sábado, 30 de septiembre de 2006

¿Quién soy?

(23:02)

Moi je n'étais rien
Et voilà qu'aujourd'hui
Je suis le gardien
Du sommeil de ses nuits
(…)

viernes, 29 de septiembre de 2006

¿Qué será?

Quizás sea el asiento; es muy cómodo. Quizás sea el viernes; es muy cerca del sábado. Quizás sea que la materia del trabajo a encarar es un poco “densa”. Quizás sea que caminé por un cementerio de máquinas y equipos, con sus lotes y calles internas, al modo de un cementerio humano, con sus casas en donde nadie vive. Y donde las calles son arboladas, abiertas al sol y da una fuerte impresión ver tanta vida al lado de tanta muerte. Más aún en primavera. La primavera que canta en el buche de los pájaros, arde en retoños vegetales y de muertes nada sabe.
Quizás sea todo eso.

jueves, 28 de septiembre de 2006

Mallea en dos fragmentos

El primero es parte de un artículo que se encuentra en Internet y está firmado por el Dr. Alberto Fernando Roldán (el autor es argentino, doctor en teología y ensayista).

Y de la estética y la ética, se llega –siguiendo el camino trazado por Kierkegaard– al ámbito metafísico y teológico. Toda la obra de Mallea está atravesada por la búsqueda de Dios y la exaltación de los valores religiosos tal como se expresan en el cristianismo: la fe, la esperanza y el amor (…). Hay un ansia irrefrenable en los personajes por encontrar a Dios o, quizás, buscar en Él una respuesta a tanta soledad y angustia existenciales.

El segundo fragmento, a continuación, pertenece a una “Carta a Eduardo Mallea” escrita por Leopoldo Marechal en 1938 en la revista “Sol y Luna”.

Desde luego, no me parece fácil hablar serenamente de tu Historia de una pasión argentina: es la historia de una pasión, referida con el lenguaje de la pasión, vale decir, es un idioma que solicita y consigue la “compasión” del lector más que su asentimiento especulativo. En ese terreno, el de la pasión compartida, estoy a tu lado, y lo estarán seguramente todos aquellos lectores (no sé si abundan) que sufren actualmente lo que podríamos llamar “la pena metafísica de ser argentinos”. (...)
Una pasión argentina. Ese vocablo “pasión” usa en tu obra su sentido literal de “padecimiento”. Padecer la Argentina de hoy, llevarla como una herida en el costado, tal es tu historia y quizás la de muchos argentinos.

Nota necesaria para lectores de más afición politica: algunos sabrán en qué forma Marechal vivió su pasión por la Argentina y tendrán su opinión acerca de él. Otro tanto pasará con Mallea. Pero este blog no suele hablar de política (porque, en general, la política se me escapa). Habla, en todo caso, de hombres. Y más allá de sus diferentes ideas políticas, estos hombres, y sus inquietudes en común, me atraen.

martes, 26 de septiembre de 2006

Ideas desde la bahía

Que la sociedad rechaza a los distintos, es sabido. Pero es interesante el concepto de Eduardo Mallea acerca de la “sinceridad con uno mismo”:

Figuraba por último entre nuestros vecino de cuarto un viejo médico bohemio de apellido Dervil, que había abandonado su profesión años atrás, en virtud de su decepción filosófica de la ciencia; vivía como un soñador, pobre como las ratas, pero rico de ideas, experiencias y cuentos, y a nosotros nos gustaba conversar con él. A los hombres como este, que no han llegado en la vida a otra conclusión que a ser sinceros consigo mismos, la sociedad los llama parásitos, o inmorales o locos. La sociedad está siempre dispuesta a clasificar rotundamente a los que arroja fuera de sí, tal vez porque a lo que resentidamente aspira es a encontrar al fin un nombre que cubra y justifique la informe masa de su gregaria ficción.

