viernes, 9 de abril de 2010

La resurrección de Jesucristo

El Domingo de Pascua el cura estuvo, en mi opinión y con todo respeto, “mordiendo la banquina”. Entiendo que al hombre moderno (incluido el que aquí suscribe) se le hace difícil “entender” la resurrección de Jesucristo (no digo creer, digo entender, y va entre comillas porque es la palabra clave). Por eso comprendí al cura cuando explicó que la resurrección de Jesucristo no es un suceso que se pueda “registrar en cámara de foto o video”. También cuando dijo que “es algo que nos puede llegar a cada uno en un momento distinto de la vida” (el encuentro con Jesús resucitado).
Pero si no se hacen posteriores aclaraciones, esto es algo peligroso, algo que puede conducir a error. Los más estudiados ya se darán cuenta a qué me refiero, y tendrán académicas explicaciones sobre este “error”. Yo algo intuí. Por eso me vino muy bien el boletín de la revista digital Humanitas (de la Universidad Católica de Chile): “La resurrección física de Jesucristo”.

Es común saber hoy de fieles, que se dicen cristianos, que sin embargo niegan el valor histórico del testimonio inspirado de la Sagrada Escritura e interpretan de modo puramente mítico, espiritual o moral, la resurrección de Cristo. El papa Pablo VI –quien vio en estas tendencias el renacer pluriforme de viejas expresiones de gnosticismo– proclamó la necesidad de contemplar este misterio colmados de admiración y estupor –como ante el de la Encarnación y concepción virginal– «dejándose introducir, con los apóstoles, en la fe en Cristo resucitado, en quien sólo puede darse la salvación».
(Más y muy bueno aquí).

El secreto es no despojar al misterio de su cualidad de misterio. No querer hacer entrar todo dentro del entendimiento humano. Y así evitar reducir el suceso a un fenómeno meramente humano.

8 comentarios:

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio. Debo ser una persona muy simple: si el Evangelio dice que Jesús resucitó al tercer día, no se me ocurre que eso pueda significar otra cosa que estaba muerto y que, poco después de morir, su cuerpo volvió a cobrar vida y se fue. Pura simplicidad, incapacidad para entender que eso pueda ser un simil o una metáfora de algo.

Ese riesgo que citás está siempre presente. A veces, cuando citas tal frase del Evangelio para apoyar una idea, alguien te contesta: "pero no creerás que realmente Jesús dijo eso, eso exacto". Por fortuna para mí, sí lo creo: no puedo pensar en los Evangelios como algo aproximado, sino como un relato histórico, en que alguien se molestó en tomar nota de una pequeña parte de los cientos y cientos de ideas y hechos que protagonizó Jesús, un día concreto de un mes concreto.

Eso, más la inspiración divina al escribirlos, claro.

Juan Ignacio dijo...

Es bueno tu testimonio de fe, Fernando. Creo que el error está muy propenso a aparecer en pensadores, teólogos, etc. Aunque yo mismo nunca me he dejado de preguntar por la naturaleza del cuerpo de Jesus resucitado.

No es que Jesús "se levantó y listo". El cuerpo resucitado no es como el de Lázaro u otras personas resucitadas por Jesús. Se entiende que es una realidad nueva. De hecho "aparece" y "desaparece", no tiene barreras físicas, etc., como dice Pablo VI en la carta que vino en el boletín citado, citando a su vez a Romano Guardini.

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio.

Hubo una extraña similitud entre tu contestación y la homilía de ayer, en mi parroquia, relativa a la aparición a los discípulos. No la dijo el párroco, sino su vicario, un cura gordo y muy culto.

¿Creéis -nos dijo- que Jesús resucitó con su cuerpo de siempre, que los discípulos le podían ver como nos vemos unos a otros, aquí? Os equivocáis. ¿Creéis que los discípulos le hubieran podido hacer una foto, si hubiera habido cámaras? No. Explicó que los discípulos hubieron de seguir teniendo fe, que nada fue simple, que en algunas de las apariciones la gente no podía reconocer a Jesús, su apariencia no era igual que la del Jesús vivo.

