viernes, 24 de octubre de 2025

Pundonor

Dice Gabriel, el protagonista de Trafalgar, de Benito Pérez Galdós (un muchacho que fue llevado por primera vez a la guerra en la famosa batalla que da título al libro y tuvo que hacerse cargo de encender la mecha de un cañón):

"Desde entonces conocí que el heroísmo es casi siempre una forma del pundonor. Marcial y otros me miraban; era preciso que me hiciera digno de fijar su atención".

Y yo pensaba que la fe en Dios, en el sentido mismo de la vida, puede tener algo de ese pundonor también.

Dice la Real Academia sobre pundonor: "Sentimiento que impulsa a una persona a mantener su buena fama y a superarse".

Frente a los límites del pensamiento es inaceptable la conclusión de la falta de Dios o la falta de sentido. La carne no solo busca la supervivencia biológica. La tripa también quiere que Alguien le explique todo esto de la vida. Y la fe es como la respuesta pundonorosa frente a los demás.

Es preciso no tener un concepto falso del pundonor, que no se trata de algo como fingir lo que no se tiene con el objetivo, por ejemplo, de que otro lo que crea, sino que es más bien defender algo que ya se tiene, poner en obra el deseo de ser como se quiere ser (con las las distintas consecuencias buenas que eso pueda tener, como por ejemplo ayudar el otro a tener esa misma fe).

Olvidar o negar la necesidad de sentido es casi una declaración de suicidio. Por eso alguien ha dicho (me solía avergonzar que alguien dijera algo así, pero quizás solo me avergonzaba de su "impúdica" fe) que la falta de fe es casi una enfermedad.

¿Una especie de suicidio espiritual? Sería suicidio si fuera voluntario. Pero no puedo tener fe por voluntad propia. Sin embargo por voluntad propia puedo decir: todo tiene sentido, sigamos batallando. Y si no lo hago quizás sea por cobardía, vergüenza. Al declarar la fe en el sentido de nuestra existencia decimos: "Estoy orgulloso de ser hombre e intuir que la vida tiene sentido".

No puedo tener fe por voluntad propia. Pero sí decir que la fe es lo mejor. Que la quiero y que es la bandera a defender con orgullo.

("¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna")

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