sábado, 21 de diciembre de 2024

Algo que pasó, un plan y deseos de feliz Navidad

Casi sin que los llame, este año vinieron los “clásicos”. No fue un “atropello voluntarioso” para cumplir con la máxima “apenas si hay tiempo para los clásicos” sino que simplemente les llegó su momento.

Cerré con “Diario de un cura rural” y “Crimen y castigo “ (que no son tan “clásicos” como la Divina Comedia o el Quijote) y ya concebí un plan para el año que viene, que se trata de la relectura de libros leídos hace veinticinco años o más.

Y es un plan que tampoco me parece hecho para cumplir alguna prescripción determinada (no tengo máximas al respecto), sino que surgió espontáneamente mientras leía autores que hace mucho no leía y de los que me dije: “quizás ahora los entienda de otra manera”. Y es tentador agarrar esos viejos ejemplares. Es más el gusto que me da pensar eso que el que otras veces me daba la idea de: “releer es bueno, pero quiero conocer más cosas nuevas”.

Quiero releer. Llegó el momento (aparentemente). En definitiva, cuando uno dice “apenas si hay tiempo para los clásicos” es porque no se trata de haberlos leído, sino de estudiarlos más, conocerlos, disfrutarlos. Así va a pasar entonces con algunos libros viejos, les dedicaré ese tiempo que quizás necesite para aprovecharlos mejor. Y leyéndolos como una persona nueva, claro, esa es la clave. Porque puedo decir, gracias a Dios, que no soy el mismo que hace veinticinco años (y aunque quisiera tener algunas cosas de aquél, soy feliz por las que ahora tengo).

Les deseo feliz Navidad a los que pasen por acá y hasta el año que viene si Dios quiere.

viernes, 13 de diciembre de 2024

Impresión

Los espejos de agua “artificiales” tienen como un qué sé yo, ¡no es lo mismo! Pero no es que lo tengan ellos, en realidad, es uno el que lo tiene. Listo para admirarse de la belleza natural, se decepciona uno de saberlo no natural. El agua es agua. La orilla, orilla. Pero es un embalse. ¡Ah…!

Claro que uno no se lo podría decir en la cara al paisaje. Sería ofensivo. ¡Con lo lindo que se ve!

Tengo ganas de ver esa orilla de Casa de Piedra al atardecer. Sé que no voy a poder pensar que el pincel divino está allí trabajando solo, o por ejemplo evocar a ancestros que descansaban allí mismo, en definitiva sé que algo de la emoción se va a empañar…

No solo hacia atrás, también hacia delante las cosas no son iguales. Porque aunque lo natural sea frágil, lo modificado lo parece aún más…
Siempre que salía de la Universidad, generalmente -sobre todo al volve a su casa- había de sucederle, puede que le ocurriera cien veces, quedarse parado precisamente en aquel mismo sitio, contemplando con toda atención aquel panorama, verdaderamente espléndido, y casi siempre había de maravillarse de una impresión suya, vaga e inahuyentable. Una frialdad inexplicable infundíale siempre aquel magnífico panorama; un alma muda y sorda animaba para él aquel vistoso cuadro… Admirábase siempre de su antipática y enigmática impresión, y aplazaba, por no fiar de sí mismo, el explicársela para un futuro remoto”.
Crimen y castigo, Fiódor Dostoievski (edición de Biblioteca La Nación, 2001)