Para ir preparando el próximo aniversario del blog qué mejor que dejarles algo muy, muy bueno, argentino, más precisamente de la zona sur del conurbano o, como diría uno de ellos, de los “suburbios” (y si no nos equivocamos, de esa parte de los suburbios que en los mapas se llama Temperley, partido de Lomas de Zamora). Hablo como si los conociera pero lo cierto es que solo los he visto una vez. Les diría, sin embargo, que con esa sola vez casi basta no solo para comprobar la calidad de los artistas sino también la de las personas.
No quiero derivar muy lejos, pero fue un épico viaje a Monte Grande, también suburbios, también sur, pues allí se presentaban los artistas y la oportunidad parecía única. Vamos a decir, si me permite que lo nombre aquí, que fui con el legendario HJG quien, valientemente y sin saber en qué clase de persona me podría yo haber convertido en algunos años, aceptó no solo venir, sino que hasta Liniers se fue para hacer más fácil la travesía.
De repente llegamos muy temprano. De repente nos dicen que tenemos la primera mesa a lado del pequeñísimo escenario. De repente aparecen los artistas para probar sonido y la sensación es intensa, como cuando ves en la “vida real” a alguien que viste muchas veces por la pantalla. Una picada y una cerveza y de repente ya están tocando, y la cosa era que había conocidos, y nosotros ahí los extranjeros en la primer mesa. Bueno, ¡a pedir algo! Para no desentonar y poner buen clima. No sea que esos dos tipos raros de ahí adelante (nosotros, claro) enfríen todo. “¡Una huella!”, creo que me animé a pedir, porque había escuchado una muy linda pero no recordaba el nombre. Y por primera vez pido y me lo dan. Carlos Moscardini hace una explicación de lo que es la huella y junto con Julia Moscardini nos regalan la “Huella perdida”, una hermosa composición del mismo Carlos.
“Galopé sin rodada, dele buscarla,
y al caer dentro mío vine a encontrarla”
Una huella que nos hace acordar al autor santiagueño que dijo en chacarera aquello de “tanto correr pa’ llegar a ningún lado y estaba donde nací lo que buscaba por ahí”.
Esto más que “dejarles algo” se está haciendo un relato autocomplaciente de cuando fui a ver a estos músicos. Pero a la hora de ponernos a regalarles algo, ¿cómo empezar? Es que es muy difícil seleccionar entre tantas cosas hermosas. Carlos Moscardini es un eximio guitarrista argentino cuyo curriculum y obra son tan importantes como bajo es su perfil. Y Julia Moscardini es una cantante que canta tan bien como silenciosa es su presencia. Se dedica al jazz en su carrera particular, y no he escuchado mucho de eso aún, pero cuando pone su canto en las canciones de Carlos las deja superiores aún.
Carlos Moscardini además de tener composiciones de guitarra propias, hizo (seguramente entre otras cosas, claro) temas musicales con un poeta de campo llamado Francisco Lanusse, de quien no poseo datos y llamo poeta de campo porque así entendí que era, según contó el mismo Moscardini.
“Tengo el alma transida de infinito,
no hallo más ambición que andar callado”
Esos versos son de él y me gustan mucho. Y un video que sin duda puede mostrar todas estas cosas que vinimos diciendo y cautivarlos es la “Vidala del Lloradero”. Por eso lo elijo como regalo y lo dejo al pie de esta entrada. Según explicó Moscardini, la composición nace de la conteplación de un agua que caía, como una surgente espontánea en una montaña, que los lugareños llaman “lloradero”.
Sin otro preludio, sin más aprontes, vaya el video:
2 comentarios:
¡¡¡Felicidades!!! Que sea por muchos años.
Gracias por el regalo.
¡Gracias!
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