Así lo deja ver el autor en las primeras páginas de “La bahía de silencio”. Y no sé si más adelante lo desarrollará, pero como el libro me ha atrapado, creo que a su tiempo se los podré decir.

lunes, 25 de septiembre de 2006

Pegadi-sol

Cuando uno, por esas cosas de las radios-que-dan-temas-viejos, vuelve a escuchar las canciones de una juventud más temprana, los efectos son imprevisibles.
Aunque su cuarto de hora ya había pasado, yo me había copiado un disco “en vivo” de “Los Abuelos de la Nada”. Y en ese disco cantaban una simpática (y algo irreverente) canción llamada “Medita sol”.
Una radio ajena me cantó hace unos días sus peculiares estrofas, y hoy no me la puedo despegar. Será la primavera…
Sol de las branquias del pez
De mi noche capitán
Sol del rico, sol del pobre
Sin edad tu soledad
Sol que matas de verdad
Solfeando en la oscuridad
Sol que vuelcas tu cariño
Sobre el día

Cada estrella es otro sol
Cada hombre un soldador
Uniendo las partes rotas
Del gran espejo interior
Soldadito del amor
Del solar quiero ser sol
Y abrazarte como un
Sol que te fascina… ¡Buena moza!

domingo, 24 de septiembre de 2006

Status viatoris XXV

Volvemos a la serie pero lejos de la filosofía. Eso sí, siempre alertados por Pieper, para no perder noción del pleno significado del status viatoris. Aunque también siempre como quien intuye en el gusto por el viaje alguna relación, porqué no, con la condición de viator.
Una deuda pendiente era hablar de viajes en tren. Como dentro y fuera de la serie los he cansado con relatos sobre rieles bonaerenses, hablaremos ahora de otros grandes trenes.

Viajaría en tercera, en banco de madera... o sobre el mismo suelo, si se trata de hacer el recorrido del Transiberiano. [1]


Los abrumaré con datos, al estilo enciclopédico [2]:

El Ferrocarril Transiberiano (TS-R) une Moscú con la costa del Océano Pacífico. Con sus 9.440 km, es la línea ininterrumpida más larga del mundo. Los gobernantes de la Rusia zarista lo construyeron para reforzar el control sobre Siberia y poder estar conectados con la base naval de Vladivostok. La construcción comenzó en 1891 y en un plazo de 10 años fue posible viajar por tren al Océano Pacífico. Para 1912, los Wagons Lits prestaban un servicio de lujo en todo el trayecto del T-SR. Durante la era de la Unión Soviética se mantuvo un alto nivel de confort y la línea fue electrificada después de la Segunda Guerra Mundial.

Otros datos interesantes son los siguientes:

Hasta 1904, los trenes que recorrían el T-SR se cargaban en transbordadores y cruzaban el lago más profundo del mundo, el Baikal. Debido a que el lago se congela desde enero a mayo, algunas de estas barcas se construían con aptitudes de “rompehielos”.


Hasta 1914, los pasajeros del TS-R que partía de Moscú eran obligados a transbordar a trenes que eran de propiedad del ferrocarril oriental chino, para completar el viaje a Vladivostok. Pero los peligros de viajar a través de la provincia china de Manchuria, donde los trenes eran frecuentemente atacados por bandidos, hicieron que los rusos construyeran una extensión oriental del T-SR que estuviera en territorio ruso. [En el mapa de más arriba aparece la ruta modificada, que en la actualidad permanece sin cambios].

Y ya los dejo. Con un clic para aquellos que gustan de estos temas.

Notas:

[1] Y no lo haría por alejarme, como el poeta.
[2] “El libro del tren”, título en español para un libro ilustrado de Peter Herring.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

La fe de los maestros

Tomada del libro del que hablo en la entrada anterior, he aquí una frase de un discurso de Juan Pablo II a sacerdotes el 1º de marzo de 1984. Me pareció que se podía aplicar a cualquier tema de enseñanza y que es sin duda una cuestión relacionada con la fe de los que enseñan.

Todo lo que enseña la Iglesia sobre la procreación responsable no es más que aquel proyecto originario que el Creador imprimió en la humanidad del hombre y de la mujer que se casan; y que el Redentor vino a restablecer. (...) Estad seguros: cuando vuestra enseñanza es fiel al Magisterio de la Iglesia no enseñáis algo que el hombre y la mujer no puedan entender. También el hombre y la mujer de hoy. Esta enseñanza, efectivamente, que hacéis resonar en sus oídos está ya inscrita en su corazón.

martes, 19 de septiembre de 2006

Acto de amor

Entre las recomendaciones a las que me apliqué está un librito que habla de paternidad responsable. Cosas en que me quedé pensando al terminarlo, son las siguientes.

