“(…) ¡Mire! Justo por encima de nosotros, ahí tiene el Camino de Santiago (la Vía Láctea), que desde Francia va derechito a España; fué Santiago de Compostela quien lo trazó para orientar a nuestro bravo Carlomagno, que andaba guerreando contra los sarracenos. Más lejos está el Carro de las Ánimas (La Osa Mayor), con sus cuatro ejes resplandecientes; las tres estrellas que van delante son las Tres Acémilas, y aquella chiquitina, acurrucadita junto a la tercera, es el Carrero, que va guiando. ¿Ve usted por todo alrededor esa lluvia de luceros que caen? Son las ánimas que el Señor no admite a su lado… Un poco más abajo, el Rastrillo o los Tres Reyes (Orión). Es el que a nosotros nos sirve de reloj: sólo con mirarlo sé que ha pasado ya la medianoche. Todavía más abajo, y siempre hacia el mediodía, brilla Juan de Milán, la antorcha de los astros (Sirio).
___Y vea usted lo que cuentan los pastores acerca de esa estrella: Parece ser que una noche Juan de Milán, los Tres Reyes y la Semillera (la constelación de las Cabrillas [la Pléyade]) fueron invitados a la boda de una estrella amiga. La Semillera, más impaciente, salió corriendo la primera -según dicen- y tomó por el camino alto: ¿ve usted allá arriba, completamente en el fondo del cielo? Los Tres Reyes cortaron por más abajo y la alcanzaron; mas Juan de Milán, el muy perezoso, se había quedado durmiendo y, furioso, intentó detenerlos arrojándoles su cayado; por eso los Tres Reyes se llaman también el Bastón de Juan de Milán. Pero la más linda de todas las estrellas, señorita, es la nuestra: la Estrella del Pastor, que nos alumbra de madrugada cuando sacamos el ganado a pastar, y también a la tardecita, cuando lo encerramos. La llamamos también Maguelonne, la guapa Maguelonne, que va persiguiendo a Pedro el de Provenza (Saturno) y cada siete años se casa con él”.
Del cuento “Las estrellas”, de Alphonse Daudet.
Como indica la nota del autor en la edición que tengo, los datos de astronomía popular fueron traducidos del “Almanaque Provenzal que se publica en Aviñón”.
La traducción del cuento al español que cité aquí es una mezcla de dos traducciones distintas. Una aquí, que no indican autor; otra de la vieja colección llamada Biblioteca Básica Salvat que indica que fue hecha por Pedro Darnell. El texto básico es de la primera, por hallarse en Internet y ser fácil el “copy-paste”. Pero modifiqué algunas puntuaciones y nombres propios al modo de la otra edición, que me gustaban más.
Cambié entonces Pollera por Semillera y Maguelón por Maguelonne. Dejé Tres Acémilas en vez del Triángulo y Carrero en vez de Áuriga. Dejé “las ánimas que el Señor no admite a su lado” en vez de “las almas que Dios no quiere junto a El”, ¡brr!
Una vez más, cómo me gustaría conocer las estrellas y sólo con mirarlas saber que ya han pasado siete años o que es la medianoche.
2 comentarios:
Yo volvería el Áuriga a su lugar, es mejor que el Carrero.
¿Un áuriga conduciendo acémilas? Áuriga se me hace más para briosos corceles.
De todos modos habría que ver qué dice el original.
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