viernes, 10 de julio de 2020

Marechal y las corbatas (disparador)

En pocos días me encontré con tres descripciones de corbatas hechas por Marechal.

Leía una historia de Villa Crespo y surgió nuevamente la figura de Ilka Krupkin. Entonces me fui al poema que Marechal le hizo. Cuando leo:

¡Ilka Krupkin,
guardo un esbozo tuyo, eras así,
con tu corbata color de neurastenia
y aquel andar inútil de muñeco mecánico!

Me digo que me hace acordar al director del colegio (Adán Buenosayres, Libro quinto, parte II). Es que días antes lo leía, movido por las noticias del aniversario del autor y eligiendo ese pasaje justamente por la situación escolar actual.

Usa y abusa de un traje verdicelestegrís, con tonos de esponja y raras vislumbres de índigo, colores asombrosos que, según afirma el erudito Di Fiore, sólo es dable conseguir en el taller de la intemperie o en el de la más avarienta economía. Sin embargo, tres notas vehementes alegran el conjunto: una camisa de color de vómito de urraca (según lo ha definido Adán Buenosayres), el verde frenético de un corbatín y los botines de un amarillo alucinatorio”.

Veo que no hay mucho en común en ambas descripciones (no dejé entera allí la de Krupkin) aunque sí se trata de dos sujetos que vestían particularmente (sean ambos o reales, o uno de ficción). Pero están, que era lo que venía a cuento, la corbata y el corbatín.

¡Y no va que por esos momentos, ya con toda la "librería" de Marechal fuera de la estantería, me encuentro con el espía Sanfilippo! Estaba yo buscando un texto corto, que me habían pedido.

En cuanto a sus ropas, tenían el aire vago y general de las que han vestido muchos cuerpos, dejando aparte su corbata insólita, su corbata de tintes alucinatorios, que no tardó en fascinar a sus tres observadores (...)

“- Oiga, Sanfilippo -le advirtió el mono-: si ha de ingresar en esta “peña” será bajo dos condiciones.
- Escucho -dijo él, tenso de ansiedad.
- Primero -insistió el mono- tendrá que decirnos el color exacto de su corbata.
- No lo sé -tartamudeó Sanfilippo-. La trajo mi tío Giulio de Norte América.
- Ese color no existe -opinó Arizmendi.
- Ese color no pertenece a este mundo -corroboró Petróvich-. ¡Estamos en un callejón sin salida!
Temblaba Sanfilippo en su temor de ser “bochado”. Pero Gutiérrez tuvo de pronto una iluminación:
- Sí -dijo-, esa corbata peliaguda tiene color de ‘psicoanálisis’”.

¿Y si está cuarentena sirviera también para hacer un estudio sobre Marechal y las corbatas?

Como sea, ya sé que la palabra, en singular o plural, aparece unas quince veces en el Adán Buenosayres.

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