Uno, en la importante tarea de cuestionarse siempre los motivos por los que uno decide evitar la procreación (¿son serios motivos?). Otro, de recurrente aparición desde aquella vez en que escribí algo por estos lares: ¡Qué difícil para el hombre moderno, acostumbrado a manejar y dominar tantas cosas, pensar que debe respetar la naturaleza del acto sexual sin separar unión de procreación! Un hombre que interviene en todo con el fin de mejorarlo (con resultados buenos o malos, muchas veces estos últimos tenidos por buenos), siente como un acto primitivo (en el mal sentido) eso de respetar las cosas como son, como Dios las hizo.

Pero he descubierto, en días previos, algo magnífico (de todos modos no se fíen de mí, que suelo divagar un poco). Lo diré así: la entrega total en el acto sexual es algo necesario, a la manera de una buena liturgia para el culto divino. Para cumplir con dicha “liturgia” basta que sigamos las instrucciones divinas. Y ellas están inscritas en la naturaleza: completar el acto de unión sexual sin truncarlo. Eso quiere decir entregarse todo. Sin nada en el medio.

Varón: casi me animo a decirte que, en la búsqueda prioritaria del bienestar del cónyuge, los esfuerzos por pensar en los modos físicos y psíquicos de su satisfacción de nada sirven si no te decides a entregarlo todo. A ella, darle todo. Y verás qué bien te sientes y cómo es eso más pleno que cualquier otra cosa.

(Por cierto, el regular los nacimientos, por motivos serios, mediante los métodos naturales, no atenta contra esta magnífica donación personal que se hace al completar el acto. Además, la satisfacción de los esposos es una de las garantías más grandes de verdad. Pero si quieren palabras autorizadas, vayan a las fuentes).

lunes, 18 de septiembre de 2006

Invirtiendo en la biblioteca familiar

Los Pensées no podían faltar en la biblioteca. Los incorporamos con una edición 1977 de Losada, con prólogo de François Mauriac y “traducción del texto del autor con las adiciones de Port-Royal convenientemente distinguidas por E. D’Ors”. Irrisorios cuatro pesos.
Una voluminosa edición tapa dura de Espasa Calpe, de 2001, de las Poesías Completas de Antonio Machado, segunda incorporación por nueve pesos.
Entre míseros libros usados encontré la Palabra de Dios, el Nuevo Testamento en una edición que no conocía, y hasta dedicada por un padre a su hijo. Pensé en rescatarla de esos piojosos cajones, pero después decidimos no hacerlo, y me quedé con el consolador pensamiento de que podría estar ahí para alguien más.
De esos mismos cajones llevé un libro sólo porque salía dos pesos y eso me parecía poco para una historia de Georges Bernanos (al que conozco sólo de oído y citas de blog): “Nueva historia de Mouchette”, editada en 1986 por una casa española llamada Caralt.
El Niño Dios, relato de Marechal para niños, con las ilustraciones de Silvia Martín, se ve que viene cotizando en baja porque le observé una marca por quince y una etiqueta por trece, llevándolo nosotros a sólo ocho pesos.
Al final, y viendo que era la librería que más baratos los tenía (seis pesos), llevamos dos de la colección “Biblioteca de Premios Nobel”, de tapa dura, de la española Altaya: “Thérèse Desqueyroux” de F. Mauriac y “Un día en la vida de Iván Denisóvich” de Alexandr Solzhenitsin.
¿Leerlos todos? No sé. Quizás algún día. Estas son inversiones para la biblioteca familiar, alguien las aprovechará.

sábado, 16 de septiembre de 2006

Líbranos del mal

Ya que Ecazes lo sugiere, sigo con Chesterton. Pero aunque el resto del artículo ya citado es interesante, vayamos a otro en el que G. K. hace una analogía entre el hundimiento del Titanic y la sociedad moderna (1912).

