Abelardo tiene un libro gordo, nuevo, de Alfaguara, que está muy lindo sostener mientras se lee. En cambio Karol tiene un tomito chiquito. De buena calidad, por cierto, porque es de la B.A.C. y es de tapa dura, pero viejito.
Abelardo habla de sus cosas y es fácil e interesante seguir a un hombre que piensa, crea o no en Dios y tenga las ideas políticas que tenga. Pero Karol hace teología. Y el tema es superior. Y si el cansancio lo hace arduo, basta ir gustando algunos renglones por día.
Por momentos parecen estar lejos. Karol con nuestro Dios, persona y amor, y Abelardo a quién le cuesta ese Dios de su amiga imaginaria, por tener “demasiadas características humanas”. Pero por otros momentos parecen estar cerca. Como cuando Karol dice que “Ser una cosa creada quiere decir ser ‘dado’ (…) [no solo el mundo sino] incuso ellos mismos [Adán y Eva] eran un don mutuo”. Y Abelardo que dice: “El que no consigue ver un prójimo en el otro abjura de su propia condición humana”.
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