(...) Y no sé cómo suceda pero es cierto que, mientras tales actitudes del cuerpo no pueden asumirse si no son precedidas de un movimiento del espíritu, cuando son repetidas exterior y visiblemente, aumenta y crece más la tendencia invisible interior que las produce; también así sucede con el afecto del corazón que fue necesario para cumplirlas, y después que son hechas, aumenta (...) (El cuidado de los muertos 5)
Tomado del libro "La oración en san Agustín", de Francisco Weismann, Ed. Lumen.
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