Me parece que en general suele ser más efectivo decir: “Le hablo de tal institución. Mi nombre es fulano”, que la inversa: “Le habla fulano de tal institución”.
La segunda es más fácil de decir, sale más rápido. Pero los nombres personales son más difíciles de entender. Y la mayoría de las veces, salvo que se trate de una recepcionista experta, solo queda en su memoria el nombre la insitución. Es como si escuchara el nombre personal, no lo entiende, pero llega el nombre de la institución, conocido (marca famosa), o entendible (ministerio de tal cosa) y se apoya en eso.
De la segunda forma (institución primero, nombre segundo) la recepcionista registra el nombre de la institución y al haber escuchado muchas veces algo “fácil” o “conocido”, esto permite que entienda ya de qué se trata, esté cómoda, se mantenga segura y esté mejor dispuesta a percibir ese nombre que viene después, que en nuestro país puede ser de origen italiano, croata, irlandés o lo que sea.
Quizás lo escriba mal, pero verbalmente el sonido de nuestro apellido llegará casi intacto a la persona que queremos alcanzar. Y esto ayuda a obtener mejores resultados.
2 comentarios:
Hummm... Se me ocurre que tiene que ver con la institución que uno representa, Juan Ignacio. Si uno dice "Soy de la Coca Cola, me llamo Juan Ignacio", la señora telefonista va a perder la cabeza por anotar el llamado y su jefe se pondrá nervioso según vea el nombre mágico. En cambio, si uno dice "Soy de Talleres López, me llamo López", la atención de la chica puede tender a 0.
También tiene que ver (creo) con el nivel de auto-estima. Si uno se quiere mucho, puede llamar y decir "Me llamo Lionel, así que ¿qué más da de parte de quién llamo?".
En general, mejor 1º la institución y 2º el nombre propio.
Hello. And Bye.
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