lunes, 27 de julio de 2009

Caritas in veritate

Mientras que la leo, también leo lo que dicen otros y algo escuché acerca de polémicas o interpretaciones. Y como no habría de haberlas. Si Benedicto XVI menciona a aquella dama encantadora, por la cual distintos caballeros luchan, tironeándola de izquierda y de derecha. Ella, que enamora a los de izquierda, los cuales cantan a su belleza viendo cosas que ella no tiene; ella, a la que los de derecha interpretan (¿simplifican?) de manera algo peculiar. Sí, por supuesto que me refiero a la Doctrina Social de la Iglesia.
Y, ¿qué les puedo decir de la encíclica por ahora? Da gusto seguir a Benedicto XVI desde los conceptos generales hasta los más particulares (quizás los más picantes). De los primeros, como ejemplo:

A veces se perciben actitudes fatalistas ante la globalización, como si las dinámicas que la producen procedieran de fuerzas anónimas e impersonales o de estructuras independientes de la voluntad humana (…) Cuando se entiende la globalización de manera determinista, se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un discernimiento. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria. [42]

De los segundos, vaya este:

(…) Tampoco hay motivos para negar que la deslocalización, que lleva consigo inversiones y formación, puede hacer bien a la población del país que la recibe. El trabajo y los conocimientos técnicos son una necesidad universal. Sin embargo, no es lícito deslocalizar únicamente para aprovechar particulares condiciones favorables, o peor aún, para explotar sin aportar a la sociedad local una verdadera contribución para el nacimiento de un sólido sistema productivo y social, factor imprescindible para un desarrollo estable. [40]

viernes, 24 de julio de 2009

Status viatoris XXX

Pretender que esto y aquello sean aún una serie es mucho pretender. Pero decidí que estéticamente cerraría mejor en treinta, y que eso sería una buena excusa para dejar aquí dos hallazgos. Un poema de John Bunyan que una vez trajo Eduardo M. y un fragmento de un texto de Fray Nelson. Ambos sobre el peregrino y el peregrinar.
A riesgo de post largo, allí va el primero:

Who would true valour see,
Let him come hither;
One here will constant be,
Come wind, come weather
There’s no discouragement
Shall make him once relent
His first avowed intent
To be a pilgrim.

Whoso beset him round
With dismal stories
Do but themselves confound;
His strength the more is.
No lion can him fright,
He’ll with a giant fight,
He will have a right
To be a pilgrim.

Hobgoblin nor foul fiend
Can daunt his spirit,
He knows he at the end
Shall life inherit.
Then fancies fly away,
He’ll fear not what men say,
He’ll labor night and day
To be a pilgrim.

(Traducción es deuda). Y ahora el segundo:

167.2. Con motivo de tu viaje quiero enseñarte dos cosas. La primera es la norma de tu peregrinar en la tierra (…).

167.3. En cuanto a lo primero, recíbeme esta frase: no te vayas, sin quedarte; no te quedes, sin irte. La primera parte se refiere a la estabilidad y unidad contigo mismo que has de conservar, no importa cuántas cosas cambien afuera de ti. Ningún viaje ha de llevarse todo lo que tú eres, y ninguna transformación exterior, lo mismo que ninguna circunstancia, ha de adueñarse de ti por completo, pues tú ya tienes dueño, como te amonestó Pedro cuando dijo que habías sido rescatado: «con una Sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1 Pe 1,19).

(...) 167.7. La segunda parte de la enseñanza se resume en esta expresión: “no te quedes sin irte.” En efecto, cada viaje te obliga a moverte, pero no te mantiene en movimiento. Quiero decir: siempre llegas a algún lugar. (…) Pues bien, la segunda parte de la frase que te comento te invita a que ese reposo físico sea el comienzo incesante de una peregrinación interior, profunda, espiritual. También en esto Jacob te sirve de ejemplo. Su cuerpo reposa y se hace casi semejante a la muerte, pero Dios llama su espíritu y le hace entrar en un viaje distinto, en un caminar que tiene otro ritmo, ya no el de sus pasos, sino el del vuelo ardentísimo de los Ángeles.

jueves, 16 de julio de 2009

Levante real

Mientras leo la Caritas in veritate les dejo una especie de cola de la lectura anterior. (Para llenar el blog, ¿vió? L' horreur du vide, que le dicen los franceses).

Del “levante” (al decir de un autor) que emprende Enrique V frente a la princesa francesa Catherine, que es la parte romántica de la obra de Shakespeare ya mencionada, les dejo este fragmento que me pareció muy pintoresco (y no se me asusten feministas o adalides de la tolerancia religiosa, viajen mentalmente unos siglos atrás antes de leer):

Si alguna vez llegas a ser mía, Kate (como una fe salvadora me asegura que serás), te tomaré por asalto, y por lo tanto necesitas probar que eres buena engendradora de soldados. ¿No podríamos tú y yo, entre San Dionisio y San Jorge, componer un muchacho, medio francés y medio inglés, que vaya a Constantinopla a tirarle de la barba al turco? ¿No podríamos hacerlo? ¿Qué me dices, mi bella flor de lis?

Un capo el Harry...

miércoles, 8 de julio de 2009

Cacofonía

Definitivamente. A veces hay que usar la palabra “entrada” en vez de aquello de “post”. Decir: “El post anterior”, es algo que suena horrible.
¿O será una manera algo rebuscada de hablar de la entrada presente?
(Por cierto, lo que vale la pena leer es la recién dada Caritas in veritate; enlace en la barra lateral)

domingo, 5 de julio de 2009

Día de emociones

Montjoy: La victoria es tuya.
Enrique: Alabado sea Dios por ello, y no nuestra fuerza. ¿Cómo se llama ese castillo que se alza aquí cerca?
Montjoy: Lo llaman Agincourt.
Enrique: Entonces llamaremos a esta la batalla de Agincourt, combatida el día de San Crispín y San Crispiniano.

Un fragmento de la lectura de hace unos instantes. Del "Enrique V" de William Shakespeare.
Un recuerdo, que bien podría ir en dedicatoria a los simpatizantes del Fortín de Liniers o a los enamorados del señor de los quince Grand Slams. O simplemente a quienes ordenaron hoy rincones olvidados de la casa (eh… sí, es algo de la intimidad).
Día de emociones, hoy.