Cayeron los posibles compañeros de viaje. Pero San Miguel no era obstáculo para mí (he caminado de noche por calles desiertas en San Miguel). Y era una oportunidad única para ver a Luna Monti y Juan Quintero en vivo.
Antes, la tarde había mostrado un tímido sol, pero la Muncipalidad de San Miguel, organizadora del “I Festival Internacional de Música de San Miguel”, no optó por la plaza sino por el plan para el caso de lluvia: el salón parroquial de la Catedral. Así que enmarcados por un gran cartel de la Oración por las Vocaciones a la izquierda y una gran pintura de un santo que no pude identificar a la derecha, tocaron cuatro grupos: Trío Legato/Jaime/Alfonso, Trío Maurizio Di Fulvio (del Pescara, Italia), Mono Fontana y Ale Corvalán y al cierre los más esperados.
Me gustó mucho el Trío Maurizio Di Fulvio (quizás no sea el jazz lo que me disgusta, porque tocado con guitarra criolla sonó muy bien), pero se hizo larga la espera y entonces las catorce canciones que tocaron Luna y Juan parecieron un instante fugaz. Sin poder repetir el orden exacto, les digo que fueron: Solo cueca (inicio), La mudita, Garzas viajeras, Agüita demorada, Maricón, El cosechero, Aire seré, El angustiao, A pique, Verde Romero, Peón viñatero, Regalitos, Chaleco-Traidora y Caminito (final).
Pero son lindos los recitales en ambientes chiquitos, íntimos, con poca gente. Cuando llegan pasan corriendo al lado tuyo. Primero él con la guitarra en la espalda. Al rato ella, también apurada. Acomodan todo en el escenario, afinan, hacen alguna broma. Cuando hicieron dos o tres canciones se miran como preguntándose con qué siguen. Lentos estuvimos los del público, porque tuvieron que preguntar si queríamos pedir alguna. Y ahí sí hubo pedidos. Y las tocaron.
Juan pronunció muy graciosas las voces en Maricón (como en el disco en vivo de los diez años, que me compré allí mismo). Y dijo que esa canción va “en suite” con El angustiao. Caminito la hicieron con Mono Fontana en sintetizador haciendo acordeones y pianos (y estuvo bien, aunque le robó el tarareo final a Luna). El acordeón lo extrañé un poco en Garzas viajeras. Volaron los dedos en la guitarra en Verde romero. Vi los instrumentos de
percusión con que hacen El cosechero.
Fue muy lindo. Y me gustó mucho, como había visto en algunos videos, cómo se entienden y se van acompañando los dos en el canto normal, pero también salvando dudas o improvisando. Y con esa imagen cierro esta rápida y torpe reseña. (Y así de rápido como pasó todo, así de rápido volvió el auto por la desierta 202…)