"En la calle Monte Egmont arreciaba el escándalo de varones y hembras que, como Lucio Negri, solo entendían el sentido literal de las cosas y se daban enteros a la ilusión de una realidad tan cambiante como sus horas y tan efímera como sus gritos, moscardones ebrios ya con el néctar de aquél día. mugrientos de sudor y polen, zumbantes y golosos bajo un sol que también se pondría como ellos"
(Adán Buenosayres, Leopoldo Marechal)
Pero todo “esto” no tiene mucho sentido.
Apuesto a “otro” por si hay “otro”, porque lo que es “esto”… “esto” falla, se termina, no satisface.
¿Aprovecharlo mientras dure? Es como vivir engañado.
Al decir “aprovecharlo mientras dure” lo que querés, en el fondo, aunque no lo pienses, es hacerlo eterno.
Lo vivís como lo único y lo eterno.
Y no es verdad.
Al vivir el momento como si solo el momento fuera lo real, lo que querés es que el momento sea todo y sea siempre.
Yo prefiero no tomarle tanto el gusto a esto. En cierta forma sería un engaño.
Pero no solo por eso.
Si no porque además disfruto viviendo en esto y considerándolo provisorio. (Aunque no lo entienda del todo). Siento que es mucho más realista tomarlo así. Mucho más realista que lo que llaman ser realista.
Porque los que dicen ser realistas (“just the facts”), en el fondo endiosan la realidad. Y la realidad falla. Y un dios que falla decepciona.
Porque es invevitable el deseo de absoluto, de plenitud. Y decir que “solo vivo el momento”, “me atengo a los hechos”, es poner en eso la ansias, conscientes o inconscientes, de plenitud.
A pesar de todo esto, la canción “Roll the bones” es muy buena. Y puede ser muy útil si caemos en la tentación de preguntarnos “por qué a mí”, “por qué ahora” y no hacer nada.
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