sábado, 5 de septiembre de 2009

Creación y evolución (primeras divagaciones)

Llegué a una de las partes más interesantes. Arnaudo me fue guiando con prudencia y suficiente detenimiento. Y aquí estoy, con Teilhard de Chardin moderado por Julio Meinvielle. El tema: creación y evolución.
El libro lleva ese nombre, Creación y evolución. El autor, el ingeniero Florencio J. Arnaudo. Profesor de la UCA en Doctrina Social de la Iglesia (en mi época, no sé hoy) y cabeza durante seis años del grupo Ciencia y Fe de la mencionada universidad.
En esta parte del libro, lo explicado se empieza a relacionar con los rumbos de mi pensamiento, lo cual es una enorme satisfacción: encontrar respuestas o cauces para el desarrollo del propio pensamiento.
Desarrollando esas líneas de pensamiento (ya sin Arnaudo, por supuesto), todas parecen converger a una. Aceptando una hipótesis evolutiva (que no se opone necesariamente a la creacionista), el problema central parece ser el “paso de no hombre a hombre”.
Y para eso creo que necesitaré estudiar más acerca de qué es aquello que llamamos el alma humana. Para así luego poder comprender cómo es el “paso de la no alma humana al alma humana”. Cómo es el paso. Por qué no puede ser biológico. Por qué es un salto cualitativo, como dicen.
Día a día entendemos más del funcionamiento biológico del hombre y hasta parece ser que hay elementos y sucesos humanos en el campo no tangible que están estrechamente vinculados con alguna parte física del hombre. Pero en el fondo siempre queda algo, la parte intangible. Eso en lo que vemos la acción de Dios. Y, ¿cómo es la acción de Dios? ¿A qué nivel? ¿Cuándo no fue hombre (el aún no hombre) y cuándo sí?
La pregunta no tendría sólo un sentido histórico. Quién (qué homínido) haya sido hombre o quién no, es un tema quizás secundario frente la implicancia de la cuestión hombre-no hombre en nuestro presente. Es imprescindible que haya una diferencia entre animal y hombre, una diferencia más que biológica, para que podamos decir que el hombre es hombre y el animal sólo animal. Esa es el alma humana.
Esto podría terminar aquí. Debería apagar la computadora y ponerme a estudiar acerca del alma. Pero dejemos dos ideas para repasar:
- Lo que diferencia al hombre del animal es que el hombre tiene pensamiento reflexivo (el hombre sabe y sabe que sabe, piensa y sabe que piensa).
- Lo que tiene el hombre y no el animal, usando tres palabras usa Meinvielle, es: pensamiento, libertad y religión.

8 comentarios:

Jesús Sanz Rioja dijo...

Desde luego, unas nociones elementales de antropología no les vendrían mal a muchos. Pensamiento, libertad, religión... y sentimientos.

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio. Eres valiente al meterte en un tema tan difícil (al que ya apuntabas, por cierto, en tu comentario a mi último Catecismo, en julio). En realidad, vinculas dos temas, ambos difíciles: qué es el alma (es decir, como dices, qué distingue al no-hombre del hombre) y cuándo se dio ese paso, o dicho de forma cristiana, cuándo infundió Dios el alma al hombre, se llamara Adán o no.

En relación a lo primero, desde luego me quedo con tu definición del penúltimo párrafo: el hombre sabe y sabe que sabe, reflexiona, es consciente de si mismo. Aunque uno sea ateo y materialista, ha de admitir que la inteligencia del hombre es sustancialmente distinta de la de otros animales inteligentes, e incluso que la de un ordenador: ¿sabe el ordenador que sabe? Yo diría que no. O sea, que el tema 1 lo resuelves con un 10.

El tema 2 ya es difícil de narices, porque o bien muchos pre-hombres no-hombres tuvieron la misma evolución en distintos sitios del mundo, o bien todos descendemos de uno solo, en el que Dios podría haber intevenido para darle el alma, la reflexión, la auto-consciencia. ¿Esto 2º, tú que eres de ciencias, es posible? ¿Cómo se explicarían entonces las distintas razas, o la distinta capacidad de cada una? El tema queda sólo apuntado en tu post, así que espero que como es un "(primeras divagaciones)", pronto haya desarrollo de este complejo tema.