El artículo se llama “La analogía del gran naufragio” y aunque es muy corto, todavía no lo terminé. Empieza aclarando que “la tragedia del gran naufragio es demasiado aterradora para analogías de mera fantasía”. Pero la que él se propone contar no lo es. Y creo que esta es una de las frases más interesantes:

Muy fuera de la cuestión de si alguien es culpable, permanece el enorme hecho sobresaliente de que no hay ninguna clase de sana proporción entre la extensión de provisiones para el lujo y la levedad y la extensión de las provisiones para la necesidad y la desesperación. El esquema hizo demasiado para la prosperidad y demasiado poco para la angustia -exactamente como el estado moderno.

Agitadas así las aguas de mi pensamiento, salieron otras cosas a la superficie. Una es una expresión del autor Mora-Fandos:

Me asombra la tranquilidad de ánimo con que nuestro mundo confía en domar hasta el propio mal. Domar, no domesticar, porque eso supone hacer domésticos, de la domus propia, hacer de la familia, familiarizar con uno a alguien.

Y otra es una de las frases de la campaña de un político, que no hace mucho empapeló paredes. Con la intención de prometer acceso seguro a la asistencia sanitaria (imagino), el don, o sus asistentes, se despachaban con una frase que revelaba toda una idea de fondo (consciente o inconsciente). Con imagen de un bebé pequeño, decía en generosa imprenta algo como: “Por el derecho a crecer sanos”. (Como si no enfermarse nunca fuera un derecho del hombre).
Resumiendo, tres aspectos de un mismo problema: no tener en cuenta el mal, pensar que lo dominaremos mediante nuestras fuerzas y, más aún, pensar que tenemos el derecho a no sufrirlo.
(Líbranos del mal)

jueves, 14 de septiembre de 2006

Gente excepcional

Entre otros “picoteos” y recomendaciones, volví un poquito a Chesterton. Y por caminos poco comunes. Se trata de aquel librito de reciente edición llamado “De todo un poco”, con artículos de “The Illustrated London News” traducidos al castellano (aviso público en el blog de Cruz y Fierro).

(...) tomé como ejemplo la proposición (...) de que el matrimonio es bueno para el rebaño común, pero puede ser violado con ventaja por especiales “experimentadores” y pioneros. La debilidad de esta posición es que no toma en cuenta el problema de la enfermedad del orgullo. Resulta bastante fácil decir que las almas más débiles es mejor que estén protegidas pero que debemos dar libertad a George Sand o hacer una excepción con George Eliot.
El acertijo práctico es que es precisamente la clase más débil de novelista femenina la que piensa que es George Sand. Es precisamente la mujer más tonta la que está segura que es George Eliot. El alma pequeña es la que cree ser una excepción. El alma grande está simplemente orgullosa de ser la regla. Hacer propaganda para gente excepcional es coleccionar todos los malhumores, fantasías enfermizas y ambiciones fútiles de la tierra. El buen artista es el que puede ser entendido. Es un mal artista el que siempre es “incomprendido”. En pocas palabras, el gran hombre es un hombre. Siempre es alguien de décima categoría el que es el Superhombre.

“Los lazos del amor”, 2 de julio de 1910.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Peligroso embrujo de esta tierra

Oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer
[1]

El “embrujo de mi tierra”, dice el folklorista Peteco Carabajal al contarnos de Santiago del Estero. Y son las "virtudes" de su tierra lo que canta en tono alegre.

En cambio Buenos Aires parece tener otro embrujo, al que la misma palabra embrujo le queda mejor. Y quizás al respecto haya dicho algo Borges, o quizás algún famoso compositor de tangos. Pero yo no lo sé, o no lo recuerdo.

Otro fue quien lo dijo así:

(…) la tristeza miente formas de Dios
en la Ciudad y el Río de mi patria
[2]

Y creo que pintó de forma inigualable un “peligroso” embrujo de este sur del mundo, que atrapa a muchos de sus habitantes: la melancolía.

