domingo, 6 de diciembre de 2015

Tristeza y un disco

Todas las cosas se entrelazan. El disco “11 de noviembre” vuelve en el momento justo para triunfar. Como los temas de Sílvia Pérez Cruz son en su mayoría de penas, y esta época familiar es de penas, encajan justo. Las penas bien cantadas no nos ahogan en la pena. (Ya hablamos alguna vez de los beneficios de las canciones tristes).

Nunca había podido apreciar este disco (que en realidad no tenía sino copiado de Internet), ahogado su propio tiempo entre los geniales videos de las presentaciones en vivo de Sílvia y el nuevo “granada”. Pero ahora mi hermano me trajo el original, y ese librito lleno de las letras, de ilustraciones, de presentaciones y agradecimientos, hizo que el disco se transforme en uno de los mejores del año y de la discoteca.

Fue justamente la muerte del padre lo que hizo que esta cantautora se lance a este nuevo disco, todo lleno de sus propias letras y en varios idiomas. Y en esta época en que el nacionalismo catalán agita la tranquilidad española, qué bueno escuchar que una catalana cante tantos idiomas ibéricos. Como dice el presentador del disco: “Hay quien considera que la Pérez Cruz maneja demasiados palos (copla, fado, bolero, jazz, flamenco…). Pero considera mal, ya que todos son necesariamente sinceros y pertenecen a su sangre. Salvador Espriú -poeta al que la mujer que nos ocupa ha cantado estremecedoramente- aplaudiría, entusiasta y discreto, la convivencia del catalán, castellano, gallego y portugués en una sola voz ibérica y plural”.

Elegir alguna canción para dejar acá no es fácil. Una de mis favoritas en catalán es “Pare meu”, que es la musicalización de Sílvia de un poema de María Cabrera. Otra es “Folegandros”, de su autoría: “Pregunta-li, canta-li, digue-li que no / que no sóc marinera i no bufa el vent”. Recientemente disfruto mucho de “Meu meniño”, esa especie de canción de cuna en gallego, a la que se le suma un fragmento tradicional hecho a coro muy lindo (me recuerda la voz de esos vascos antiguos que escuchaba mi papá). El portugués nunca fue de mi preferencia pero qué lindos esos versos de “Não sei”: “A saudade o que é? / É um coração todo feito de papel”. Y en español ya traje alguna vez la “Memoria de pez”. Pero el éxito en castellano es sin duda la hermosísima “Iglesias”: “Alergias de abril. / Besos de perfil. / Peregrino hacia el fin”.

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