Los pasos para preparar un mate en una oficina son uno más que en otros lugares. Si los pasos normales son cargar el mate, sacudirlo un poco, humedecer la yerba, poner la bombilla y luego cebar, en la oficina hay un paso que va justo después de haber cargado el mate y sacudirlo (y antes de humedecer la yerba). Y es una pequeña pausa que hay que hacer. Hay que apoyar el mate cargado y esperar unos segundos. Y mirar bien. Mirar por la ventana. Mirar el correo electrónico. Mirar la agenda. No solo mirar, también hay que olfatear. Porque el que adquiere práctica de su trabajo puede olfatear los problemas. ¿Está todo en calma? Ahora sí, a verter el agua.
Muchas veces falla (aunque no podremos echarnos la culpa, porque los pasos los cumplimos). Muchas veces falla porque en las oficinas los problemas son en gran parte imprevisibles. En una época creí que los problemas surgían justo cuando yo cebaba el mate. Más aún, llegue a pensar que el mismo preparar el mate provocaba una envidia del destino cuya venganza se materializaba en una visita inoportuna, un llamado de alguien muy plomo, un inconveniente con alguna persona o instalación.
Mientras escribo esto voy por el cuarto mate. Hay que considerar que tuve suerte. Es obvio que la "Ley de Murphy" no existe, es solo una forma tendenciosa de ver la realidad y concentrarse en la mala suerte. Porque somos así de pesimistas. Y no somos capaces de inventar una "ley" sobre todas las cosas que salen bien. Como tomar cinco mates seguidos en un lugar donde hay mil trescientas voluntades y doce mil metros cuadrados edificados.
Y ya son seis...