[1] Silvio Rodríguez, “Oh, melancolía”.
[2] Leopoldo Marechal en “Niña de encabritado corazón”, de las “Odas para el hombre y la mujer”, 1929. La interpretación de los versos citados es totalmente personal y puede ser, cómo no, cuestionada.

lunes, 11 de septiembre de 2006

Mientras miro las nuevas olas

(Entre nos).
La de mi barrio ha de ser una comunidad muy sometida a la tentación y acechada por el mal, quizás en forma extraordinaria; si no, no me explico porqué en la versión cantada del Padrenuestro que se hace en la misa repetimos como en un bis las dos últimas intenciones:

No nos dejes caer la tentación
Y libranos del mal

Por otro lado, en lo que a gestos se refiere, la moda de tomarse de las manos durante el rezo de la oración que Jesús nos enseñó parece irse quedando en el pasado. Ahora la costumbre es imitar el gesto del sacerdote. Abrir los brazos y elevarlos extendidos parcialente.
De la confusión (o de la insatisfacción) surgen a su vez los gestos híbridos. A veces se ve una fila en la que la gente está con los brazos en alto y tomada, ahí arriba, de las manos. Me pongo a imaginar cómo se llegó a eso: un señor, acostumbrado a tomarse de la mano, extiende su mano; el vecino, que ya las había elevado, no le quiere despreciar el gesto, y abre la mano; el primero, para llegar a la mano abierta, eleva el brazo; y así terminan.
Como podrán adivinar, en los momentos en que hago una observación como esta, mi oración se va a la miércoles y si sigo recitando (o cantando) el Padrenuestro es porque lo sé de memoria, que si no...
Mi culpa, sí, mi culpa. No vengo acá a hacer la crítica. Vaya mi admiración por quien todos los días se levanta y acude a cumplir su tarea de músico, lector o abnegado orante y, por su ignorancia o gran piedad, omite estas cosas.
(Aunque eso no quiere decir que no deba haber alguien que se fije en estas cosas).
(Entre nos).

sábado, 9 de septiembre de 2006

Servir es reinar

El colegio lleva el lema: "Servir es reinar". Y rastreé esa frase, de tono evangélico, a través del Catecismo (786) hasta la Constitución Dogmática Lumen Gentium (36). Vayan en orden cronológico ahora:

Cristo, hecho obediente hasta la muerte y, en razón de ello, exaltado por el Padre (cf. Flp 2,8-9), entró en la gloria de su reino; a El están sometidas todas las cosas hasta que El se someta a sí mismo y todo lo creado al Padre, para que Dios sea todo en todas las cosas (cf. 1 Cor 15,27-28). Tal potestad la comunicó a sus discípulos para que quedasen constituidos en una libertad regia, y con la abnegación y la vida santa vencieran en sí mismos el reino del pecado (cf. Rom 6,12), e incluso sirviendo a Cristo también en los demás, condujeran en humildad y paciencia a sus hermanos hasta aquel Rey, a quien servir es reinar. (...)

El Pueblo de Dios participa, por último, en la función regia de Cristo". Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo "venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28). Para el cristiano, "servir es reinar" (LG 36), particularmente "en los pobres y en los que sufren" donde descubre "la imagen de su Fundador pobre y sufriente" (LG 8). El pueblo de Dios realiza su "dignidad regia" viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo. (...)

Ahora que lo pienso, aquello de “el mundo es de quien lo ama” tendría mucho que ver con esto. Y así encuentro una raíz evangélica a esa frase que el cardenal vietnamita había leído en un almanaque. Y pienso además en la relación entre amor a los hombres, a Jesucristo y a Dios.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Café con leche (y con paréntesis)

El café con leche que me acabo de armar tiene un leve gusto a dulce de leche (¿es necesario que ponga coma cortando esa frase que acabo de escribir?).
¿Será que se quemó la leche y había algo de azúcar? Yo no le puse; yo no le pongo.
El abuso de paréntesis es muy común en algunos blogueros (ya lo dijo Hernán hace mucho tiempo, si no me equivoco). Me tuve que esforzar para sacar uno que había puesto en el segundo párrafo. Y en siete líneas ya hay dos.
Otro sorbo. Persiste el gusto a dulce de leche. No me disgusta. No recuerdo que antes me haya pasado. Concluyo que el tomarse un café con leche no es siempre la misma experiencia.

miércoles, 6 de septiembre de 2006

Con el tiempo...