En fin, tanto coincidió con tu comentario que hasta citó tu ejemplo, el de Lázaro, éste sí que resucitó con su propio cuerpo, vivió los años que le tocaran vivir y volvió a morir, cosa que -evidentemente- no le iba a pasar a Jesús.

Extrañas casualidades entre gente culta.

Juan Ignacio dijo...

¡Mirá vos! Creo que es una inquietud válida y qué bueno que la hayan tratado allí en tu parroquia.

El artículo que yo cito en esta entrada no hace sino remitir a una carta de Pablo VI, que ya había detectado el problema.

Para seguir la enseñanza de Pablo VI de contemplar la resurrección de Jesucristo desde la fe de los apóstoles y sin reducirla a cuestiones simbólicas, el mismo Pablo VI cita a su vez a Guardini, que indaga en ese estudio de la "forma de ser" de Jesús resucitado.


Como notaba con finura y delicade­za el añorado Romano Guardini en una profunda meditación, los relatos evangélicos subrayan «a menudo y con fuerza que Cristo resucitado es distinto de como era antes de Pascua y distinto del resto de los hombres. En las narraciones su naturaleza tiene algo de extraño. Su cercanía conmueve profundamente, llena de estupor. Mien­tras que antes «iba» y «venía», ahora se dice que «aparece», «de repente», junto a los peregrinos, que «desaparece» (cf. Mc 16, 9-14; Lc 24, 31-36). Las barreras corporales no existen ya para Él. No está limitado a las fronteras del espacio y del tiempo. Se mueve con una libertad nueva, desconocida en la tierra... pero al mismo tiempo se afirma claramente que es Jesús de Nazaret, en carne y hueso, tal como vivió antes con los suyos, y no un fantasma...». Sí, «el Señor se ha transformado. Vive de forma distinta a como vivía antes. Su existencia pre­sente nos resulta incomprensible. Y, sin embargo, es corporal, contiene a Jesús todo entero... e incluso, a través de sus llagas, contiene toda su vida vivida, la suerte que sufrió, su pasión y muer­te». Por tanto, no se trata solamente de una supervivencia gloriosa de su yo. Nos encontramos en presencia de una realidad profunda y compleja, de una vida nueva, plenamente humana: «La penetración, la transformación de toda la vida, incluido el cuerpo, por la presencia del Espíritu... Se realiza en nosotros ese cambio que llamamos fe y que, en vez de concebir a Cristo en función del mundo, hace pensar en el mundo y en todas las cosas en función de Cristo... La Resurrección desarrolla un germen que Él siempre llevó en sí». Diremos de nuevo con Romano Guar­dini: sí, «necesitamos la resurrección y la transfiguración para comprender realmente lo que es el cuerpo huma­no... En realidad, sólo el cristianismo se ha atrevido a situar el cuerpo en las profundidades más ocultas de Dios»(R. Guardini, El Señor, t. 2).

hAcKeLiX dijo...

Hola, que tal yo soy nuevo aqui asi que solo diré algo con repecto a mi fe(aclarando que es bueno el comentario de Juan Ignacio): si la resurrección se pudiera explicar científicamente y respecto a la razón del hombre "Dios no sería Dios" algo tan grande y majestuoso como la resurreción no debe ser explicado sino puesto en las manos de la fe.

Juan Ignacio dijo...

Estimado nuevo aquí hAcKeLiX,

Gracias por el comentario.

Creo que su comentario merece una matización.

Ud. dice: "Algo tan grande y majestuoso como la resurreción no debe ser explicado sino puesto en las manos de la fe".

Pero lo cierto es que son las dos cosas. En manos de la fe, pero del estudio también. La Teología es ese estudio.

No sólo con la razón, bien dice, pero tampoco sin la razón.

Saludos.

Fer dijo...

Recién veo esta entrada y yo fui a la misma misa y pensé lo mismo. Debe haber querido decir otra cosa...

Juan Ignacio dijo...

Sí, puede ser. Hay que recordar que estábamos con los chicos, templo lleno, y uno a veces puede no escuchar todas las palabras con precisión.

El párroco es más sencillo. No entra en estas disquisiciones. Me gusta que entren en estas disquisiciones, sin embargo. Pero cuando uno entra en estas cosas debe ser riguroso al explicar, creo.