En estos días de descanso, una pequeña biblioteca ambulante va (como Charly García) de la cama al living. Hay mucha poesía porque la poesía combina dos propiedades únicas. La primera, y más importante, es que explica la vida mucho mejor que la ciencia. La segunda, y menos importante, es que un libro de poesías es como una bolsa de caramelos.
(Esto último es algo difícil de explicar. Digamos que quiere decir varias cosas: que es como un contenedor de pequeñas perlas, que una vez que lo empezaste no tenés necesidad de terminarlo, que podés empezar por cualquier lugar, elegir un poema al azar, o por el título, o por lo que sea, repetir, etc.)
Si Ud. es más afecto a otros placeres, puede cambiar bolsa de caramelos por bodeguita de living, vitrina de coleccionista, videoteca de dormitorio, etc.
2 comentarios:
"una bolsa de caramelos" y "una vez que lo empezaste no tenés necesidad de terminarlo" no me cuadra...
Eh... por eso dije que era difícil explicarlo... eh... por eso son mejores las metáforas con este tipo de sentimientos... Bien, digamos (pero solo digamos, aproximadamente) que a diferencia de un chegusán de milanesa, que uno lo arranca para terminar (puede haber un día de heladera, pero en general es algo que comienza y termina en breve lapso), una bolsa uno no la arranca para terminar en seguida (salvo que esté muy ansioso, claro).
Bueno, embarrado en el barro de estas tediosas explicaciones, espero haber satisfecho su duda.
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