...

Ah, y complejo también lo que apuntas de creacionsimo y evolucionismo. La idea que yo tengo, equivocada quizá, es que los creacionistas piensan que el Génesis es literal, no sólo que Dios creó las primeras moléculas y las leyes de su desarrollo, sino que creó el mundo más o menos como lo vemos, es decir, lo que dice el Génesis. Esto sería incompatible con el evolucionismo, habría que optar entre uno u otro. No sé si esta idea es correcta o no.

Juan Ignacio dijo...

Fernando,

Me gustaría desarrollar esa idea que pones como segunda, podríamos llamarlo el tema de uno o más adanes. Aún el libro no me ha aportado datos al respecto.

Con respecto al último tema que decís el libro sí es muy claro. Evolucionismo no se opone a creacionismo. Evolucionismo se opone a fijismo. El fijismo es el que postula que la variedad de especies vivientes se crearon como tales, sin evolucionar desde una especie original.

La teoría de la evolución no es de por sí objetable desde la fe católica mientras que no niegue la acción de Dios como origen y como acompañamiento providente de todo lo creado. Y mientras no atribuya el origen del alma humana a una sola evolución biológica y no al acto creador de Dios.

Seguimos...

Fernando dijo...

Gracias por la aclaración en tan difícil tema. Es muy fácil caer en lo que apuntás, es decir, el alma como mera evolución de la inteligencia de algún tipo de homínido pre-humano no-humano, como decías en el post original.
¿Intervino Dios sólo en uno de ellos, de los que descendemos todos, pese a la variedad de razas, o lo hizo en varios, "los Adanes" a los que te refieres? A ver si el libro te aporta ideas.

Y gracias por la aclaración conceptual: si "creacionismo" es pensar que todo tuvo su origen en Dios y que Él, entre otras cosas, dio las leyes de la evolución, claro que es compatible con el "evolucionsimo". Lo entendía -seguro que incorrectamente- en el significado que tú das de "fijismo", término que no conocía (es decir, que en el Génesis Dios creó todo más o menos como lo vemos ahora por la ventana).

hna. josefina dijo...

Juan Ignacio, es muy interesante todo esto; pero te confieso que no me animo a meterme en la conversación por lo amplio. Me parece que lo que pongamos, nos quedaremos cortos...
Aquí por ejemplo agregaría que el animal no es tampoco capaz de amar.

Juan Ignacio dijo...

Pues estás en línea con lo que vino después. Gracias.

Teófilo de Jesús dijo...

Saludos en Cristo, Fernando

Me gustó el ensayo y la trayectoria que lleva. Mi única crítica - y es una constructiva - es que desearía que no te hubieses apoyado tanto en la autoridad de Padre Meinvielle. Sí, entiendo que su ensayo te proveyó con las herramientas para penetrar el asunto, pero sobre el Padre Meinvielle se cierne una sombra y es la del antisemitismo.

Al P. Meinvielle le dediqué un capítulo entero en mi serie especial titulada, No al antisemitismo y a la judeofobia. Mis crítica a su postura en este asunto no es una gratuita. Y sí, admito que como pensandor el P. Meinvielle bien pudo haber estado en lo correcto en otros asuntos y no en su antisemitismo, pero para mí eso es como comprar un libro de cocina escrito por alguien sin sentido de sabor, en la esperanza de que algunos consejos sean buenos.

De todos modos y a pesar de este detallito, aplaudo tu ensayo y espero leer más sobre el tema de tu parte.

Tu hermano en Cristo,
-Theo

Juan Ignacio dijo...

Teófilo,

Gracias por tu comentario.

Ante todo quiero aclarar que esto dista mucho de ser un ensayo, son solo divagaciones.

Acepto también lo otro que decís, lo de Meinvielle. No lo sabía.

De todos modos, no tengo problemas en explorar las obras de los más diversos personajes. Tanto de los más odiosos como de los más admirables, con sentido crítico podemos rescatar o analizar si hay algo de razón en lo que dicen sin por ello aprobar su obra y mucho menos su vida.

Como último detalle, decir que aquí no me baso en Meinvielle sino en Arnaudo, de cuyo sentido crítico y buena intención no puedo dudar.

Bueno, seguimos en contacto, Dios mediante.