Estos árboles como paganos de Faulkner me hicieron acordar, por oposición, a la primavera en que Adán Buenosayres dejaba este mundo:
“Los árboles estaban quietos, incorpóreos e inmóviles como reflejos, pues el viento había amainado; a la espera del invierno y de la muerte, como paganos indiferentes a los rumores de inmortalidad”.
(William Faulkner, Relatos, Relatos inéditos, Adolescencia)
“La primavera reía sobre las tumbas, cantaba en el buche de los pájaros, ardía en los retoños vegetales, proclamaba entre cruces y epitafios su jubilosa incredulidad acerca de la muerte”.
(Leopoldo Marechal, Adán Buenosayres, Prólogo)
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