Que la sociedad rechaza a los distintos, es sabido. Pero es interesante el concepto de Eduardo Mallea acerca de la “sinceridad con uno mismo”:
Figuraba por último entre nuestros vecino de cuarto un viejo médico bohemio de apellido Dervil, que había abandonado su profesión años atrás, en virtud de su decepción filosófica de la ciencia; vivía como un soñador, pobre como las ratas, pero rico de ideas, experiencias y cuentos, y a nosotros nos gustaba conversar con él. A los hombres como este, que no han llegado en la vida a otra conclusión que a ser sinceros consigo mismos, la sociedad los llama parásitos, o inmorales o locos. La sociedad está siempre dispuesta a clasificar rotundamente a los que arroja fuera de sí, tal vez porque a lo que resentidamente aspira es a encontrar al fin un nombre que cubra y justifique la informe masa de su gregaria ficción.
Así lo deja ver el autor en las primeras páginas de “La bahía de silencio”. Y no sé si más adelante lo desarrollará, pero como el libro me ha atrapado, creo que a su tiempo se los podré decir.
2 comentarios:
Esperamos ansiosos nuevo comentarios. Sobre todo yo, que me acabo de releer un bodriazo, y necesito reconciliarme con la literatura.
Muy bien, veré que así sea. Siempre tuve curiosidad por este autor, así que dudo que quede en un sólo post la cosa.
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