domingo, 31 de mayo de 2015

¿Qué dios intentó venir a tomar para sí una nación…?

No es que se propone al mundo el Dios de un pueblo de medio oriente.
Y es notorio el camino de descubrimiento de Dios que ha hecho ese pueblo. Como no hay otro.
Pero la verdad es que no fue el pueblo el que eligió a Dios, sino Dios quien eligió al pueblo.
Como dice el Deuteronomio, y leemos hoy en la primera lectura (4, 32-40.39-40):

Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante. ¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? ¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos? Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios - allá arriba, en el cielo y aquí abajo, en la tierra - y no hay otro. Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre”.

(En la solemnidad de la Santísima Trinidad)

miércoles, 27 de mayo de 2015

Alter Mundi - XV. Tolhuin


Isla Grande de Tierra del Fuego. Cabecera oriental del Lago Fagnano. A mediados de los años sesenta residían allí los últimos descendientes puros de la etnia selknam u ona, que llamaban al lago con el nombre de Khami (Agua grande). Por esos años fallece Lola Kiepja, quien recibió el título de “la última ona” (aunque otros dicen que ese título lo ostenta Angela Loij, fallecida en 1974). La etnóloga francesa Anne Chapman registro cantos selknam en voz de Lola Kiepja en unos discos editados en Francia que hoy en día se pueden escuchar en YouTube: Canción de cuna, canto para prevenir la lluvia y la nieve, canto usado en curaciones chamánicas, etc. También en los sesenta se crea en la zona la hostería Kaiken, parador turístico en el tramo de la Ruta 3 que va de Río Grande a Ushuaia. Y ya por los setenta el lugar estaba poblado por muchas familias de gente que trabajaba en los aserraderos de la zona.

Un día de primavera del año 1972, un habitante de una zona cercana vio como una comitiva de importantes autos se detenía al costado del camino. De los autos bajaron señores de uniforme, señoras también muy bien vestidas y de repente empezó una guerra de bolas de nieve[*]. Un periodista que acompañaba a la comitiva explicó al curioso que se trataba nada menos que del presidente Lanusse, sus ministros y esposas, que venían de celebrar la reciente fundación del pueblo de Tolhuin.

- ¿¡De qué!? - exclamó intrigado el señor.
- Tolhuin, el nuevo pueblo, y tercero de Argentina en Tierra del Fuego.
- ¿Tolwin? Tol… ¡Tol-wen! ¿Tol-wen?
- Exacto, tol-wen, que en español es “corazón”, ¿no?
- Eh… bien, sí, son dos vocablos, “como corazón” se podría decir, quizás… pero… ¿Dónde está ese pueblo? No lo he visto nunca.
- Es que todavía no está construido, amigo.
- ¿…?
- Se acaba de fundar por ley. Ya viven muchas familias aquí y es preciso que esté organizada una comunidad.

El trazado lo habían concebido los arquitectos Pagés y Dondo, residentes en Ushuaia, diseñándolo en manzanas redondas, con todas las viviendas compartiendo un fondo común. El lugar exacto, planeado en un principio en la cabecera del lago, fue modificado, por las duras condiciones climáticas de ese invierno, y llevado al pie del cerro Michí. En seguida de fundado comenzaron los trabajos y ya en 1991 había en Tolhuin 445 habitantes. El crecimiento poblacional fue exponencial, dice Wikipedia, con 3.004 habitantes en el censo de 2010.

Yo escuché por primera vez sobre Tolhuin de boca de mi esposa, cuando me contó la historia de una señora que se fue allá con los chicos, como a vivir una nueva vida, trabajando en el hospital. Y al parecer siempre fue un lugar para ir a hacerse una nueva vida. Como la historia de “los topos”, una señora cordobesa y sus hijos, que llegaron sin siquiera vivienda y tuvieron que vivir varios meses en los refugios bajo tierra (que se habían hecho cerca de la pista de aterrizaje en la Guerra de Malvinas). O el enfermero que vivió en carpa en el bosque.

Todos estos sucesos se leen en un blog de una sola entrada (que sería el texto de un libro) llamado “Historias de Tolhuin”, de autor Roberto Chenú. Allí se puede leer también sobre cosas de lo más diversas como un galeón español hundido en medio en el mismísimo lago, las primeras radios de la zona, habitantes indígenas, pioneros, misioneros salesianos o inmigrantes más recientes.

Tolhuin vive hoy de la actividad forestal, en trabajos primarios y secundarios sobre la madera de lenga, de la explotación de la turba y de la cada vez más promocionada actividad turística.

