Escuchas todas las voces amigas que se combaten; pero callas aún, porque el silencio y la reserva son estigmas que se adquieren en la llanura, donde la voz humana parece intimidarse ante la vastedad de la tierra y la gravitación del cielo.
"Adán Buenosayres", Libro quinto, parte I; Leopoldo Marechal.
En la ciudad nos cansamos de aguantar, de resistirnos a "ser llevados" para arriba. Pero nos empeñamos igual en ello. Así que nos fabricamos muchos edificios, para no ver el cielo. Los estigmas de la reserva y el silencio se pierden. Y el hombre de ciudad es hablador y ruidoso.
Una de las salidas es ir a las azoteas, y además de mirar hacia abajo, mirar hacia arriba.
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