(5/4, Miércoles Santo 2023)
Comer en esta esquina me trae lindos recuerdos de la juventud.
Fea y ruidosa esquina. Al darme cuenta de esto siento el alivio de saber que conservo el gusto por lo bello (se debe conservar el gusto por lo bello, como forma de no degradarse), pero también siento la satisfacción de saber que no todo lo bello es lo visible.
Quizás es lo que quiso decir Vacarezza (y cuánto mejor lo dice la poesía, el lenguaje "inexacto") cuando dijo de otro barrio:
"¡Villa Crespo!... Barrio reo,
el de las calles estrechas
y las casitas mal hechas
que eras lindo por lo feo"
(No creo que haya una especie de morbo o degradación del gusto allí, sino una influencia de otras cosas sobre la mera percepción de la apariencia exterior. La influencia de recuerdos, emociones, vida vivida en ese lugar. Mi abuela recitaba esto; ella era de allí; creo que sé lo que digo).
Y que sea "inexacto" el lenguaje que describe bien esto (¡y que describe bien toda la vida!), prueba que la exactitud está sobrevaluada. Que la realidad es mucho más compleja que como la describe un expresión científicamente perfecta, mucho más compleja también que como la describen los que se conforman con lo tangible (sin el alma, sin el espíritu), los que se conforman con no ser felices o no querer vivir para siempre o no querer amar para siempre.
El día se presta, como hace tiempo no lo hacía, para estar atento a estas cosas.
Dejo la esquina y una cuadra se pone linda también de aspecto.
Caminar por una linda vereda, un lindo día, está olvidado. Haría tan bien a las personas. (Y justificaría una vez más el hecho de que tenemos que seguir haciendo lindas veredas y lindas cosas). Pero tenemos tantas actividades estimulantes que está embotada nuestra percepción y nos olvidamos de las más sencillas. De esas que recetaban los doctores de antes. El aire de la montaña, unos días junto al mar…