domingo, 9 de marzo de 2025

"Unboxing"

(En el mundo YouTube la gente se filma abriendo paquetes que compró, que le regalaron, muchas veces que le llegan por correo. En la jerga a eso le dicen “unboxing”...)

1. Cuentos completos. Herman Melville. Editorial Fraterna. Buenos Aires. 1977

2. Obras Inmortales (Fausto, Las afinidades electivas, Werther, Egmont, Viaje a Italia). Goethe. EDAF. Madrid. 1977

(Niño pobre y niño rico nacidos el mismo año…)

3. El misterio de Edwin Drood. Charles Dickens. Planeta/Emecé. Buenos Aires. 2024 (segunda edición)

(“Autorizado para vender con periódicos”).

4. Veinte mil leguas de viaje submarino. Julio Verne. Plutón Ediciones. España. 2023 (segunda edición)

5. Ilíada. Homero. Editorial Losada. Buenos Aires. 2013 (segunda edición)

6. Odisea. Homero. Editorial Losada. Buenos Aires. 2004

7. Hamlet. William Shakespeare. Planeta. Buenos Aires. 2018

8. La letra escarlata. Nathaniel Hawthorne. Colihue. Buenos Aires. 2024

(“...para mí los placeres del espíritu consisten en un libro, en una hoja, en una página; solo los libros pueden haceros soportable y hasta dichosa una larga noche de invierno, y llevar una alegre vida que reanime todos nuestros miembros. ¡Ah! ¡Y cuando puede uno desenvolver un respetable pergamino, siente en el corazón todas las inefables delicias del cielo!” dice Wagner en Fausto).

domingo, 2 de marzo de 2025

Misterios del correo (adenda)

Hay que sumar lo que sigue a aquella entrada de 2021 sobre los misterios del correo. Todo el trabajo lo hace Melville (a quien parecía interesarle el tema).

La explicación sobre el correo que llevan los barcos balleneros (Moby Dick, cap. LXXI) me hizo acordar directamente de aquella historieta de Lucky Luke presentada en la entrada original. Dice así:
Todo barco ballenero lleva un buen número de cartas para diversos barcos, cuya entrega a las personas a quienes puedan estar dirigidas depende de la simple probabilidad de encontrarlos en los cuatro océanos. Así, la mayor parte de las cartas nunca llegan a su objetivo; y muchas se reciben sólo después de dos o tres años o más
Impresiona imaginarse que un barco ballenero, y el correo, pasaba años en el mar. Pero ese destino fatal de las cartas me hizo acordar a aquello otro que escribiría el mismo Melville en “Bartleby, el escribiente” (¡cuidado, porque es el párrafo final!):
El rumor era éste: que Bartleby había sido un empleado subalterno en la Oficina de Cartas Muertas en Washington, de la que fue repentinamente despedido por un cambio en la administración. Cuando pienso en este rumor, no puedo explicar adecuadamente los sentimientos que se apoderan de mí. ¡Cartas muertas! ¿No suena como a hombres muertos? Imagínense a un hombre, por naturaleza y desventura, propenso a la pálida desesperanza, ¿habrá otro trabajo que parezca más apropiado para agudizarla que manejar continuamente estas cartas muertas, y clasificarlas para lanzarlas al fuego? Porque año tras año las queman por montones. A veces, el pálido empleado extrae del sobre un anillo —el dedo al que estaba destinado, quizá, esté pudriéndose en la tumba; un billete enviado con pronta caridad —aquél a quien habría aliviado ya no come ni siente hambre; perdón para quienes murieron afligidos; esperanza para quienes murieron sin ilusión; buenas noticias para quienes murieron ahogados por calamidades sin alivio. Con mensajes de vida, estas cartas se precipitan hacia la muerte”.