domingo, 12 de septiembre de 2021

Oficinescas

Cuando se mudan, yo me encargo. Por eso cuando me tocó mudarme pude hacer todo como me parecía. Elegí todos esos detalles que quería, dentro de los que podía. Me llevé los muebles, cosa lógica desde el momento en que nadie hablo de comprar nuevos, y así pude llevarme el escritorio que había heredado de mi antecesor, un escritorio de los que ya no hay más. Pero además de las instalaciones, concebí la funcionalidad del lugar. Compré (eso sí compré) dos sillas de visita plegables. Porque las sillas de visita permanentes hacen que la gente tienda a quedarse sentada y a mi no me gusta perder el tiempo charlando. No soy estricto (no me fijo si se van cinco minutos antes, por ejemplo) pero soy algo ansioso quizás. Y sea por eso, o por lo que sea, cuando estoy trabajando quiero trabajar. Y el tiempo libre (o esos tiempos muertos entre tareas) los quiero dedicar a mis asuntos. Ya hay miles de oportunidades para charlar en pasillos, previas de reuniones, etc. Pero no me gusta que vengan a "hacer tiempo" o a "que se les haga la hora" con mi tiempo. Y aún sin sillas, hay quien gusta de charlar parado. E incluso seguir hablando aunque uno ni lo mire y demuestre estar ocupado. En casos extremos "despejo el área" levantándome para ir al baño o cosas así. Pero, ¿cómo llegó la gente a la oficina si yo me hice una puerta que tiene cierre eléctrico y solo podría entrar quien yo quisiera? Porque, a pesar de lo expresado, yo trato de ser dispuesto y cercano. Hay temas que sin duda requieren hablar. Y la mayor parte del tiempo la puerta está abierta, como hacen en las oficinas modernas. ¿Y de qué depende tener la puerta cerrada o abierta? Por más teorías de "recursos humanos" que se hagan, siempre en el fondo está eso que descubrí en "Bartleby, el escribiente" (de Herman Melville). Decía el dueño, empleador y jefe: "Hubiera debido decir que una puerta vidriera separaba en dos partes mis escritorios, estando una ocupada por mis escribientes, la otra por mí. Según el estado de mi humor las puertas permanecían abiertas o cerradas". Pura realidad.

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