Izando la bandera (Julio César Vergottini)
Seguimos con la serie. Se está armando un paseo. (“Qué bueno ser turista en Buenos Aires, mirar las cosas por primera vez”, cantaba Man Ray).
Vamos a Barracas. Empezamos en el viejo Puente Pueyrredón, donde está la torre en la que vivió muchos años el escultor Julio Cesar Vergottini. Leemos sobre la vida, no porque sea ejemplar, sino porque es pintoresca. Aprendemos de sus obras y vemos que tenemos la posibilidad de ver una en la Plaza Colombia.
Antes de ir a la plaza (ubicada en lo que llamaré “Barracas al este de la autopista” o “Barracas al este”) repasamos algunas historias sobre el primer puente precario que se hizo alguna vez sobre el Riachuelo, el tranvía que se cayó al río, etcétera. Yo se los leo del libro y de otras fuentes de Internet.
Y visitamos el pasaje Darquier. Porque tantas veces he pasado en el Roca por la misteriosa estación Yrigoyen (esa en la que los rápidos no paran) y nunca he tenido oportunidad de conocer su barrio, abajo de las vías elevadas.
Sigamos. Barracas al este de la autopista siempre fue para mí un barrio fantástico (en la expresión literal de la palabra, no el adjetivo degradado que se usa ahora). Es lo que me pasa con la parte sur de Buenos Aires, de Caseros al sur; alguna vez lo dije. Pero con un matiz especial en el caso Barracas al este. Ese matiz pueden dárselo dos cosas.
Una. Al vivir y viajar yo desde Caballito, ir a Barracas era ir al centro, pasar, y ver que había otro barrio importante más allá. Más allá “en una dirección nueva”. Tengamos en cuenta que para un porteño se llega al centro, se va hacia el centro, pero no se “pasa hacia otro lado”, tu vida es (o era) ida y vuelta de tu barrio al centro. (No es exactamente así porque conocemos gente de otros barrios, pero quizás haya algo de eso).
Dos. Dijimos “más allá” pero dijimos también “importante”. Barracas al este quizás no es tan elegante como los barrios del norte, pero sí tiene importancia. Es muy linda la zona sobre Montes de Oca en las cercanías de la plaza Colombia, justamente. Edificios nuevos y antiguos con estilo, casonas, la plaza muy cuidada. Por Montes de Oca pasa nada menos que el 60, ¡cómo por avenida Cabildo, che!
Quizás Barracas guarde misteriosamente el secreto de lo que fue una zona donde estaban, hasta la epidemia de la fiebre amarilla (1871), “las familias más prósperas y tradicionales, que habitaron lujosas mansiones y casas quintas”. Hay por ejemplo edificios como el Hospital de Niños Pedro de Elizalde (ex Casa Cuna) que datan de 1779 (Montes de Oca 40). (Seguimos acá el libro de don Germinal, inspirador de la serie).
Edificio del hospital
En la Plaza Colombia, Montes de Oca y cerrando la manzana de la plaza: Brandsen, Isabel La Católica y Pinzón, tenemos que ver entonces la escultura “Izando la bandera”, de Vergottini. Le tengo fe. Yo no soy muy esculturero pero me interesa. Dicen que Vergottini estudió con un discípulo de Rodín. La foto que ilustra la entrada me parece la mejor de las que se encuentran en Internet, pero ninguna es muy clara.
Después vamos a la Capilla de Santa Felicitas (trágica historia la de Felicitas Guerrero de Álzaga, que no es la santa, claro, pero es por ella que se eligió la advocación). Nos hacemos una escapada también hasta la iglesia de Santa Lucía y mientras evocamos la historia de la famosa pulpera (que tampoco es la santa, no, no). Volvemos luego a la plaza y nos comemos una pizza en la pizzería Los Campeones. Después de almorzar nos volvemos. Eso es todo. Tickets por Ticketek.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario