jueves, 15 de abril de 2010

Algunas verdades del burro

Inteligente propiamente dicho son sólo los hombres, decía un profesor mío de antropología filosófica. Pero si de animales hablamos, parece ser que los burros no son ningunos burros (mal que le pese al principio de identidad). Según dicen, en relación a su tamaño, los burros son tan inteligentes como los otros équidos. Incluso pueden tener reacciones más inteligentes que el caballo. Independencia y terquedad, analizar la situación, son cosas por las que se los juzgaba de tontos o torpes.

Pero esto no es lo único que me enteré de los burros. Por eso empecé a pensar en que ha sido muy desmerecido el pobre animal. Decía Papini en ocasión de la entrada de Jesús a Jerusalén en un asno salvaje:

Se ha dicho hasta nuestros días que Jesús quiso por cabalgadura un asno como señal de humildad y de mansedumbre, como si quisiera simbólicamente significar que iba hacia su pueblo como el Príncipe de la Paz. Pero se ha olvidado que los asnos en la juventud de los tiempos y de la fuerza no eran los tardos cargueros de nuestros días, huesos cansados en piel desgarrada, entorpecidos por tantos siglos de esclavitud y empleados solamente para llevar cestos y sacos por las piedras de las malas subidas. El asno antiguo era animal orgulloso y guerrero; hermoso y gallardo cuanto el caballo y digno de ser sacrificado a las divinidades. Homero, que de parangones entendía y no quiso deprimir a Ayax el forzudo, al orgullosísimo Ayax, cuando se le presentó la oportunidad de compararlo al burro (sic). En cambio, los Judíos se valen de los asnos no domados para otras comparaciones. “El hombre es falto de sentido y temerario de corazón -dice Sofar Naamatites a Job- que nace semejante al pollino de asno salvaje. Y Daniel cuenta que cuando Nabucodonosor, en expiación de sus tiranías “fue echado de entre los hombres, su corazón se hizo como el de las bestias y su morada fue con los asnos silvestres”.

8 comentarios:

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio. ¿Hubo un tiempo de asnos salvajes, valientes, guerreros? Nunca lo supuse. Las referencias clásicas del texto de Papini dan vértigo.

Hay algo muy admirable en los textos que a veces citás, y es el estudio de los autores por los pequeños detalles del Evangelio, que a los demás nos dejan indiferentes. ¿Por qué Jesús entró en un asno y no en una yegua o en una carroza o a pié? En muchos de los textos que mencionás hay un esfuerzo muy serio de investigar en la tradicion de Israel, en la vida cotidiana judía, por qué eso fue así y no de otra forma. No se conforman con que las cosas sean como dice el Evangelio, sin interrogarse.

Y otra cosa. En el Evangelio, no recuerdo en cuál, quizá en todos, el evangelista aclara que Jesús entró así para dar cumplimiento a una profecía del Antiguo Testamento. ¿No te admira la familaridad con la que aquella gente manejaba sus libros sagrados, recordaba las promesas de Dios a los padres, las citaba, con una familiaridad que nosostros no tenemos?

Juan Ignacio dijo...

Sí, alguna vez lo he pensado.

¡Qué envidia! Por momentos pienso que hemos perdido mucho.
Por otros momentos, en qué me acuerdo las palabras de Jesús en diferentes ocasiones que vienen a cuento, me siento un poco mejor.

Por eso trato de nunca abandonar la lectura del Evangelio diario. Es la mejor forma de recordarlo, leerlo siempre.

Natalio Ruiz dijo...

Es un asunto el de los judíos con el burro... es un asunto el del burro en general. Da para mucho, desde el sacar el burro en sábado a la virgen a Egipto a Escribá de Balaguer al Talmud y volvemos.

Pero mejor no digo nada para no decir burradas.

Respetos burreros.

Natalio

Juan Ignacio dijo...

Me interesaría el tema, sin embargo. Si alguna vez se da, largue algo más.

Ojo con los respetos burreros, que no van a pensar mal, yo sólo fui una vez al hipódromo.

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio.

Muy probablemente, el gran Natalio se refería a este importante punto de Camino, el penúltimo del libro:

"¡Bendita perseverancia la del borrico de noria! —Siempre al mismo paso. Siempre las mismas vueltas. —Un día y otro: todos iguales.

Sin eso, no habría madurez en los frutos, ni lozanía en el huerto, ni tendría aromas el jardín.

Lleva este pensamiento a tu vida interior".


Como diría él, respetos pascuales.

Juan Ignacio dijo...

Con estos cultos comentaristas esto sale ganando cien por cien.
Muchas gracias.

Natalio Ruiz dijo...

Perdón por la demora, estaba perdido y cada vez con menos tiempos.

Lo de San Escribá sí tiene que ver con lo que dice el amigo Fernando y también con que él se identificaba a si mismo con el burro (y coleccionaba burros). Tenía en altísima estima a los burros y siempre me llamó la atención eso (al igual que, como decía, los judíos y otras civilizaciones).

No es lo mismo "respetos burreros" que "respetos de burreros". "Distinguir sin separar para unir sin confundir".

Respetos, con Fernando, Pascuales.

Natalio

Juan Ignacio dijo...

Gracias por volver y por comentar esto. Muy interesante.
Esto ya es un lujo.