Los temas van y vuelven. La última vez que “hablé” con mis amigos acerca del tiempo, uno de ellos rescató una definición dada antaño por un profesor, la cual tiene su redondez y da que pensar. Dice así:

El tiempo es la medida del cambio.

Por mi lado, les mandé varias citas del libro “El corazón del mundo”, de Von Balthasar, que hacía poco había leído (o estaba aún leyendo); una de esas citas quedó también aquí, en este blog, allá por marzo de 2005:

Mientras en el exterior vamos colocando las cosas de modo que sus envoltorios se toquen y nos blindamos contra las inexorables exigencias de la vida, la fuente sigue manando en lo más íntimo del individuo y quebranta los muros y va minando nuestra más dura fortaleza. Nadie resiste hasta el final el incesante empuje de este oleaje: nos va reblandeciendo día tras día, va carcomiendo guijarro tras guijarro de la orilla ya desgastada: al final nos derrumbamos. Con el tiempo, hasta el más estúpido comprende el tiempo. El tiempo va cavando para sí mismo un lecho en él y con su redondo vientre lo va limando como el torrente que se precipita lamiendo un glaciar. [*]

Esa cita iba acompañada de algunas reflexiones personales, algo peculiares.

Vivimos muriéndonos. Muriéndonos vivimos. Lo nuestro es morir. Me gusta decir que es nuestra "vocación". Quizás el tiempo sea eso. Esa imposibilidad de morirnos. "El tiempo es la imposibilidad de morirnos", anotá, me gusta. No poder morir, eso es el tiempo.

Hoy, incentivado por el amigo R. Castillo y su comentario en la entrada anterior, se me ocurrió pensar otra cosa. Se me ocurrió decir:

El tiempo es la oportunidad que tenemos para “arrepentirnos y volver”.

Y no la entiendan como una idea triste acerca del tiempo y de la vida. Al contrario, entiéndase como algo gozoso. Recordemos que el Padre, en ocasión del regreso, organiza una fiesta.

[*] Capítulo “El reino”, parte I.

martes, 5 de septiembre de 2006

Correspondencias atómicas

“Esperame un segundo”, decimos, y estamos solicitando paciencia por el tiempo de “9.192.631.770 períodos de radiación correspondiente a la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs), medidos a 0 K.”
Para algunas cosas tomamos como referencia a los astros (hace poco yo daba dos vueltas al sol escribiendo este blog). Pero hoy en día, para ciertas mediciones del tiempo, se emplean definiciones como la que transcribí arriba, que es la definición de segundo según el Sistema Internacional de Unidades y hace referencia a cuestiones atómicas.
En un sentido, si lo pensamos bien, una “correspondencia atómica” (como podríamos llamarla) es también una correspondencia “cósmica”. Ni un ciclotrón me aturde, ni aborrezco al uranio... y en la estructura más pequeña descubro un orden equivalente al de los grandes astros del universo.
Mientras no olvidemos que giramos en torno al sol...
(Porque eso nos hace recordar que estamos descentrados si nos centramos en nosotros mismos y que el centro de nuestras vidas es el Sol que no tiene ocaso).

