lunes, 27 de febrero de 2006

Conciliación de los opuestos

Pues sí, finalmente lo dejé pasar al francés. Se presentó muy bien. Me gustó que dijera que quiere:
[...] guiar a los que ya conocen a Dios, exponiéndoles cómo se revela de muchas maneras y, sobre todo, cómo su manifestación más excelente y definitiva es Jesucristo. [...] ayudar a los cristianos a situar en su conocimiento de Dios los diversos caminos puestos a su consideración y a amar la Biblia sin despreciar la teología, y a hacer teología sin despreciar la mística.
Jean Daniélou, prólogo de "Dios y nosotros".
Y, sí, me gusta que se resuelvan los conflictos; ¿será también por eso que me gusta la obra de Marechal? Porque según el ya citado Navascués y en el mismo prólogo (pero esa parte no está on line), la "conciliación de los opuestos" es un tema predilecto del escritor argentino.
Claro que esto de la conciliación de lo opuestos suena a algo muy antiguo, y filosóficamente su nombre nos lleva al de Nicolás de Cusa, cardenal, filósofo y teólogo alemán del siglo XV, de óbra muy completa y variada:
En el viaje de vuelta de su misión en Constantinopla (dic. 1437 - ene. 1438), en alta mar, vivió la experiencia decisiva para su concepción filosófica, real y mística a la vez: cómo el horizonte del mar nos parece infinitamente extendido, como una línea recta; y, sin embargo, es un círculo con radio muy grande, testimonio de la forma esférica de la Tierra. Fue el comienzo de la idea de la coincidentia oppositorum, de la coincidencia de los opuestos en el Infinito; éste es el meollo de la obra filosófica principal de N. [...]
Meditando sobre la caída de Constantinopla (29 mayo 1453), N. concibió su grandiosa visión de una futura conciliación universal: De pace fidei (La paz de la fe; obra terminada antes del 14 en. 1454).

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