sábado, 20 de septiembre de 2008

Litúrgicas (II)

Guardini explica magníficamente la relación entre la razón y el sentimiento en la liturgia (y acá no sabré resumirlo del todo bien, porque es difícil resumir cuando hay tan poco desperdicio).
La primera como guía del segundo. La importancia de la razón o el pensamiento en la oración colectiva por la universalidad de su contenido, la dificultad del sentimiento por la particularidad (y esa “selva enmarañada” que son los sentimientos). Pero a su vez la importancia de no descuidar el sentimiento, porque la oración es “una elevación del corazón a Dios”. Guardini muestra como la liturgia es “la verdad vestida del ropaje de la oración”, por su contenido de todas las verdades de fe. Y muestra a la vez como la liturgia está impregnada de sentimiento, en esas fórmulas que en una primera impresión pueden ser “teológicas, doctrinales y estéticas” pero luego se ve que contienen emoción e interna vitalidad (“formas aquilatadas, traslúcidas y expresivas”).
La liturgia permite la emoción y el sentimiento pero más aún, los regula para lograr una mesura en su expresión. “La liturgia es emoción contenida, sofrenada, como podemos observarlo de modo especial en el santo sacrificio de la misa, lo mismo en las oraciones de las partes variables que de las fijas o invariables: en ellas se tiene el modelo acabado de la más noble y serena actitud espiritual del alma”.
Toda oración que pretenda mantener animada su fecundidad y, por consiguiente, sea practicable y útil para una colectividad, debe llevar la característica de una íntima y honda armonía, un tono profundo, pero sereno, de verdad y de vida. Baste aducir, como testimonio corroborante, los magníficos versos del himno sagrado, tan difíciles de traducir, por su cristalina transparencia:
Laeti bibamus sobriam ebrietatem spiritus... [*]”
[*] Nota del libro: Del Breviario Benedictino. Himno de Laudes del martes. Traducido literalmente diría: “Gustemos alegres la sobria ebriedad del espíritu”.

5 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Excelente comentario, Juan Ignacio, ¡y muchas gracias!

Juan Ignacio dijo...

No hay por qué. Me alegro que te haya gustado.

Anónimo dijo...

Qué de conceptos elevados, qué profunda su relación.

El sentimiento se logra por la letra de la liturgia: si uno está en Misa atento, como cuando va al teatro, ¡qué cosas tan elevadas oye, cómo no emocionarse, por muy frío que sea uno! Pero, supongo que el texto que comentas y tu propio comentario tendrán que ver, también, con la música, tanto la clásica como la moderna. ¿Es así? Ya conté alguna vez cómo en mi parroquía se cuida muchísimo, como hay un coro que siempre canta la pieza perfecta para ese momento de la Misa del domingo.

Compasión por los protestantes y por algunos católicos progres, que han logrado una liturgia fría, impersonal, solo para la cabeza, incompleta.

Esto es una aproximación algo superficial, pues ya digo que usas conceptos muy profundos, que merecen ser meditados.

Natalio Ruiz dijo...

Es complicado cuando se habla de "sentimiento" porque no se termina de saber de qué se está hablando en concreto.

No obstante, está muy bien expresada la necesidad de que todo el hombre (cuerpo y alma) recen conjuntamente, por eso el salmo 102 dice: "Bendice alma mía al Señor, y todas mis entrañas su Santo Nombre".

También está muy bien la referencia a la liturgia como cauce o "canon" de esa elevación mediante la oración.

Muy bueno amigo.

Respetos.

Natalio

Anónimo dijo...

Qué buen comentario el de Natalio.

¿Seré yo capaz algún día de mandar comentarios citando la Sagrada Escritura? Mencionar el apartado conveniente del Nuevo Testamento es difícil, pero hacerlo del Antiguo, y en concreto de los Salmos, me parece absolutamente admirable.