santo

Hoy más que nunca hacemos lo que Jesús pidió que hagamos en memoria suya. Hace un rato estuve allí, en uno de los tantos lugares en los que, al mismo tiempo, en unión con todos los cristianos, celebramos la misa de Jueves Santo recordando la Última Cena.

Antes de empezar la celebración y viendo al sacerdote prepararse, fui sorprendido por la magnífica realidad de Dios-Hombre lavando los pies a sus discípulos (...las extremidades del animal caído que camina pecando por el polvo...), y sentí que íbamos revivir uno de los momentos más trascendentales de la historia y una de las verdades (y de las enseñanzas) más sublimes.

Y ahora estoy acá, en el mundanal blog. ¡Qué contraste! Quizás me consuele pensando que al menos esto me sirve para contar aquello, y así volverlo a meditar.

lunes, 17 de marzo de 2008

Ideas sobre los sucesos en Cesarea de Filipo

Joseph Ratzinger - Benedicto XVI explica en su Jesús von Nazareth la confesión de Pedro y cómo va seguida del anuncio de la Pasión y el llamado al seguimiento (la cruz, y también el perderse a uno mismo). Nos muestra como estos sucesos se relatan en los tres evangelios sinópticos y como en dos de ellos (Marcos y Lucas) Jesús anuncia la Pasión a sus discípulos y luego dirige “a todos” el llamado al seguimiento. (Mt 16, 13s; Mc 8, 27s; Lc 9, 18s).
Dice luego que Juan también introduce este llamado al seguimiento pero lo hace en ocasión el Domingo de Ramos, cuando unos griegos preguntan a Felipe (nombre de origen griego) por Jesús (Jn 12, 20s). Así Benedicto explica que se refuerza el carácter universal del llamado. Entiendo que ese carcater de “a todos” de los sinópticos es aquí dado por la presencia de los extranjeros griegos que dan marco al mensaje.
Ahora bien, el anuncio de la Pasión y el llamado al seguimiento se hacen, según los sinópticos Mateo y Marcos, en la zona de Cesarea de Filipo (donde Jesús según Mateo da también a Pedro las llaves del Reino). Este lugar fundado por Herodes el Grande, en donde se rendía culto al dios Pan, fue dedicado por el hijo de Herodes a César Augusto (Cesarea) y a sí mismo, Felipe (Filipo). He leído, de fuentes cuya veracidad no me costa, algunas “explicaciones” del por qué de este lugar (se habla de un lugar apartado del ruido, de un lugar que tiene un monte como el Hebrón y cómo la oración y las enseñanzas Jesús las hacía en los montes; casualmente esta característica de Jesús también la explica Benedicto XVI en su libro, aunque referida a otros sucesos).
He leído también, en un sermón del Padre G. Podestá, que Cesarea de Filipo era un lugar fuera de Jerusalén, en los límites, como entrando en el mundo romano. Fue entonces que se me ocurrió pensar que así como el anuncio “a todos” (Marcos y Lucas) y el anuncio con motivo de los griegos (Juan), este anuncio en las puertas del mundo romano reforzaría nuevamente el carácter de universalidad del mensaje de Jesús. (El padre Podestá es muy determinante, llega a decir: “Ese sitio, prácticamente territorio de Roma y no Jerusalén, elige el Señor para investir a Pedro del poder de las llaves...”).
Pero Benedicto me lleva hacia otro lado:

La tradición ha ambientado la escena en un lugar en el que un empinado risco sobre las aguas del Jordán simboliza de forma sugestiva las palabras acerca de la roca. Marcos y Lucas, cada uno a su modo, nos introducen, por así decirlo, en la ambientación interior del suceso. Marcos dice que Jesús había planteado su pregunta «por el camino»; está claro que el camino que habla conducía a Jerusalén: ir de camino hacia las «aldeas de Cesárea de Felipe» (Mc 8, 27) quiere decir que se está al inicio de la subida a Jerusalén, hacia el centro de la historia de la salvación, hacia el lugar en el que debía cumplirse el destino de Jesús en la cruz y en la resurrección, pero en el que también tuvo su origen la Iglesia después de estos acontecimientos. La confesión de Pedro y por tanto las siguientes palabras Jesús se sitúan al comienzo de este camino.

El dilema queda planteado, y me supera largamente.
Notas extra: Como jugando, la mente hizo asociaciones en principio sin sentido alguno. Una: Para el anuncio del seguimiento, en el evangelio de Juan estaban los griegos que en Domingo de Ramos llegan por Felipe, y en los sinópticos estaban los discípulos en Cesarea de Filipo. Un mismo nombre aparece en ambos casos, aunque refiere a dos cosas y personas distintas. Otro “juego”: Felipe era de Betsaida, Betsaida es por donde pasan Jesús y sus discípulos antes de ir Cesarea de Filipo (Mc 8, 22s).

domingo, 16 de marzo de 2008

¿Arengas litúrgicas?

Celebración de ramos; hoy. Nada más deprimente (a mi sentir) que las “arengas” de un coro parroquial a los fieles. Sea una canción conocida o sea un esperpento nuevo que no conoce nadie, cuando el público no canta mucho y el coro quiere armar esa “fiesta” que se supone que una celebración o una misa deben ser, intercala entre cada estrofa como en recital de verano: “¡Vamos todos!”, o: “¡A ver, todos juntos!”
Pero es peor aún cuando el coro quiere que el público aplauda al ritmo de la canción...
- No, no señor, no hay que levantar los ramos.
- Pero cómo joven, si el coro acaba de decir: "¡A ver esas palmas!"
Nunca una “arenga coral” sonó tan litúrgica...

lunes, 3 de marzo de 2008

Un tesoro

Guardo un secreto que las pretensiones de anonimato de “Aquí estamos…” me impiden revelar.

Como aquel día en que ya la empezábamos a recibir, la emoción me obligará hoy también al menos a un mensaje para iniciados.

Como algo que tenés guardado en un lugar íntimo y llevás bien cerca tuyo cuando salís de tu casa al mundo, así guardaré ahora un tesoro.

Gracias a Dios y a ella.