[*] El suceso del presidente y su comitiva bajando a hacer juegos con la nieve no lo inventé yo, figuraba en una página cuyo link está caído y era: http://www.portal-patagonico.com.ar/paginas/2007/10/137/a_35_anos_de_la_fundacion_de_tolhuin/. Lanusse venía efectivamente de la celebración de la fundación de Tolhuin.

lunes, 18 de mayo de 2015

¡Guarda el hilo!

Yo pensé que “¡Guarda el hilo!” era una expresión cordobesa, por aquello del gato “Pateando sapos”, que cantaban Los cuatro de Córdoba y decía: “Guarda el hilo, negro, no te me largués…”. Pero a los cuarenta años me vengo a enterar que también la usó en la música Spinetta, cuando en la “Cantata de puentes amarillos” dice: “Guarda el hilo, nena; guarden bien tus manos esta libertad”.

Se difunde por ahí la explicación que hace una página ecuatoriana (que extrañamente, dado su origen, habla de asados): “Viene de una época en que los albañiles inundaban los barrios con sus plomadas, cucharas, andamios, baldes, pastones[sic] y asados (…) Antes el hilo se usaba para delinear contornos, enderezar paredes y marcar límites”. ¿Será así como dicen?

Parece ser normal hoy en día compararla con la frase “¡Ojo al piojo!”. Y no lo digo yo, lo dice hasta el citado diario ecuatoriano. O un foro de Yahoo!, en donde alguien pregunta: “¿Es lo mismo?”. Y otro, muy gracioso, le responde: “Guarda el hilo lo dijo el sastrecillo valiente a la costurerita que dio el mal paso, para que el gato no agarrara la madeja. Ojo al piojo lo dijo el Barbero de Sevilla, cuando notó que las liendres pululaban en la barba de Juan Carlos de Borbón y Parma y al lado estaba la Duquesa de Alba esperando turno y los piojos saltaban a su enrulada cabellera”. ¡Fantástico!

“¡Guarda el Cristo!”, dice también la página ecuatoriana. “(De) queruza con la merluza”, se lee en el citado foro. En ese mismo foro alguien dice que su padre decía: “¡Guarda la tosca!” Cosa que parece estar emparentada con esta genial frase descubierta en “El tribuno”: “Despacito por las piedras, cuidado con las ‘refaladas’, peligra la brida y se afloja la cabezada”. Y cerramos con otros versos de Spinetta de la Cantata que quizás apunten a lo mismo: “Ojo el ramo, nena, las flores se caen, tienes que parar”.

martes, 5 de mayo de 2015

Silencio de rock y El corazón de las tinieblas

(Gran silencio de blog - Nunca tanto - Siempre hay una primera vez, claro - ¡Bah, basta de basura introspectiva!)

Hablando de primeras veces, fue la primera vez que escuché al “archimegaclásico” grupo de rock Rush. Y tuve una experiencia de abducción, que me sustrajo del mundo y me llevó a mi pasado rockero, pero con el hallazgo de letras buenísimas, escritas por un baterista montado en una nave espacial de mil tambores y platillos. Me declaré fan y hasta me compré unos discos (que son unas cositas redondas que cuando giran en el dispositivo adecuado hacen sonar música; no sé si los más jóvenes los conocen).

Mayo es un mes que me cae simpático. Hay toneladas de cumpleaños familiares (que no quiere decir toneladas de festejos, pero sí alguna que otra reunión especial).

Ahora estoy viajando por un río africano, en medio de la selva y el comercio de marfil del siglo pasado (o el anterior). Es decir en “El corazón de las tinieblas”, como le puso Joseph Conrad al lugar y a su pequeña novela.

Leí que a Conrad le criticaban el lenguaje demasiado elaborado (salvando las distancias, lo mismo que a Rush). Basta eso para que me hagan admirarlo. Y buscarlo. Y tratar de llegar a sus riquezas a través, y a pesar, de las dificultades de los traductores.

Dice el presentador de mi edición de “El corazón de las tinieblas” que Conrad pierde su hechizo fuera del mar y la selva. Pero yo la única novela de Conrad que hasta el momento había podido leer era “El agente secreto”, situada precisamente en otro ambiente. Y nunca había podido con Lord Jim o con esta obra mencionada. Pero bien, ahora sí, le llegó el momento. Ahora ya estoy nervioso, transpirando, disfrutando por momentos del paisaje, las sensaciones.

Tengo miedo de encontrarme con ese tal Kurtz...