El salame es tandilero. Aunque el gentilicio de Tandil, según dicen los que de esto la manyan lunga, es tandilense. Salames y gentilicios aparte, he aquí un resumen de mis impresiones en mi paso por la zona. Poco pueden interesar pero, como dijimos alguna vez (ya hace mucho), el blog lo escribo también para mí.
(…) Tandil (108.000 habitantes según guía Firestone 2009) da la impresión de una ciudad moderna.
(…) Muy lindo barrio (no privado) allá saliendo por Fleming y Aristegui, entre el golf y la ruta. Compren terreno antes que sea demasiado tarde (¿o ya lo es?). Y si no, camino al Centinela (ahí seguro ya lo es).
(…) ¡Pero cómo cambian de nombre las calles en el cuadro principal de la ciudad! Tres o cuatro veces en veinticinco o treinta cuadras. Para memoriosos.
(…) Paramos a unos 12 kilómetros de la ciudad. Por la ventana veíamos un cerro y la ruta al pie. Toda una imagen. El cerro apuntando hacia el cielo nos muestra las alturas, pero la ruta nos dice que todavía hay que seguir.
(…) Jugar como cuando era chico, cayendo agotado en el pasto.
(…) Alimentar la salamandra día y noche. Toma más tiempo que hacer on y off con el aire acondicionado. Pero si el tiempo que ganó el hombre con el on-off, lo usa solo para ver televisión, prefiero la salamandra. Además que ni punto comparación ver como enciende el fuego, como se forma la brasa caliente, como nace el calor.
(…) Una morcilla muy buena como hace rato no probaba. Y primera vez que hago un asado en barril.
(…) No hay caso, es un hecho: las frutas y verduras son más ricas fuera de Buenos Aires. Tandil no falla a la regla. Lo comprobé con tomates y bananas. Eso sí, no rompe Tandil con otra regla, con otro principio frutero que ya se hace cada vez más certero y dice así: “Una buena mandarina es muy difícil de encontrar”.
(…) A los negocios que venden todo para las mascotas o animales los llaman “barracas”.
(…) La vuelta la hicimos por Azul y pasamos por el monasterio trapense Nuestra Señora de los Ángeles. Tuvimos la gracia de participar (si se puede decir así) del rezo de la Nona.
(…) No me animé a ir por tierra vía Pablo Acosta (razones, otro día) pero la ruta provincial 80 tiene unos paisajes muy lindos, así que valió la pena la cobardía.
No mencioné el salame, los quesos, los propósitos familiares, ¡uy, tantas cosas!
sábado, 30 de julio de 2011
Impresiones tandilenses (o tandileras)
jueves, 21 de julio de 2011
Lugano (los dos)
Más de una vez hablé de sures de Buenos Aires, de los sures porteños. Y días pasados conocí otro de los sures. No tan famoso como sur, es más bien un suroeste.
La cuestión es que Lugano, con ese elegante nombre suizo que le dieron, no tiene buena fama. Mucha gente sólo evoca, cuando nombran al barrio, a los gigantescos monoblocks. Ni el que aquí firma, en su época de gloria de ciclista urbano, cuando conoció los cien barrios porteños en dos ruedas, había arriesgado con Lugano. Tuvo que ser el otro día, muchos años después, y a bordo de la “cupe roja italiana”, que un desvío de tráfico me impulsó a buscar un camino alternativo y así conocí algo más de Lugano.
Con la Gral. Paz cortada, ingresé a Capital por Eva Perón y, chusmeando la Filcar para seguir hacia el sur, elegí la calle Murguiondo. Buena elección. Murguiondo al mediodía cruza un bullicioso Lugano. Comercios, plazas, colegios que dejan salir chicos por todos lados, una linda iglesia (clic), ¡y la avenida Riestra hecha un pintoresco boulevard! (Sí, esa que allá en el bajo Flores es una más). En fin, un Lugano que no tiene nada que envidiarle a otros barrios del sur.
