“Sin embargo el tiempo se había detenido por él; el pasado se había [¿?] llegando hasta la clínica y allí se quedaba en suspenso. Su pasado era el mismo de hacía media hora; desde que ella se había acostado en la camilla no habían sucedido cosas, todo era un largo, insoportable, presente vacío sin porvenir, sin futuro, se había sentado con él frente a una mesita llena de revista viejas, fumando, esperando. Su futuro y el futuro del planeta y el futuro de la galaxia se habían sentado a fumar y a esperar.
Ayer todavía tenía futuro. Esta mañana misma lo tenía. Desde muchos días atrás hasta este momento, todos eran proyectos, planes, resoluciones, hipótesis. Todos sus pensamientos estaban absorbidos por este momento, y este momento era una enorme nada”.
Este texto es de Abelardo Castillo, escritor argentino (Diarios, 1954-1991). Me dio esa viva sensación que tuve otras veces, cuando lo escribieron otros, de lo que pasa cuando una pena importante hace que el resto del mundo no exista, que desaparezcan los planes, que todo lo que antes parecía principal pierda ahora importancia, o parezca vanidad, o cosa sin sentido.
¡El padecimiento interior es tan grande, se siente tanto la pena y tan poco al mundo!... Lo digo así porque para mí es eso lo que decía García Lorca cuando decía: "el mundo es chiquito y el corazón es inmenso". Vamos a ver; no sé si trata de eso la La Soleá de Lorca, pero me parece tan posible.
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