Primero dejo un fragmento del pasaje bíblico (es el que se lee este Viernes Santo) y después el fragmento final de la reflexión mencionada.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn. 19, 25-27)
(…) Ya desde la antigüedad, los cristianos han visto en Juan a toda la humanidad representada y, más en concreto, a la Iglesia naciente. Es a esta Iglesia y a esta humanidad a quienes se les da una madre espiritual. Es esta Virgen, envejecida por los años y los dolores, la que, repentinamente, vuelve a sentir su seno lleno de fecundidad.
Ese es el gran legado que Cristo concede desde la cruz a la humanidad. Esa es la gran tarea que, a la hora de la gran verdad, se encomienda a María. Es como una segunda anunciación. Hace treinta años - ella lo recuerda bien - un ángel la invitó a ser la madre de Dios. Ahora, no ya un ángel, sino su propio hijo, le anuncia una tarea más empinada si cabe: recibir como hijos de su alma a quienes son los asesinos de su primogénito.
Y ella acepta. Aceptó, hace ya treinta años, cuando dijo aquel “fiat”, que era una total entrega en las manos de la voluntad de Dios. De ahí que el olor a sangre del Calvario comience extrañamente a tener un sabor de recién nacido. De ahí que sea difícil saber si ahora es más lo que muere o lo que nace. De ahí que no sepamos si estamos asistiendo a una agonía o a un parto. ¡Hay tanto olor a madre y a engendramiento en esta dramática tarde...!
3 comentarios:
Gracias y que tengas una santa semana.
es precioso
Me encanta la idea de una segunda anunciación.
Me quedo el texto para meditar esta Pascua
Gracias
Feliz Pascua de Resurrección¡
Gracias y lo mismo para Uds., Alemamá y Miriam.
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