lunes, 4 de septiembre de 2006

Algo más que sólo tiene Sevilla

Luna, sol, flor y mantilla; una risa y una pena, y la Virgen Macarena. Un tesoro a cada orilla, la Giralda y sus campanas, la Esperanza de Triana. Y a Jesús del Gran Poder.
Ahora bien, me he enterado que hay algo más que tiene, o tuvo, Sevilla, y que ahora está con Dios. Se trata del Cardenal Spínola.
La obra que Dios hizo a través de un español allá por fines del siglo XIX y primeros años del XX, nos tocará de cerca dentro de poco tiempo cuando Francisco empiece a ir al Jardín de Infantes del Colegio Cardenal Spínola, que levanta sus aulas desde 1952 en una localidad del norte bonaerense.
El beato Marcelo Spínola y Maestre, Cardenal Arzobispo de Sevilla y Fundador de las Esclavas del Divino Corazón, nació en San Fernando (Cádiz) en 1835. Estudió y ejerció el derecho. Comenzó los estudios de Teología en 1858. Fue ordenado sacerdote en 1864, obispo en 1881 y creado cardenal por su Santidad Pío X, en el consistorio del 11 de diciembre de 1905, dejando este mundo al año siguiente. Juan Pablo II lo proclamó Beato el 29 de marzo de 1987 y según dicen, en su visita a Sevilla el 5 de noviembre de 1982, el Santo Padre oró ante su sepulcro, que visitó expresamente.
En la homilía en ocasión de su beatificación, Juan Pablo II destacaba sus virtudes, entre las cuales otros relatos que he leído destacan su preocupación por los pobres, manifestada ya desde su época de abogado, y su gran humildad.
Algunos cuentan que en una época “socorría a los pobres con su propio dinero, y, cuando lo necesitaba, con el de sus familiares, y, cuando tampoco es te le bastaba, pedía limosna por las calles, en los cafés y en las casas”.
Dice en el mismo artículo que sus numerosas obras (publicó pastorales, creó circulos obreros, sostuvo orfelinatos, fundó el periódico El Correo, fundó también la Cogregación ya mencionada) no fueron impedimento para que él, desde su humildad, se planteara en más de una ocasión la posibilidad de renunciar al episcopado, considerándose indigno e incapaz de este ministerio. “Y si no se retiró fue, entre otras cosas, por consejo de Della Chiesa, futuro Benedicto XV”.
Cerremos con el lema de su episcopado: “Todo lo puedo en Él” (Flp 4, 13). Y esperemos que el espíritu de su obra se manifieste claramente en este colegio de Argentina a donde irá nuestro hijo.

domingo, 3 de septiembre de 2006

Siempre adelante

Ahí estaban; me emocionó verlas. Las señoras de la primera fila. (Casi todas las parroquias tienen las suyas). Me emocionó verlas porque quién sabe cuántos años han cantado al Amor de los amores, al Rey de la Gloria, al Dios de los corazones, al Sublime Redentor, al Sagrado Corazón para que salve al pueblo argentino... Pero ahora, que los tiempos modernos se lo han impuesto, entonan con el mismo fervor “Alma misionera” u otras modernidades un tanto más “autorreferenciales” (como las calificaría mi esposa a las canciones que hoy hablan tanto de mí, de mí, y tan poco de Él, de Él).
Guantes sobre el banco, manos arrugadas empuñando el moderno cancionero y elevando sin descanso el canto a Dios.

viernes, 1 de septiembre de 2006

La metáfora que no fue

Tenía una metáfora lista, pero los avances de la ciencia me la censuraron. No es muy buena metáfora, pero en este modesto blog no desentonaría. Es del tipo “geológico”. Por temática, podría haber acompañado a entradas como la del Canal Cacique Guaymallén, que es un recuerdo de un viaje. Dice algo así:

“Estos son recuerdos de las últimas vacaciones. Recuerdos que surgen hoy después de mucho tiempo, al modo en que la Sierra de la Ventana se levanta, a la distancia, como una estribación de la Cordillera de los Andes”.

Pero la metáfora no sirve. O no es seguro que sirva (al final, en la ciencia hay más incertidumbres que en la fe). Tristemente se los comunico. Porque resulta que en recientes estudios se descubrió que la Sierra de la Ventana correspondería a otro período de formaciones geológicas, distinto al de la famosa Cordillera. Parece ser que ya no es más como me había enseñado mi maestro de Geografía.

Si bien se consideraba tradicionalmente que este sistema orográfico [Ventania] había sido exhumado por acción de los movimientos ándicos, estudios más recientes (Zárate et al., 1995) indicarían que las Sierras ya existían como una geoforma en el Cretácico, algo que ya había sido propuesto, al menos para su sector oriental y sur, por Burmistrov (1971). [*]

Que en paz descanse, entonces (la metáfora, que mi maestro aún debe andar haciendo de las suyas).

[*] Informe: "Geología de la Ventania", disponible en Internet.