sábado, 7 de noviembre de 2009

Metanoite

Las primeras palabras de Jesús son sencillas, pocas. (…)
El tiempo se ha cumplido, se aproxima el reinado de Dios: haced penitencia y creed en el Evangelio.

No sé qué traducciones leía Papini, pero al parecer, con el tiempo, y por como leo ahora en algunas biblias, algunos (aunque no todos) han hecho caso a la reflexión que él hace luego:

En efecto, Jesús añade: Haced penitencia. Aun aquí ha sido torcido su sentido verdadero y magnífico, de la vieja palabra. La palabra de Marcos -“Metanoite”- no se puede traducir por “poenitemini”, es decir: “haced penitencia”. “Metanoia” es propiamente “mutatio mentis”, el cambio de la mente, la transformación del alma. Metamorfosis es el cambio de forma: metanoia el cambio del espíritu. Podría más bien traducirse por “conversión”, que es la renovación del hombre interno, pero las ideas de “arrepentimiento” y de “penitencia” no son más que aplicaciones e ilustraciones del llamado de Jesús.
El cual ponía como condición de la llegada del Reino -y, al mismo tiempo como la substancia misma del nuevo orden- la conversión completa, el cambio de la vida y de los valores de la vida, la trasmutación de los sentimientos, de los juicios, de las intenciones: aquélla, en suma, que llamó hablando con Nicodemus, “segundo nacimiento”.

(El texto de Historia de Cristo lo copio de la edición chilena de 1925 de Casa Zamorano y Caperan).

9 comentarios:

Natalio Ruiz dijo...

Los judíos utilizan (no sé si Cristo lo usó o no pero el concepto me parece que es igual) el término "Teshuva" que implica el punto de retorno. El punto donde la soga llega al extremo y vuelve. El punto donde el hijo pródigo dice "volveré" aunque todavía no haya hecho nada por volver....

Apasionante tema (como casi todos los tratados aquí....).

Respeto metanoicos.

Natalio

Francisco Cavada dijo...

Juan Ignacio:

Linda aclaración nos compartes. Había un par de palabras que no conocía su origen y ahora lo sé. Muchas gracias por compartir con nosotros tus conocimientos.

Un abrazo fraterno.

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio. Tratas un tema que me interesa mucho. Por supuesto, yo no sé si la traducción habitual de las palabras de Jesús, pero también de San Juan Bautista, "penitencia", es la correcta, o si sería mejor haber puesto "conversión". En todo caso, una cosa lleva a la otra: no hay penitencia si no hay auténtica conversión.

Muchas veces pienso en este texto, aplicado a mi propia vida. Digamos, reduciendo la fe a fría contabilidad, que uno peca y que va aumentando su deuda con Dios, y que sólo la oración y la penitencia hacen bajar algo esa deuda, la reducen un poco para el día que muramos.

Todo esto se ha perdido en muchos católicos actuales, yo el 1º: se pierde el sentido de culpa, de "deuda" (se quitó del Padrenuestro, ¿recordás?), así que mucho más se habrá perdido el sentido de penitencia, de restitución, en un sentido estricto (penitencia) o amplio (conversión). Por eso, duele leer el pasaje del Evangelio que traes al post.

(Muchas veces lo recuerdo al dudar en casa si subir en ascensor o andando: "sube andando, tienes una deuda tan enorme con Dios...!!".)

Juan Ignacio dijo...

Natalio, muy interesante lo de Teshuva.

De nada, Francisco Javier. Gracias a vos por venir.

Fernando, me impacta el final de tu reflexión. Entiendo que se pueden hacer pequeños sacrificios (al modo y con el significado con el que hacemos ayuno o abstinencia en Cuaresma), pero no creo que eso sea para cubrir una deuda con Dios, sino más bien para el desapego de lo material y al elevación del espíritu a Dios.

Fernando dijo...

Yo lo veo así, Juan Ignacio.

Cuando Jesús echa la bronca a varias ciudades que no se han convertido, pese a los milagros ocurridos allí (LC 10, 13-14) pone como ejemplo de comportamiento penitente hacer cosas sencillas (vestirse con un saco, echarse ceniza encima) aunque asquerosas o molestas. Igual nosotros, ¿no? Nadie se va a romper la espalda por subir 3 pisos andando, igual que nadie se hubiera muerto en Tiro o en Sidón por lo del saco y la ceniza. Es un pequeño gesto, muy poca cosa comparada con la torre de nuestros pecados.

Juan Ignacio dijo...

Fernando,

Soy un tipo a veces muy rebuscado o excesivamente racional y al querer dar significado a lo que hago a veces me encuentro en problemas.

El que el acto represente un pequeño sacrificio es una razón para no desalentarme en su realización. Pero no un motivo para hacerlo.

No entiendo lo de pagar o cancelar deudas. Y esto es un problema mío, por supuesto. Me resulta muy difícil comprender que con un acto de sacrificio pago algo a Dios. No me conformo con eso, aunque tenga algo de verdad. Me gusta ir más adentro del tema.

Una línea de pensamiento podría ser la que sigue. Dios quiere mi conversión. Si mi acto voluntario de disposición a la conversión conlleva la penitencia, me parece bien, la haré con sentido. Etc. Ver otras ideas.

En fin. Si no razono bien sobre estas cosas corro el riesgo de ponerme a hacer actos de sacrificio vanos, que pueden tener algo de… no sé, masoquismo.

Bueno, temo haber dicho algunas cosas no muy acertadas, pero aceptamelo como una charla entre amigos.

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio. Reitero lo que te digo siempre: yo no sé nada de teología, sólo lo poquísimo que se me pega de la lectura del Evangelio, del Catecismo y de algún que otro libro; soy yo el que se expone a decir bobadas cuando hablo de estos temas, tan profundos.

Se empieza, sí, por convertirse, así lo apuntaba tu post, y cuando uno ya es convertido es cuando es consciente de que sus actos y sus omisiones han ofendido a Dios y le siguen ofendiendo, por mucho que uno se esfuerce, y entonces uno pasa a ser penitente, estado espiritual por el que uno es consciente de sus faltas ante Dios y eso le duele.

Convertirse, ser penitente, ... hacer penitencia. Honestamente, no puedo darte grandes razones teológicas que expliquen el salto del escalón 2 al 3, lo siento. Juan Bautista vivía penitentemente en el desierto (Mt 3,4), la ceniza y el saco de Tiro y Sidón (Lc 10, 13-14), la Magdalena perdonada que hace cosas humillantes (Lc 7, 38), Juan el Bautista y Jesús que (en mi viejo Evangelio Nácar-Colunga) urgen a la gente no a convertirse (como decía tu post) sino a hacer penitencia (Mt 3, 8) (Mt 4, 17); ... la penitencia, los hechos que te impone el confesor y que has de cumplir como pago a tus pecados ...; haber leído mucho Camino cuando era más joven ... Todo me lleva a una evidencia, difícil de explicar, por la que no basta con convertirse o con sentirse penitente, sino a tener que hacer penitencia.

Por lo demás, tienes razón en la palabra masoquismo: si fallan los escalones 1 (conversión) y 2 (sentirse pecador, penitente), cosas como subir los escalones andando, vestirse con un saco o echarse ceniza encima pueden ser actos masoquistas o, peor aún, soberbios.

Fernando dijo...

(JI, revisa el motor del enlace a otros blogs, que se ha quedado bloqueado desde hace varios días)

Juan Ignacio dijo...

Pero tengo "En Compastela" y "hace 2 horas"...