El tiempo es la medida del cambio.
Mientras en el exterior vamos colocando las cosas de modo que sus envoltorios se toquen y nos blindamos contra las inexorables exigencias de la vida, la fuente sigue manando en lo más íntimo del individuo y quebranta los muros y va minando nuestra más dura fortaleza. Nadie resiste hasta el final el incesante empuje de este oleaje: nos va reblandeciendo día tras día, va carcomiendo guijarro tras guijarro de la orilla ya desgastada: al final nos derrumbamos. Con el tiempo, hasta el más estúpido comprende el tiempo. El tiempo va cavando para sí mismo un lecho en él y con su redondo vientre lo va limando como el torrente que se precipita lamiendo un glaciar. [*]
Vivimos muriéndonos. Muriéndonos vivimos. Lo nuestro es morir. Me gusta decir que es nuestra "vocación". Quizás el tiempo sea eso. Esa imposibilidad de morirnos. "El tiempo es la imposibilidad de morirnos", anotá, me gusta. No poder morir, eso es el tiempo.
El tiempo es la oportunidad que tenemos para “arrepentirnos y volver”.
[*] Capítulo “El reino”, parte I.
2 comentarios:
Agrego una de San Josemaría:
"Los que andan en negocios humanos dicen que el tiempo es oro. —Me parece poco: para los que andamos en negocios de almas el tiempo es ¡gloria!"
(Camino - punto 355)
Sabés que iba a agregar entre las frase una tipo "Time is money". Pero con esto queda agregada y contestada. Gracias.
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