Y de la estética y la ética, se llega –siguiendo el camino trazado por Kierkegaard– al ámbito metafísico y teológico. Toda la obra de Mallea está atravesada por la búsqueda de Dios y la exaltación de los valores religiosos tal como se expresan en el cristianismo: la fe, la esperanza y el amor (…). Hay un ansia irrefrenable en los personajes por encontrar a Dios o, quizás, buscar en Él una respuesta a tanta soledad y angustia existenciales.
Desde luego, no me parece fácil hablar serenamente de tu Historia de una pasión argentina: es la historia de una pasión, referida con el lenguaje de la pasión, vale decir, es un idioma que solicita y consigue la “compasión” del lector más que su asentimiento especulativo. En ese terreno, el de la pasión compartida, estoy a tu lado, y lo estarán seguramente todos aquellos lectores (no sé si abundan) que sufren actualmente lo que podríamos llamar “la pena metafísica de ser argentinos”. (...)
Una pasión argentina. Ese vocablo “pasión” usa en tu obra su sentido literal de “padecimiento”. Padecer la Argentina de hoy, llevarla como una herida en el costado, tal es tu historia y quizás la de muchos argentinos.
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