Eso sí: al final, el contraste. Murguiondo llega a un alto y, cuando empieza a descender, la imagen es impactante. No sé si alguna vez fueron a la ciudad de Mendoza y llegaron por la 7. Quizás recuerden como se ve, en el fondo, la cordillera bien alta y cubriendo todo el horizonte: izquierda, derecha, arriba, abajo. Así de impactante fue esto. Solo que en vez de cordillera, esta vez todo el horizonte estaba cubierto por un enorme bloque de cemento lleno de ventanitas: uno de los edificios del complejo de monoblocks.
Ese día debería haber desandado el camino (se vuelve por Larrazábal, dicen). Meterme aunque sea una cuadra en esa Riestra irreconocible. Pero no pudo ser. Quedará para darme otro gusto dentro de muchos años.
domingo, 17 de julio de 2011
Estremecimiento
En la consagración un chico gritó y lloró. Como ya dije alguna vez: desde que tengo chicos, no me distraen más los chicos. Pero este grito surgió de repente y entonces me estremecí.
Grito y lloró y quizás inquietó a muchos, desde su madre hasta el cura, pasando por algunos fieles que no pudieron evitar dirigir sus miradas hacia el suceso. Y así y todo, quizás fue el niño el que mejor estuvo en la consagración.
Creo que el silencio es la mejor actitud contemplativa ante el misterio. Pero si estábamos, como tantas veces, insensibles frente al enorme misterio de la consagración, ¿no nos hizo un favor sacudiéndonos con ese grito? ¿No deberíamos estremecernos a diario frente al misterio de la consagración?
viernes, 15 de julio de 2011
Un fantasma en las vacaciones
Stop! Vacaciones de invierno.
Hace mucho que no me tomaba vacaciones de invierno. Y largas. Pero el verano pasado J. era recién llegada al mundo, así que nos quedamos en casa. Con muchísimo gusto, por supuesto.
Unos días estaremos afuera. La duda era si irse más lejos o más cerca, si gastar más o gastar menos, si lo de siempre o algo nuevo, etc. Al final parece que hemos elegido un buen lugar. He escuchado muy buenos comentarios de muchas personas.
Pero un dato leído al azar me dejó preocupado. El fundador del lugar adonde voy (no suelo leer sobre estas cosas, pero lo leí) vive inmortalizado en una calle que piso a diario, porque es la dirección del lugar donde trabajo.
¿Cómo que qué tiene? No, no es tan común la cosa. Yo no trabajo en el centro, en la calle Sarmiento, o en la avenida Roca. La cuestión no es común y es terrible: ¿Podré desenchufarme en estas vacaciones? ¿O el fantasma de este ilustre personaje me perseguirá por las noches?
viernes, 8 de julio de 2011
There is no Rose of such virtue
Para apreciar esta canción que les traigo (como para la gran mayoría de las del disco de donde sale), se necesita tranquilidad. Noche, invierno y Navidad, sería ideal. Como en esta mitad del mundo no podemos juntar las dos últimas, háganlo en lo posible con las dos primeras.
De origen medieval (Inglaterra, siglo XV) y autor anónimo, esta composición tiene algunas versiones distintas. Aquí escuchamos la versión que recoge Sting, bastante más corta y simplificada que otras. Él la presentó, junto con el disco, en la catedral de Durham (ver video: clic).
Para presentarla (algo en el CD, algo en el video) Sting habla de varios temas. Uno es el símbolo de la rosa: la perfección, la asociación con Cristo y con María. Dice también el inglés que esta y otra canción que luego les traigo (“Lo, how a Rose e’er blooming”) se basan en Isaías 11, 1: “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará”.
Comenta además Sting del laúd que toca él mismo en esta canción y de la especie de sonido “middle eastern” que le da con los arreglos que le hicieron. Los instrumentos empleados en la versión que les dejo son: laúd (lute), laúd árabe (oud), ney, armonio y distintas percusiones.
