sábado, 5 de febrero de 2005

Orando con San Francisco

Porque
es dando que se recibe,
perdonando que se es perdonado,
muriendo que se resucita a la Vida Eterna.


¡Dar y perdonar son tan difíciles! Tienen algo de muerte (cuanto más o mejor se hagan). Hay veces en que nos sentimos incapaces, hay veces en que duele.
Pero también hay veces que lo vivimos como algo bello (el dar y el perdonar). Quizás sean esas veces en las que al dar o perdonar se nos anticipa de alguna forma la promesa de la última frase, la Vida Eterna. Esa felicidad que experimentamos a veces al dar o al perdonar es quizás un esbozo, una intuición del sentimiento, de lo que será la Vida Eterna.

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