Con la visita del Papa a Inglaterra tuve la oportunidad de volver a ver el espectáculo de la gente esperándolo y saludándolo a su paso. Hace mucho que no veía esa escena (esta vez la vi gracias a la transmisión en vivo enlazada por "En Compostela").
Y note una cosa, que ya había notado en otros eventos públicos. En las manos que se alzan hay cada vez más cámaras de fotos. En el caso de la visita papal, seguía habiendo algo de banderas y banderines, pero en las primeras filas era todo cámaras de fotos (solas, en teléfonos, etc.)
Da para un breve pensamiento. Cuando uno ve tantas manos levantadas que en vez de vivar, capturan, en vez de saludar, toman, se pregunta si el hecho no ha cambiado algo en su esencia.
Si lo pienso un poco me respondo que no. Siempre la gente quiso acercarse a la persona admirada para tocarla o que ella lo toque. Ahora con las cámaras tan a mano tenemos oportunidad de capturar al menos la imagen, y llevarla con nosotros.
Quizás el problema sea otro. Nos pasa en este tipo de eventos pero también en los viajes, o en los actos escolares. Ya casi ni miramos, los paisajes, o los niños, o lo que sea. Los vemos prácticamente la totalidad del tiempo a través de la pantallita de la cámara digital. Y es como que nos olvidamos de disfrutar el momento, para poder tener buenas fotos y recordarlo después.
- ¿Estuvo lindo?
- No sé, pero saqué unas fotos bárbaras.