Un comentario respecto a la traducción. En el verso que dice “as is the Rose that bare Jesu”, el verbo “bare” es un tiempo pasado arcaico para el verbo “bear” (según Merriam-Webster me instruyó).
En otras versiones no se repite siempre el Aleluya, sino que cambia en cada estrofa por las siguientes expresiones: Res miranda (cosa maravillosa), Pari forma (iguales en la forma), Gaudeamus (alegrémonos), Transeamus (sigamos). Explicaciones aquí: clic.
Para leer sobre supuestos autores: clic. Para escuchar una versión más “clásica”: clic. Y "clásica" con una música distinta: clic. Para saber algo más sobre la música que vino después en Inglaterra (o sea fines del s. XVI, principios del XVII, lo que llaman la Edad de Oro de la música inglesa; aparte de los Beatles, por supuesto): clic.
Y un pensamiento de último momento: ¿Hablaría acaso Sandro de América, en su canción más famosa, de una rosa simbólica? ¿Usaría el símbolo de la rosa en un sentido que nunca comprendimos adecuadamente?
There is no Rose of such virtue (No hay Rosa de tal virtud)
There is no Rose of such virtue / No hay Rosa de tal virtud
As is the Rose that bare Jesu; / Como la Rosa que llevó (en su seno) a Jesús.
For in this Rose contained it was / Porque en esta Rosa estaban contenidos
Heaven and earth in little space; / Cielo y tierra en un pequeño espacio
Alleluia. / Aleluya.
There is no Rose... / No hay Rosa…
By that Rose we may well see / Por esa Rosa podemos ver bien
That He is God in persons three; / Que Él es Dios en tres personas;
Alleluia. / Aleluya.
There is no Rose... / No hay Rosa…
The angels sung and the shepherds too / Los ángeles cantaron y los pastores también
Gloria in excelsis Deo; / Gloria a Dios en el Cielo;
Alleluia. / Aleluya.
There is no Rose... / No hay Rosa…
martes, 5 de julio de 2011
If on a winter's night...
No recomiendo discos habitualmente (la última vez fue un verano: fue el "Pynandí" de Spasiuk). Ahora recomiendo uno de invierno: “If on a winter’s night…”, de Sting.
La cuestión es que el inglés se despachó en 2009 un discazo que incluye canciones que son religiosas. Claro que no se presentan como tales y, ¿son religiosos si el que las canta lo hace sin moción religiosa?
Porque dice Sting acerca de la temática navideña de su disco: “I appreciate the beauty of these stories and how they have inspired musicians and poets for many centuries. It was my desire to treat these themes with reverence and respect, and despite my personal agnosticism, the sacred symbolism of the Church's art still exerts a powerful influence over me”. [*]
Entonces cuando escucho a Sting cantar “glorias” y “aleluyas” pienso que no sabe lo que está diciendo. ¿En qué sentido? Más o menos como decía san Pablo: “Nadie puede decir ‘Jesús es el Señor’ sino con el Espíritu Santo” (1 Cor. 3,12).
Pero eso es un problema entre Sting y Dios. Yo, ¿puedo escuchar a Sting mientras canto esas palabras con fe? Hay algo que se siente raro al hacerlo. Aunque no puedo explicarlo bien. Es como que uno gusta identificarse con el intérprete. ¿Y qué sentido tienen esas voces e instrumentos que no buscan alabanza?
Como sea, el disco es genial. Y ocuparé este invierno, que se vino en serio, en dejarles unas “magníficas y escogidas” piezas.
[*] Aprecio la belleza de estas historias y como inspiraron a músicos y poetas por muchos siglos. Mi deseo fue tratar estos temas con reverencia y respeto y, a pesar de mi agnosticismo, el sagrado simbolismo del arte de la Iglesia aún ejerce una poderosa influencia sobre mí.